Nueva York, 31 dic (EFE).- Conciertos de Elton John o Erasure, bailes de máscaras en hoteles lujosos, ópera, fiestas que rememoran “El Gran Gatsby” o alguna que otra orgía son algunos de los planes para recibir el 2015 en Nueva York sin querer pasar por los agobios y la muchedumbre de Times Square.
Despedir el año en Nueva York es un plan clásico, pero una vez en la ciudad, hay opciones que quizá no sean tan evidentes como ver la bola caer.
Mientras Taylor Swift será la encargada de cantar en Times Square antes del furor del nuevo año, otros artistas tampoco pasarán ese momento con sus familias, sino en los escenarios.
Elton John en el Barclays Center, Erasure en el Terminal 5 o el dj del momento, Diplo, en el Madison Square Garden junto a Skrillex, son algunas de las propuestas musicales más destacadas de la noche.
Los que quieran participar más en el espectáculo, pueden irse al baile de máscaras al estilo “Eyes Wide Shut” que se organiza el hotel McKittrick, donde se representa la exitosa obra “Sleep No More” y que se mezclará en el último día de 2014 con las propuestas del público, vestido para la ocasión.
Otro espacio, esta vez más alejado (en la zona de Jamaica, en Queens) acogerá una fiesta que recreará el ambiente de los felices años 20 que alumbraron la novela de Scott Fitzgerald “El gran Gatsby”. Derroche de “glamour” y champán al margen de la crisis en la sala de conciertos Amazura.
Y en Brooklyn, de manera algo más “underground”, el bar One Last Shag hará una despedida del año con Paris Hilton como inspiración, aunque los precios son poco dignos de la multimillonaria: 10 dólares.
Espectáculos clásicos de esta fecha son el ballet afroamericano Alvin Ailley, al igual que las míticas Rockettes y la ópera Metropolitana ofrecerá una representación de “La viuda alegre” con la popular Renée Fleming. Las entradas en platea para esta última opción cuestan 500 dólares.
Aunque clásico en su inspiración (por mirar al Hollywood dorado), Charles Busch dará su habitual toque “camp” a la mitomanía con su espectáculo de transformismo con Tom Hudson al piano, que tendrá lugar en el 54 Below por 85 dólares, además de un consumo mínimo de comida y bebida de 45 dólares.
Y hablando de comida, los restaurantes más caros serán igual de caros que siempre, como el Eleven Madison Park, que seguirá costando unos 300 dólares propina incluida. Quizá sea el mejor momento para ir.
Otros, como los Applebee’s de Times Square, seguirán ofreciendo sus aros de cebolla pero a 375 dólares, ya que se encuentran dentro del cordón policial que cierra la plaza y sus mesas dan una vista privilegiada de la celebración. Es el precio de estar donde todo el mundo, pero sin todo el mundo.
Otra necesidad básica, esta vez el sexo, es lo que ofrecen en la fiesta “Behind Closed Doors”, en la que las mujeres ejercen de dominadoras de los hombres y llevan las riendas. El precio oscila entre los 140 por pareja y los 50 dólares para mujeres solteras. Al menos, se soluciona la pregunta del “¿qué me pongo?”.
El fetichismo también tendrá su lugar en el club Starlet en Queens y el gurú de los planes nocturnos del colectivo homosexual, Daniel Nardicio, también ha organizado un evento de ropa opcional cuya localización no se sabrá hasta pagar la entrada de entre 30 dólares. Visto lo visto, y prometiendo como prometen una fuente de champán, es uno de los planes más baratos de la ciudad.
También se puede pasar la Nochevieja en las aguas del río Hudson o el East River, y así lo proponen varias empresas que este año, más caliente que el anterior, se ha saldado con casi todas las plazas agotadas. Las pocas que quedan están a unos 200 dólares.
Y para los que quieran una fiesta en discoteca de toda la vida, quizá la mejor opción sea la que está más de moda entre los neoyorquinos amantes del “techno”: la sesión del club itinerante Shade, que con su temática futurista ambientada en el fin de año de 2084 promete un lugar sorpresa espectacular.
Estas fiestas siempre acaban siendo multitudinarias y alargan la noche hasta el amanecer, por lo que quizá la mejor manera de desintoxicarse sea lanzarse al mar en Coney Island, donde cada Año Nuevo el Polar Bear Club desafía las bajas temperaturas y se da un chapuzón en las aguas del Atlántico. EFE