Pese a que las ventas se han reducido hasta en 10 por ciento, la Central de Abastos, el mercado más grande de alimentos del mundo, no para sus actividades pese a las medidas sanitarias por la pandemia de coronavirus en México anunciada el pasado domingo; la Central recibe, todos los días, alrededor de 45 mil toneladas de distintos alimentos que se encargan de alimentar a, por lo menos, 20 millones de personas.
Por Eduard Ribas Admetlla
México, 1 de abril (EFE).- A pesar de una menor afluencia de compradores por la crisis del coronavirus, la Central de Abasto de Ciudad de México, considerado el mercado de alimentos más grande del mundo, trabaja sin descanso y con dispares precauciones sanitarias para alimentar a millones de personas del país durante la pandemia.
“No vamos a parar. Así la contingencia sea muy complicada, el suministro de alimentos está garantizado tanto por parte de los campesinos como de la Central de Abasto”, aseguró este miércoles a Efe Pedro Torres, presidente de la Unión de Comerciantes de la Central, quien vende frutas al mayoreo desde 1995.
La industria de la alimentación es una de las actividades económicas consideradas esenciales en la declaración de crisis sanitaria del Gobierno de México de esta semana, por lo que debe seguir funcionando a todo gas durante la pandemia, que lleva mil 215 enfermos y 29 fallecidos en el país.
El bullicio y el ajetreo no se detienen durante casi las 24 horas del día a lo largo y ancho de las 327 hectáreas – siete veces la Ciudad del Vaticano – que mide la Central de Abasto de la capital mexicana, definida popularmente como una ciudad dentro de la ciudad.
“Los comerciantes, los locatarios y los bodegueros estamos todos abiertos. No he tenido conocimiento de algún compañero que haya cerrado”, explicó Torres, aunque estimó que las ventas al mayorazgo se han reducido entorno al 10 por ciento por el cierre de restaurantes de la capital mexicana.
Y es que las ventas al por mayor son la actividad principal de la central, donde cada día llegan cerca de 45 mil toneladas de frutas, verduras, carnes y abarrotes para abastecer mercados, supermercados, restaurantes, hoteles y hogares del área metropolitana de Ciudad de México, donde viven unos 20 millones de personas.
MEDIDAS SANITARIAS DISPARES
Entre el tráfico de vehículos de carga que transportan alimentos arriba y abajo de la central es posible divisar algún trabajador con tapabocas, aunque los comerciantes admiten que es difícil establecer un estricto control sanitario, dado que la central está abierta a todo el público.
“La recomendación de todos es lavarnos las manos mínimo 20 veces al día y más cuando recibimos dinero”, dijo Torres tras explicar que los pasillos y bodegas se lavan cada noche y que los cerca de 500 mil trabajadores ya no se saludan con abrazos.
El lugar que concentra más gente ajena a la central es la nave de frutas y verduras dedicada a las ventas minoristas, donde ríos de familias hacen la compra desafiando la recomendación de evitar lugares concurridos.
En esta zona regenta un puesto de venta de limones María, quien aseguró que sus ventas han caído a la mitad a pesar de que todavía se ven muchos compradores en este mercado fundado en 1982.
Esta comerciante, que tiene que compaginar su trabajo con el cuidado de sus hijos debido al cierre de las escuelas, vende los cítricos con mascarilla y guantes bajo la premisa de que “si yo me cuido, cuido a los demás”, e intenta que sus compradores usen gel antibacterial.
“Hay clientes que, como no tenemos ese hábito y esos valores de prevención, se molestan. Tengo mi gel, quieres ponerle a los clientes y se lo toman a juego: ‘No estoy débil, no tengo por qué protegerme'”, explicó.
CLIENTES FIELES
Los bajos precios de los alimentos en la central, que llegan a estar a la mitad que en otras tiendas de alimentación, son el gran reclamo para los clientes que, a pesar de la crisis sanitaria, seguirán acudiendo a este mercado en el que se mueve tanto dinero como en la bolsa mexicana.
“A diferencia de otros supermercados, aquí no se especula tanto por los precios, se mantienen los precios económicos”, explicó a Efe Javier, un profesor universitario que aprovechó el parón de clases por la pandemia para hacer la compra.
Según los comerciantes, hace dos semanas hubo un incremento de precios por las compras de pánico desatadas por la COVID-19, pero rápidamente volvieron a estabilizarse.
Javier tiene claro que seguirá comprando regularmente en la Central de Abasto tomando sus “precauciones”, puesto que en el coche tiene alcohol para desinfectar sus manos y al llegar a casa limpia la ropa que llevaba puesta durante la compra.
Lo que no tiene previsto es llevar mascarilla, dado que “no tiene caso ponerse cubrebocas salvo que uno esté enfermo”.
El Gobierno de México decretó esta semana la emergencia sanitaria, lo que obliga a parar las actividades económicas no esenciales, y exhortó a la población a quedarse en sus casas, aunque la cuarentena no es obligatoria para no afectar a los millones de personas empleadas en el trabajo informal.
El Presidente, Andrés Manuel López Obrador, presentará el domingo un plan de apoyo económico para mitigar los efectos de la crisis sanitaria a la débil economía mexicana, que en 2019 decreció un 0.1 por ciento.