Por Judith Amador Tello y Blanco González Rosas
MÉXICO, D.F. (proceso).- Formada como historiadora de arte, la nueva coordinadora de Difusión Cultural de la UNAM, María Teresa Uriarte Castañeda, asegura que no le tiembla la mano a la hora de tomar decisiones difíciles. Se compromete a revisar los mecanismos de operación de la dependencia y hasta las supuestas mafias o y grupos formados en su interior. Ofrece, pues, transparentar la administración cultural.
Entrevistada por Proceso en sus oficinas en el Centro Cultural Universitario, dice no tener todavía un proyecto de trabajo; requiere antes de un diagnóstico, pero confiesa que le gusta lo hecho hasta ahora en esa área cultural, y hasta justifica la creación del Museo Universitario de Arte Contemporáneo (MUAC).
Además, niega que la salida –en medio del escándalo– del escritor Sealtiel Alatriste, hiciera mella en el prestigio del rector o de la propia institución educativa. Por el contrario, dice, cuando se ataca a la UNAM los pumas rugen.
Aunque fueron acciones personales las que motivaron la salida de Alatriste (Proceso, 1839 y 1842), Uriarte lamenta que en el manejo mediático “jalaron parejo” y ahora “hasta los investigadores son plagiarios”. Al propio rector José Narro Robles le cuestionaron si acaso estaba solapando al escritor o por qué lo mantenía en el puesto.
“No creo que en ningún momento lo haya solapado. Tenemos muchos niveles. La UNAM no es santo de la devoción de un sector muy amplio de la población mexicana. Eso ha quedado muy claro en los últimos días”, esgrime la historiadora. En alusión a críticas recientes, antiguas y constantes a la institución (por ejemplo, las de la candidata panista Josefina Vázquez Mota), ironiza que son “un monstruo que crea delincuentes y políticos frustrados o activistas” y agrega:
“Sí, tenemos eso. Tenemos 330 mil alumnos. Habrá alguno que sea esto, sí; que sea esto otro, también. Y habrá alumnos extraordinarios que conozco y me encanta darles clases. La UNAM es un universo.”
La universidad no se vio afectada por ello, anota, pues sus labores de docencia, investigación, difusión de la cultura, creación sus bibliotecas especializadas y demás, “siguen perfectamente bien”. En cuanto al rector, dice que es una figura pública “de enorme relevancia” y como cualquiera “tiene sus claroscuros”. Y argumenta sobre su antecesor:
“Sealtiel es mi amigo y cometió un error. Ahora, me parece que hubo un linchamiento literal en contra de él. No estoy en favor ni en contra, no tengo suficiente información, pero he leído sus libros y sé que los párrafos aatribuidos a un plagio no están ahí.”
Dado que la información sobre el supuesto plagio circuló en buena parte a través de las redes sociales, la nueva coordinadora opina que debe cuestionarse el papel de estos medios, pues si bien pueden ser “vehículo de expresiones extraordianrias”, son un “foco rojo” en cuanto a la responsabilidad de emitir un juicio que se multiplica.
Denuncia: “Hay empresas que se contratan y replican en twitter 25 mil, 80 mil entradas. Por ejemplo, en el caso de Sealtiel, me parece asombroso que haya habido en una ocasión más de 40 mil entradas con este tema. ¿A quién le interesa? ¿A 40 mil personas en México? Honestamente, no lo creo.”
Como parte de los señalamientos al escritor a raíz del premio Xavier Villaurrutia, se habló de grupos, mafias y cacicazgos intelectuales en la UNAM. El nombre del escritor Ignacio Solares salió a relucir no sólo por haber sido parte del jurado del premio, sino porque ha ocupado varios cargos en la institución desde años atrás. Actualmente es director de la Revista de la Universidad de México. Se le pregunta entonces si está dispuesta a investigar si se dan estos fenómenos en la Coordinación:
“Mire, en todas partes existen estos grupos. Yo no pertenezco a ninguno, estoy absolutamente alejada y además el arte prehispánico no provoca tantas pasiones, pero por supuesto que estaría dispuesta. No tengo ningún problema en revisar ningún proceso. Sí tengo un prurito cuando están involucrados cuerpos colegiados.”
Añade que muchas de las decisiones académicas en la UNAM se toman a través de estos órganos y “es la manera en la cual los universitarios nos sentimos defendidos”. Quizá a muchos no les gusten sus decisiones y hay una defensoría, pero “dentro de lo imperfecto que puede ser cualquier sistema de decisiones, éste es un poquito menos imperfecto”.
