Ciudad de México, 1 de mayo (SinEmbargo).– El Instituto Nacional Electoral (INE) organiza su primera elección y eso ha puesto a prueba tanto el nuevo diseño institucional como las propias reglas novedosas que se introdujeron con la Reforma Electoral de 2014, considera Ciro Murayama Rendón, quien ocupa uno de los puestos en la llamada “herradura de la democracia”.
El Consejero asegura que el primer año del INE como árbitro ha sido una suerte de prueba institucional mayúscula porque tuvieron que poner en práctica una nueva legislación, pero que ninguna de las nuevas tareas que se le dieron se ha dejado de hacer. “Las elecciones son de lo que no puede dejarse de hacer bien en este país, no nos podemos dar ese lujo”, afirma.
El Doctor en Ciencias Económicas y Empresariales por la Universidad Autónoma de Madrid explica que es la primera vez en la historia en la que donde va a haber elecciones concurrentes no hay dos autoridades trabajando a la par o incluso compitiendo por los ciudadanos aptos para integrar una casilla. Antes se realizaban dos procesos por parte de las autoridades locales y de la nacional para buscar a los funcionarios, hoy ese trabajo recae exclusivamente en el INE.
Aunque esto representó más trabajo para el órgano electoral, el Consejero dice que los datos en todo el país demuestran que hay una importante disposición de participar de la gente incluso en las zonas difíciles. Asegura que en lugares de Guerrero el problema más grave es el analfabetismo, más que el conflicto social y político; pero incluso hay localidades en las que la apatía es mucho peor que el analfabetismo, como en el caso de la colonia Polanco en el Distrito Federal.
–¿Cuáles serían las zonas difíciles para los funcionarios de casilla y por qué cuestiones?
–Nosotros tenemos una clasificación de casillas tipo A, B y C. De las casillas A, que son en las que no tenemos ningún problema, tenemos a más de 15 ciudadanos dispuestos a ser funcionarios de casilla, vamos a acabar requiriendo 6 y sus tres suplentes. Luego tenemos las B que son entre 9 y 14 ciudadanos por casilla, y tenemos la C que son de menos de 9. En lugares como Guerrero no tenemos ninguna C, o sea ninguna de preocupación.
–¿En todo Guerrero?
-En todo Guerrero no hay ni una sola C, prácticamente todo Guerrero es A y solo tenemos casillas tipo B en menos de la mitad de uno de los nueve distritos que es Tlapa de Comonfort, sabemos que ahí hay una problemática política porque está la sede del movimiento magisterial indígena, pero hay un problema mayor que es el del analfabetismo; es decir gente que tiene 18 años o más pero no sabe leer y escribir. En Guerrero son más del 10 por ciento de los ciudadanos y en Tlapa se incrementa, entonces pues uno tiene gente los va a visitar, pero no pueden hacerse cargo de la elección, precisamente por el problema de analfabetismo. Entonces estamos enfrentando una situación socioeconómica y de atraso en las condiciones de vida.
–¿Esto ha atrasado un poco el proceso?
–No. Es parte de nuestro trabajo, de hecho no tenemos ninguna casilla C,o sea no tenemos ninguna casilla de riesgo en Guerrero. ¿Dónde hay casillas C? En Polanco, en el Distrito Federal. La apatía para estos fines es peor que el analfabetismo.
-¿Y no cree que esta reacción de la ciudadanía podría ser por el descontento social que existe actualmente?
–El descontento social debería estar en donde la gente socialmente está peor y yo creo que así es, pero una cosa es el descontento social y otra cosa es la apatía, la indisposición a regalar un domingo del tiempo de uno a instalar una casilla y hay disposición en Oaxaca, Chiapas, Guerrero más que en una parte de Polanco.
NO HAY UNA BALA DE PLATA
Para el Consejero, una parte de su trabajo es estar atento a las críticas de otros actores políticos, pero dice que no pueden estar trabajando para buscar un aplauso inmediato. “El árbitro no se puede dejar llevar por el graderío, el árbitro tiene que aplicar la norma, la regla. […] Hay decisiones cuando los partidos están rivalizando que no pueden dejar contentos a los dos ni a los seguidores de los dos”, comenta.
En ese contexto, refiere, que vivimos en país con una larga tradición de desconfianza en los procesos electorales, pero también en la ciudadanía en general. El “Informe País” señala que el 70 por ciento de los mexicanos no confía en los demás y la autoridad electoral confía como un 36 por ciento, “pero no es un problema de faltas de credibilidad del INE. Ojalá eso fuera. Esto nos habla de un tejido social que está muy fracturado en nuestro país, es decir hemos perdido el sentido de nosotros de pertenencia a una sociedad con los mismos valores y causas objetivos somos una sociedad muy fragmentada con identidades muy excluyentes”.
Agrega que “a veces los actores se comportan como si solo ellos tuvieran derecho a ser actores políticos, cuando la democracia justamente es el reconocimiento del derecho de los otros a existir y de las minorías a convertirse eventualmente en mayorías y de las mayorías a ser minorías. En una situación así de desconfianza generalizada nuestro trabajo es administrar esa desconfianza, es llevar a buen puerto la elección a pesar de todas las desconfianzas y suspicacias”.
