“Hernán Cortés no fue ni héroe ni demonio”, dice el historiador Stefan Rinke en su nuevo libro

01/05/2021 - 12:44 pm

Para Rinke, "la conquista de Tenochtitlán fue el resultado de una guerra mesoamericana que debe entenderse en la continuidad de una larga historia de conflictos militares entre los mexicas y sus numerosos enemigos”, pero “Cortés y su hueste, en realidad, jugaron un papel menor”.

Por Luis Ángel Reglero

Madrid, 1 mayo (EFE).- Hernán Cortés no fue ni el héroe que se consideró durante mucho tiempo ni el demonio que parece haberse convertido ahora, como explica el último libro del hispanista Stefan Rinke, quien considera "cuestionable" exigir hoy disculpas por lo que pasó hace quinientos años.

En Conquistadores y aztecas. Cortés y la Conquista de México, de la editorial española Edaf, el historiador alemán rebate mitos como que Cortés con unos pocos españoles derrotó a un gran imperio como el azteca.

Ni los conquistadores eran unos genocidas ni los aztecas unos ogros para otros pueblos originarios del actual México, por lo que cinco siglos después "es difícil decir quién debe pedir disculpas a quién”.

MITOS SOBRE CONQUISTADORES Y AZTECAS

Este año se cumple el quinto centenario de la caída de Tenochtitlán, la capital de aquel imperio en cuya derrota los conquistadores españoles en plural, no sólo Cortés, tuvieron su papel, pero no lo lograron solos, advierte Rinke en declaraciones a Efe.

“Tampoco fue el gran héroe que conquistó sin ayuda el vasto imperio azteca con una pequeña banda de españoles, ni el malhechor que destruyó sangrientamente una gran cultura”, subraya.

En parte por casualidad y también gracias a su “inteligentísima” intérprete Malinche, la indígena que fue su concubina con un papel "decisivo" como consejera, consiguió las alianzas adecuadas entre pueblos que, como los tlaxcaltecas, luchaban contra los aztecas, para unirse al bando que resultó vencedor, asevera.

"Se benefició de las casualidades, como cuando los caciques hostiles a él murieron a causa de la peste introducida por los españoles y pudo nombrar sucesores cumplidores”, añade.

Además de emplear una “violencia brutal para romper la resistencia, dar ejemplo y atar más firmemente a los aliados indígenas a él”, destaca, citando como ejemplo la masacre de Cholula, con miles de muertos en pocas horas.

Cortés (1485-1547) no se libró de la leyenda negra contra España como otros muchos conquistadores, aunque en su país pervivió “el mito heroico” mientras que en México tras la Independencia y un siglo después con la Revolución Mexicana se revalorizó la herencia indígena y “fue visto de repente como un cruel destructor”.

A lo largo del siglo XX, el auge de los derechos humanos y los debates sobre la protección de pueblos indígenas contribuyeron a que hoy la imagen de Cortés en el mundo sea “más bien negativa”, apunta.

EL PAPEL DE LOS PUEBLOS ORIGINARIOS

“Hay que abandonar la idea de que la conquista de Tenochtitlán fue sólo una lucha entre europeos e indígenas. Los estereotipos de los ogros bárbaros por un lado y los conquistadores genocidas por otro están obsoletos”, recalca, pues "hubo distintos grupos indígenas que lucharon junto a los españoles contra los mexicas y sus aliados”.

Para el investigador, "la conquista de Tenochtitlán fue el resultado de una guerra mesoamericana que debe entenderse en la continuidad de una larga historia de conflictos militares entre los mexicas y sus numerosos enemigos”, pero “Cortés y su hueste, en realidad, jugaron un papel menor”.

“Es cuestionable exigir hoy una disculpa por los hechos, sobre todo porque no fueron sólo los pocos cientos de españoles los que provocaron la caída de Tenochtitlán”, comenta.

Cuando en 2019 se cumplieron los quinientos años de la llegada de los conquistadores a lo que hoy es México, el Presidente del país, Andrés Manuel López Obrador, pidió al rey de España y al Papa Francisco que se disculparan.

“Muchas comunidades indígenas no sólo participaron, sino que lideraron la campaña de guerra que acompañaron los españoles. Es difícil decir quién debe pedir disculpas a quién”, sentencia Rinke, que en el prólogo del libro concluye: "como historiador, yo no tengo verdades que ofrecer, tan solo una nueva interpretación del pasado”.

Stefan Rinke es especialista en América Latina en la Universidad Libre de Berlín y miembro correspondiente de las academias de Historia de México y de Ecuador, con obras traducidas a varias lenguas y reconocimientos en varios países europeos y americanos.

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