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Los alimentos ultraprocesados arrasan con la dieta tradicional y la salud de mexicanos, alertan

01/06/2017 - 6:00 pm

En México, el consumo de productos procesados y ultraprocesados han desplazado la dieta tradicional basada en el maíz y apoyada en nopal, hortalizas, amaranto y frijol. La situación, de acuerdo con Julieta Ponce-Sánchez, directora del Centro de Orientación Alimentaria (COA), ha contribuido en gran medida en desatar la epidemia de obesidad, sobrepeso y diabetes en la que hoy está inmerso el país.

Ciudad de México, 1 de junio (SinEmbargo).– Yael es un niño que cursa primer grado de primaria y está a punto de cumplir siete años. Como otros pequeños en México, acostumbra desayunar un vaso de leche con chocolate. En el recreo come generalmente huevos con jamón, un Danonino y un Yakult, además de galletas. Abigail, su madre, dice que el pequeño “es fan” de las barritas de sabores y las galletas Emperador. Al salir de clases bebe jugo embotellado y alrededor de las 18:00 horas, cuando llega a casa, se alimenta con sopa y el guisado del día.

La dieta de Yael no es tan distinta a la del resto de los niños entre cinco y 12 años que habitan en la República Mexicana. Sofía y Rodrigo, por ejemplo, se levantan alrededor de las 9:00 de la mañana para alistarse y acudir a clases por la tarde. Los hermanos de 11 y 12 años desayunan gelatina con fruta y de “plato fuerte” carne con alguna verdura. Regularmente dedican una hora a los videojuegos y a sus muñecos, se bañan, se peinan y se van a la escuela.

Ana, su madre, una joven enfermera, pone en sus loncheras fruta picada y agua, pero los pequeños complementan con los alimentos de la cooperativa escolar, ya sea tacos, chilaquiles o enchiladas y, al salir, compran botanas o dulces como “gomitas” enchiladas o papas fritas con salsa. Alrededor de las 18:30 horas, cuando regresan a su vivienda, comen otra porción de productos de origen animal y una más de vegetales. A la hora de cenar, cerca de las 10 de la noche, sus platos se llenan de galletas y sus vasos de atole o licuado.

En México, el consumo de productos procesados y ultraprocesados han desplazado la dieta tradicional basada en el maíz y apoyada en nopal, hortalizas, amaranto y frijol. La situación, de acuerdo con Julieta Ponce-Sánchez, directora del Centro de Orientación Alimentaria (COA), ha contribuido en gran medida en desatar la epidemia de obesidad, sobrepeso y diabetes en la que hoy está inmerso el país.

La especialista planteó que la milpa “es un sistema de máxima nutrición al mínimo costo, quiere decir que cuando se desplaza la milpa tenemos mínima salud al máximo costo. El maíz de la milpa, que es el que nutre y sostiene, tiene al enemigo en casa”.

Esos enemigos son los refrescos, las botanas, las salchichas, las galletas, los lácteos con azúcar, la carne de res y cerdo, y la leche, pues las grandes marcas que comercializan dichos productos “han sido las más beneficiadas, al provocar la baja en el consumo de maíz, frijol, algunas hortalizas y amaranto”, denunció Ponce-Sánchez.

La especialista explicó a SinEmbargo que los productos ultraprocesados son aquellos que pasan por más de cuatro niveles de procesamiento; es decir: primero están los alimentos que pueden ser consumidos crudos, enseguida los que necesitan calor, después los que requieren fermentación con un poco de calor y aditivos naturales [yoghurt y quesos], y en el cuarto nivel figuran aquellos que tienen aditivos como colorantes, saborizantes, conservadores, etcétera.

¿QUÉ ESTÁ TERMINANDO CON LA MILPA?

Durante el foro “El maíz en México: Amenazas y alternativas”, Ponce destacó que los factores que deterioran el sistema de milpa son principalmente la baja en el consumo de alimentos de la dieta tradicional mexicana y la excesiva adquisición de productos industrializados.

“Mientras nosotros no aumentemos el consumo de los alimentos de maíz en casa, son en vano todos los esfuerzos económicos, científicos y culturales que se hagan [por defender la dieta tradicional]”, expuso.

En entrevista con este diario digital, la directora del COA planteó que el tipo de alimentación que se está fomentando entre los niños en edad escolar podría agudizar los problemas de obesidad, diabetes y sobrepeso, enfermedades que encendieron una alerta epidemiológica por parte del Gobierno mexicano a cargo de Enrique Peña Nieto, en noviembre pasado.