Algunos de los cuestionamientos que se tienen hacia el INE vienen de años atrás en procesos en los que hubo acusaciones de distinta índole como temas de fiscalización, gastos excesivos de campaña hasta el problema que quién estaba a cargo de las casillas electorales. Cada uno de esos conflictos se ha ido sorteando: En México la historia ha sido que cuando se detectan problemas se atacan bien o mal y a la siguiente elección salen otros problemas que se quieren atacar.
“Lo que pasa es que no hay, en esta materia, una bala de plata, una receta que cure la desconfianza de una vez y para siempre. Va a haber nuevos temas y vamos a tener que seguir pensando en cómo inyectar confianza, la buena noticia es que a pesar de esa desconfianza todos los síntomas de una democracia genuina están en México”, afirma Murayama Rendón.
Pone de ejemplo que hay alternancia en miles de municipios y decenas de gobiernos, y dos veces en la Presidencia de la República, que no hay más un partido hegemónico ni un solo estado donde no haya elecciones competidas, tampoco hay un solo partido que controle el Congreso de la Unión; es decir que si no hubiera elecciones auténticas no tendríamos cambios de gobierno, no habría voto de castigo ni equilibrios de poder en los Congresos; tampoco emergencia de partidos nuevos o desaparición de otros.
“Más allá de la desconfianza, lo cierto es que las elecciones están pasando la prueba del ácido en términos de que están permitiendo que la pluralidad política de una sociedad se exprese formalmente en el régimen político. La democracia siempre tiene que ser formal, política, pluralista y representativa eso tenemos en México”, afirma.
LA DEMOCRACIA TAMBIÉN ES RENDIR CUENTAS
El Consejero plantea que la democracia es el único sistema que puede fortalecerse de la propia crítica, y en ese contexto los partidos no son figuras que gocen de la simpatía en las encuestas, advierte que si no son capaces de ser sensibles, de reaccionar y de procesar la crítica que la sociedad hace a un sistema de partidos específico, ese sistema puede desaparecer.
Explica que lo que requerimos es que los actores políticos sean sensibles a esta crítica y capaces de replantear su trabajo, ya que buena parte del legítimo cuestionamiento a los resultados de la democracia tienen más que ver con cómo se gobierna y cómo se legisla que con el tema electoral. Durante muchos años hemos estado cómo se llega al poder, pero es el momento de preguntar para qué se llega al poder y cómo se ejerce ese poder.
“No nos quedemos solo en el tema de la puerta de entrada sino cómo te desempeñas una vez que estás ahí. La aduana de entrada es la votación ciudadana, pero ese no es el único requisito de la democracia, la democracia también implica rendición de cuentas del gobierno”, expresa.
En ese contexto, dice, lo que se está viendo en América Latina con las marchas y las críticas a los gobiernos es que estamos teniendo sociedades cada vez más intolerantes, pero “por fortuna hay intolerancias que son buenas hacia la corrupción”.
Explica que la profundización de la democracia en países latinoamericanos se relaciona con el ejercicio del gobierno y no con el momento de llegar al gobierno; que si la representación política no se ha traducido en resultados tangibles y todavía existen insuficiencias tiene que ver con cómo está funcionando el sistema democrático más que cómo están funcionando las elecciones.
“El derecho al sufragio, el derecho a que la sociedad elija a sus gobernantes empieza en la construcción del Estado de derecho; es decir si queremos un Estado donde se respeten las leyes, el derecho político fundamental es el derecho al voto. Falta lo demás, pero no confundamos principio con final. Me parece que a veces sobrecargamos la agenda electoral y desatendemos la agenda del ejercicio de gobierno y de la construcción de una democracia más sólida, entre otras cosas porque hay que decirlo hay un discurso antipolítico en el medio ambiente”, afirma.
-Ante este clima de discurso antipolítico, ¿cuáles son las prioridades del instituto electoral?
-Pues la prioridad es hacer bien su trabajo para que más allá del discurso antipolítico, los derechos políticos fundamentales, como lo es el del ejercicio al voto, se puedan ejercer. Por ejemplo en 2009 hubo una campaña a favor del voto nulo o de no participar en las elecciones, yo creo que en un país tan desigual donde una parte muy importante de la población incluso vive en condiciones de pobreza tiene en el voto uno de los pocos instrumentos para incidir en el destino de su país y el discurso antipolitico justamente desprecia hasta ese pequeño, pero valiosísimo instrumento de la gente que tiene que es el voto.
El Consejero sostiene que “las elecciones son la llave para asegurar que podemos cambiar de gobiernos sin derramar sangre” y que por eso son muy importantes.
“Si algo nos preocupa hoy en México es la violencia y la inseguridad, bueno a la violencia tanto de la delincuencia organizada como de la desorganizada de los grandes grupos o de las pandillas de barrio, del delincuente que asalta los microbuses o del delincuente que cuenta con ejércitos a su disposición, eso nos preocupa, ha afectado la vida cotidiana de los ciudadanos de las familias, pues no debemos de sumar la violencia política a este escenario”, dice.