ELEFANTES
Nombrada el pasado 8 de marzo por el rector, la exdirectora e investigadora del Instituto de Investigaciones Estéticas, miembro hasta ese día de la Junta de Gobierno de la UNAM, responsable del Seminario de Pintura Mural Prehispánica y creadora del Museo Tlatelolco en la antigua sede de la Secretaría de Relaciones Exteriores, ha dicho que presentará su proyecto tras un análisis para detectar las fallas y aciertos de Difusión Cultural.
Se tomará unos cuatro meses, pero según ella hasta ahora no ha detectado fallas; considera a su equipo como “extraordinario” y “de alto nivel académico”, por lo cual no prevé hacer cambios por el momento, aunque advierte que no le “tiembla la mano nunca” al momento de tomar una decisión difícil.
Esposa del senador Francisco Labastida Ochoa, gobernador de Sinaloa en el periodo de 1987 a 1992, y excandidato a la Presidencia de la República en 2006, responde a la pregunta de cómo se siente en este nuevo cargo, tras dejar además la Junta de Gobierno donde, quizá, tenía una influencia mayor en toda la UNAM y no sólo en Difusión Cultural:
“Me siento ante un reto. Como cuando Francisco me dijo que me hiciera cargo del programa cultural de Sinaloa. Dije: Dios, ¿por dónde empiezo? Él me dijo: ‘Mira, tienes un elefante y lo tienes que comer, tú decides cómo, no te lo puedes comer de una porque te vas a morir’. Es exactamente lo mismo: Estoy frente a un elefante, le estoy conociendo la trompa, luego le conoceré bien las orejas, las patas. Cuando tenga un conocimiento para decir: Esta área la conozco plenamente y debo hacer esto o quiero hacer aquello, entonces lo haré. No soy de decisiones intempestivas, ya no, ya estoy muy vieja para dejarme llevar pasionalmente.”
Agrega que realmente se considera una mujer activa, y al haber rebasado los sesenta años de edad no tiene pendientes. Su pareja es ya más “de amistad” y “compañerismo” que la demanda de acompañarlo siempre. Además “afortunadamente tengo un marido muy ocupado y muy liberado… Es muy tranquilo, entonces tengo todo el día para mí”.
No obstante ha dicho que primero hará el diagnóstico, se le insiste si tiene algunas líneas o si el rector Narro le ha pedido continuar el anterior proyecto o darle un giro. Expresa que éste le ha dado independencia para trabajar y la única línea que ha recibido de él fue para la creación del Museo Tlatelolco. Y asume: “los éxitos son del rector”, y los fracasos y equivocaciones, de ella.
–Como universitaria conoce lo hecho en Difusión Cultural, ¿le gusta?
–Sí, sí me gusta. Me he estado entrevistando con todos los directores. Es lo que me ha tomado más tiempo en esta semana: Conocer sus áreas, sus inquietudes, ver sus necesidades, ver cómo estamos, qué están haciendo y la verdad, estoy encantada, creo que hay un grupo extraordinario de profesionales en cada una de las áreas.
Refiere que la Coordinación tiene un consejo y piensa revitalizarlo invitando a investigadores de diferentes disciplinas, no necesariamente del arte y la cultura, sino de ciencia, como el bioquímico Francisco Bolívar Zapata, de matemáticas, biología y astronomía, entre otros.
El consejo se reúne para debatir asuntos de la Coordinación y ahora está conformado por los directores de área, entre ellos Julieta Giménez Cacho, secretaria técnica de Programación y Asuntos Internacionales; Sergio Raúl Arroyo, director del Centro Cultural Universitario Tlatelolco; Rosa Beltrán, de Literatura; Armando Casas, del Centro Universitario de Estudios Cinematográficos; Cuauhtémoc Nájera, de Danza; Enrique Singer, de Teatro; Graciela de la Torre, de Artes Visuales; y Ernesto Velázquez, de TV UNAM.
Hay también miembros del Consejo Académico de las áreas de Ciencias Biológicas y de la Salud, de Físico Matemáticas e Ingenierías y Sociales, así como representantes de facultades como la de Arquitectura y Filosofía y Letras, y de institutos de investigación como los de Filológicas y Estéticas.
El punto es si este organismo es operable a la hora de tomar decisiones cuestionadas incluso al interior de la propia universidad y que parecen más bien “personales”, como el caso del MUAC al cual su impulsor, el excoordinador de Difusión Cultural, Gerardo Estrada, llamó “mi museo”.