En el país, tres de cada 10 niños de todos los grupos socioeconómicos, incluyendo a los hogares que se encuentran en situación de inseguridad alimentaria, padecen exceso de peso, según la Encuesta Nacional de Salud y Nutrición (Ensanut) 2012.

La cultura alimentaria actual entre la niñez “está deteriorada. Los niños en el país son los que peores hábitos tienen”, lamentó.

Como punto de partida, Ponce retomó datos de la Ensanut Medio Camino de 2016, realizada con una muestra de 2 mil 597 niños en edad escolar que representan a 12 millones 314 mil 776 de infantes entre 5 y 12 años que viven en México.

Dicha muestra reveló que sólo la mitad come frutas, es decir, menos de 6 millones de niños, mientras 10 millones beben refrescos y 2 millones no toman agua natural. Ante este panorama, alertó, las bebidas azucaradas han posicionado a México como el país donde más personas mueren a causa de dicho consumo, ya que dos vasos de refresco al día matan en México a 68 personas diariamente, lo que se traduce en más de 24 mil muertes al año.

En 2015, de acuerdo con datos oficiales, en México 100 mil personas murieron a causa de la diabetes, enfermedad que tiene costos entre los 92 mil y los 2 millones de pesos.

Además, la encuesta arrojó que sólo el 60 por ciento come frijoles, o sea, menos de 5 millones de escolares. Pero lo que sí consumen son botanas, dulces y postres: 6 de cada 10 niños las ingieren en las mismas cantidades tanto en zonas rurales como en urbanas.

Por si fuera poco, únicamente 1 de cada 5 niños consume verduras frescas; es decir, de los más de 12 millones que están representados en la muestra, 10 millones no las incluyen en sus dietas.

Otro de los “enemigos del maíz” es el cereal de caja saturado de colorantes, azúcar, saborizantes, etcétera. La mitad de los escolares optan por consumir dichos productos entre 2 y 7 veces a la semana y generalmente los acompañan con leche.

El consumo per cápita de leche es de 110 litros, tomando en cuenta a la población total, o sea, 7 de cada 10 mexicanos la consumen habitualmente. Asimismo, los yogures y otros derivados de la leche, que contienen altas cantidades de azúcar, inundan los anaqueles con 400 nuevos productos cada año.

En 2014, la venta de salchichas en México superó los 10 mil millones de pesos, o sea, tres veces más de lo que se destinó al programa PrevenIMSS en el mismo año. “Quiere decir que se vende más salchicha que todo el dinero que se invierte para prevenir la obesidad”, dijo Ponce, quien consideró a dichos embutidos como “el gran veneno y el gran enemigo del maíz”, principalmente consumidos por los infantes y no por los adultos.

“Quiere decir que la porquería se la damos a los niños, los adultos sí podemos decidir y sí nos cuidamos. Están presentes en los menús de los restaurantes [dirigidos a los infantes], son una vergüenza, eso debería estar penado por Ley, es una violación a los derechos de los niños”, recriminó.

Además, acusó que el país “es el paraíso de las leches en polvo”. De acuerdo con datos de Liconsa, en 2012 México importó 34 mil 500 toneladas métricas del producto que de acuerdo con Ponce “desplazó a la lactancia materna” y provocó el aumento de enfermedades no transmisibles como obesidad, síndrome metabólico y diabetes.

El 97 por ciento de las familias consume galletas de forma habitual y a raíz del arranque del programa de Inclusión Social Prospera, antes conocido como Oportunidades, la adquisición de los productos se elevó 4 mil por ciento, aseguró la especialista en nutrición.

Lograr que los niños, futuro de México, vuelvan a la dieta tradicional será tarea difícil pues, cuestionó, “¿cómo vamos a hacer para que estos niños coman más maíz si ya tienen sus moléculas marcadas por la comida chatarra, después se vuelve tradición y finalmente cultura?”.

“Lo que la milpa se llevó fueron todas las grasas cardioprotectoras, proteínas vegetales de más alta calidad biológica y más baratas, fibra, vitaminas y minerales que hoy se compran en la farmacia. Se llevó la salud: Aumentó el sobrepeso, la obesidad y la diabetes”.

en Sinembargo al Aire

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