Katherine Gabriela Escamilla era una estudiante de psicología descrita por su padre como una niña sociable y alegre que no se metía con nadie solo quería ser feliz, libre y concluir su carrera; hace casi un mes desapareció en Naucalpan, Estado de México, y sus restos localizados a 100 kilómetros del lugar de su desaparición.
“No se quién tuvo la sangre para hacerle eso, no hay consuelo y la pregunta es ¿por qué a ella? Tenía toda una vida por vivir”, dijo el hombre que sufre doble dolor al no ver un solo avance en las investigaciones de su caso.
Estado de México, 1 de junio (A Fondo Edomex).- “No es excusa, pero tenemos mucho trabajo y poco personal para laborar”, esas fueron las palabras que Héctor recibió del Ministerio Público cuando acudió a levantar una denuncia por la desaparición de su hija Katherine Gabriela Escamilla.
La estudiante de Psicología fue vista por última vez el lunes 6 de mayo en la colonia El Molino, en Naucalpan, desde ese día no hubo noticias de su paradero, “fuimos diario a la Fiscalía pero es un trabajo ineficiente, la verdad no hacen nada”, reprocha el papá antes de reunirse con el Fiscal.
La familia inició una campaña de búsqueda en redes sociales e incluso se dieron a la tarea de investigar por su cuenta ante la opacidad de las instituciones de justicia estatales, amigos se sumaron a la difusión de su fotografía con datos generales por casi una semana pero sin éxito.
A parte del tormento de la burocracia, los padres se encontraron con que las cámaras de seguridad ubicadas en el lugar donde se extravió, no servían, cuando pudieron ser una herramienta clave al grabar la forma y momento en que pudo ser llevada contra su voluntad.
“Cómo es posible que gasten millones de pesos y cuando pedimos los videos, simplemente nos dijeron que no sirven, es el colmo, deben tener más tacto para tratar a las familias, no saben el dolor por el que pasamos y ver que no hacen nada, es increíble que pase eso”, dijo Héctor.
Nueve días después recibieron una llamada y fueron notificados por el Ministerio Público de Jilotepec, tenía que ir a reconocer un cuerpo que tenía la ropa similar al de la jovencita, ahora solo exigen justicia, sin embargo, no hay responsables ni pistas del feminicidio .
La víctima presentaba violencia extrema describe su padre que se pregunta porque contra la menor de sus cinco hijos, “lo de nosotros fue un homicidio con saña, mi pequeña no merecía morir así”, insiste el hombre, mientras limpia las lágrimas que no puede ni quiere ocultar.
¿QUIÉN ERA KATY?
Esa mañana, la joven de 22 años de edad mensajeó a su papá diciéndole que lo amaba, “yo te amo más, hija”, respondió Héctor, quien guarda como un tesoro la última comunicación que tuvo con Katy, agregó.
La describe como una niña sociable y alegre que no se metía con nadie solo quería ser feliz, libre y concluir su carrera, trabajaba para pagarse la Universidad, no entiende cómo alguien pudo lastimarla con tanta saña.
“No se quién tuvo la sangre para hacerle eso, no hay consuelo y la pregunta es ¿por qué a ella? Tenía toda una vida por vivir”, dijo el hombre que sufre doble dolor al no ver un solo avance en las investigaciones de su caso.
La ropa que vestía esa tarde fue la clave para saber que los restos depositados en el Servicio Médico Forense ubicado en la zona norte del Estado de México eran los de su hija, tenían indicios avanzados de descomposición.
Su cadáver fue levantado en el municipio de Aculco el 12 de mayo, a cien kilómetros de donde desapareció, 72 horas después fue identificada, gracias a las prendas, aún están en la etapa de los estudios de genética.
Por la condición en que fue localizado ni siquiera saben que le causó su muerte, lo que tiene claro el responsable debe pagar eso le pidió al titular de la Fiscalía General de Justicia estatal, Alejandro Gómez Sánchez.
La entidad gobernada por el priísta, Alfredo del Mazo Maza se ubica en el primer lugar nacional en homicidios dolosos de mujeres con 124 casos de enero a abril y 28 feminicidios según las cifras oficiales.