¿Revisará –en un proceso de transparencia– cómo surgió el proyecto, que en su momento fue considerado como un elefante blanco y hasta se hizo una comparación con la “megabiblioteca” Vasconcelos, de Vicente Fox?
Uriarte disiente de las opiniones, para ella uno y otro “nada tienen que ver”, ni por el costo “ni por la vida que tienen”.
–Dice que es distinto, pero ¿hará una revisión?
–Sí, no tengo ninguna duda. Es del absoluto convencimiento del doctor Narro que debemos una total transparencia en todas las áreas de la UNAM. No solamente aquí. A eso debemos llegar. Porque no tengo duda de que el dinero se debe manejar con transparencia y absoluta responsabilidad de los titulares.
Según cifras publicadas por el periodista Eduardo Cruz Vázquez para dar cuenta de lo que considera “un desastre” de las políticas de la Coordinación, el presupuesto de 2010-2011 de la UNAM fue de de 31,654 millones de pesos, de los cuales se destinan 2,600 para “extensión universitaria”. De esa cantidad “1,800 millones se van a gastos de operación y el resto en lo que se denomina ‘inversión’, es decir actividades”. Basado en estadísticas hechas por la propia universidad indica también que en el 2006, con 1,607 millones de pesos, se atendieron 3 millones 539 personas; mientras que en el 2011, con 2,403 millones, se dio servicio sólo a un millón 947 mil. Esto es, mayores recursos para menos personas.
Al exponerle esta situación a Uriarte, parece sorprenderse. Interviene entonces Grisela Iglesias, secretaria de Comunicación, para señalar que en esa época el Museo del Chopo estuvo cerrado pero organizó exposiciones en el Metro por lo cual sus cifras subieron “de una manera tremenda… eran millones de personas”. Se les hizo ver que no podían reportar las cifras de esa manera y por esta razón bajó el indicador posteriormente.
MOMENTO CRUCIAL
Se le pide su opinión sobre la política cultural federal. Y aunque responde primero que el Conaculta ha hecho “un gran esfuerzo” y su titular Consuelo Sáizar “ha tomado decisiones muy acertadas en un campo vastísimo”, agrega que “México no tiene muy claro todavía qué camino seguir en el área del quehacer cultural”.
Uno de sus señalamientos es también la falta de empresarios comprometidos, pues si “tuviéramos un Rockefeller” habría un MOMA (Museo de Arte Moderno de Nueva York). Está el museo de Carlos Slim y pronto abrirá el suyo el coleccionista Juan Antonio Pérez Simón, “pero no es el común denominador, de hecho no hay una política fiscal en México que permita sustentar programas de apoyo para la cultura, por ejemplo”.
–Usted ha dicho que éste es un momento importante pues los mexicanos decidirán su futuro. Independientemente del partido político que llegue a la presidencia y la política cultural que se defina, ¿qué relación espera tener con las instituciones culturales?
–Cordial. Tengo una muy buena relación con Consuelo Sáizar y espero que se mantenga, independientemente de quién resulte electo. Creo que la UNAM tiene la responsabilidad de presentar un posible programa cultural y nos vamos a avocar a eso lo más pronto que podamos. Ya estamos trabajando.
La UNAM, adelanta, propondrá qué podría ser útil en las diferentes áreas: televisión, radio, cine, conservación y restauración de bienes, en fin. Elaborará una propuesta para todos los candidatos “sin color”, que se complementaría con el quehacer cultural de la universidad.
Desde la llegada del panismo con Vicente Fox y luego con Felipe Calderón, la política cultural ha sido criticada. En una entrevista en junio de 2006 con Cruz Vázquez, Uriarte declaró:
“…estoy convencida de que el verdadero cambio estaba en Francisco (Labastida) y en la mujer que lo hubiera acompañado, que no tenía precedente en la historia de México.”
–¿Qué hubiera hecho en cultura? –le preguntó el periodista.
–Me hubieran interesado fundamentalmente los grupos indígenas, la vinculación entre educación y cultura y la conservación del patrimonio cultural. De lo que estoy segura es de que no hubiera creado una Secretaría de Cultura. Tengo la impresión de que más burocracia no resuelve las cosas.
–¿Habría una política cultural distinta? –se le inquiere ahora.
–No sé, no sé, porque no está Francisco Labastida.