La película fue todo un éxito en México, donde ganó diez premios Ariel (los equivalentes al Goya español), entre ellos, mejor película, director, banda sonora, vestuario y maquillaje y actor revelación para Daniel García, un prodigio de comunión natural con la cámara, sin él que no hubiera sido posible Ya no estoy aquí.efe
Por Alicia G.Arribas
Madrid, 1 mar (EFE).- Ya no estoy aquí no es la primera película de Fernando Frías (Ciudad de México, 1979), pero sí la que le ha puesto en el mundo; la cinta, un hermoso poema visual acunado por las cumbias rebajadas que bailan sus protagonistas, Los Kolombia, va camino al Óscar por México, y aquí, en España, luchará por el Goya.
Frías, director, productor y guionista, ha contado a Efe que, al contrario de lo que suele pasar con las producciones mexicanas, que son éxito en su país después de “dar el campanazo” fuera, su película “nació, creció y triunfó” en México y luego voló a otros lugares, como ahora, a España, para competir por el Goya.
“Las competencias (competiciones) en cine son algo bastante relativo, no es un deporte, no es un partido de tenis, son simplemente una celebración, aunque algunas veces ayudan muchísimo para generar la visibilidad de tus proyectos a nivel mundial”, ha apuntado.
Lo cierto es que sus compatriotas -ambos ganadores del Óscar- Alfonso Cuarón y Guillermo del Toro han respaldado su aterrizaje en Hollywood; el director de El laberinto del fauno subió a su Twitter sobre Ya no estoy aquí que “este espléndido filme me hizo eco, me emocionó, me sacudió, me hizo pensar y me provocó profunda admiración y respeto”.
Y no solo eso, también recomendó buscarla en Netflix, que la ofrece desde el 27 de mayo de 2020. “Habla con fuerza y poder. Al chingadazo, sin rodeos y con hartos huevos”, considera Del Toro.
“No sé si estoy digiriendo todo esto”, ha señalado Frías. “Desde el estreno de la película, con estos exitosos resultados no esperados, y en medio de la pandemia, cada día es más raro. Día con día, lo que siento es gratitud y sorpresa”.
Y nerviosismo por la designación, ha reconocido, pues no había “presupuestado emocionalmente” estar en estas carreras tan relevantes, “no estoy entrenado”, ha dicho con sencillez.
La película fue todo un éxito en México, donde ganó diez premios Ariel (los equivalentes al Goya español), entre ellos, mejor película, director, banda sonora, vestuario y maquillaje y actor revelación para Daniel García, un prodigio de comunión natural con la cámara, sin él que no hubiera sido posible Ya no estoy aquí.
García es Ulises, un chico de 17 años habitante de un barrio pobre de la cosmopolita y rica Monterrey, que junto con sus amigos Chaparra, Negra, Pekesillo y Sudadera, bailan cumbia rebajada -a menos revoluciones-, la máxima expresión de la subcultura artística Kolombia, y con su propio grupo, al que llaman “Los Terkos” -igual que su “clica” (pandilla)-, se presentan a concursos.
Visten de una manera muy particular, con ropas anchas que recuerdan a los ‘hip-hoperos’, pero con colores y diseños aztecas, y rapados de pelo a dos colores con largas patillas y crestas; unos atuendos que les dan identidad y reconocimiento, mientras se rinden a la ralentizada voz de Lizandro Meza.
El director mexicano ha desvelado que Ya no estoy aquí nace de “cinco inquietudes” a las que necesitaba dar cauce: la fascinación por esas cumbias lentas, la pertenencia a las pandillas, la violencia del narco, hallar el modo de mostrar la realidad sin tanta tragedia y enseñar ese lugar de contraste “poderosísimo”, mezcla de desierto y naturaleza.
Gracias a Los Kolombia, Frías ha encontrado a una “segunda familia”. “Me generan un sentimiento de cariño y de pertenencia, de haber compartido y de haber construido algo juntos, como haber sido capaces de terminar el rodaje. Y, en términos de aprendizaje de ellos, diría que sorprenden con cosas para las que tienen una madurez impresionante”, ha comentado.
Y ha añadido que, además, le enseñaron a “encontrar paciencia” en su interior, sobre todo cuando las cosas han estado “más complicadas”.
A pesar de la poesía, la película no esconde la violencia que viven las calles a cuenta de la guerra contra el narco. De hecho, un enfrentamiento entre carteles, con Ulises en medio por error, acaba en una muerte y el chico tiene que huir ilegalmente a EE.UU.
Una vez en Queens, Ulises, que solo cuenta con el refugio que le ofrece una adolescente china, se muere de nostalgia.
“Siempre acabo hablando del choque cultural y de cosas que ni son diferencias ni son similitudes, sino que son ambas cosas a la vez. Aquí hay un campo muy amplio para hablar de las emociones humanas”, ha relatado Frías.
De las cintas con las que compite en los Goya sólo vio El agente topo, y le gustó “muchísimo”. “Es un gran honor -ha dicho- estar codo con codo con estos grandes”.