Línea UAM | La legalización de la mariguana en México a debate

31/10/2015 - 12:04 am
Foto: Shutterstock
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En esta entrega se describe la importancia de analizar el contexto del país, la población a la que llegaría y las consecuencias que traería despenalizar la mariguana

Ciudad de México, 31 de octubre (SinEmbargo).- Me pregunto si los que están de acuerdo con la legalización de la mariguana, han reflexionado en las implicaciones que tiene su consumo, tanto en términos de salud pública, como en sus alcances sociales. No es lo mismo legalizarla en algunos estados de EU y otros países, que legalizarla en México, en donde la corrupción campea y controla importantes sectores de la vida pública y privada del país.

Los que favorecen tal iniciativa, piensan que controlar la producción de mariguana y su respectiva distribución y colocación en sitios determinados, ayudará a los consumidores. Aquí examinaremos algunos aspectos de un tema rigurosamente polémico.

Los efectos de la mariguana son variables de acuerdo a cuánto se consume y en qué contexto emocional se utiliza. Aspecto que veo que no se toma en cuenta en la iniciativa de legalización de la mota. Es decir, la salud mental del consumidor resulta factor esencial para reconocer la dimensión de los efectos de la yerba. En una palabra, es fundamental reconocer qué se consume, cuándo se consume, con qué frecuencia, para qué se consume y cuáles son los resultados y efectos de lo que se consumió. El contexto es fundamental para reconocer el tema.

El usuario de la mariguana presenta una exaltación de las emociones, agudiza los sentidos con sensaciones de relajación; el sentido del tiempo se relativiza, se disminuyen y pierden los reflejos y la capacidad de concentración y la memoria se desvanece. La persona que consume, particularmente bajo estados depresivos, corre mayores riesgos.

Importante describir que la mariguana, no genera estados depresivos per se; es la depresión, el factor que puede condicionar determinados efectos críticos en el consumidor.  Se cree ordinariamente que la mariguana puede “aliviar” el dolor emocional y “cura” lo que molesta, desagrada. Esto es parte de la supuesta inocuidad de la mota, especialmente cuando se afirma que los consumidores presentan menos problemas que los que consumen por ejemplo, alcohol.

La mariguana desinhibe, origina euforia, ansiedad, agitación, altera el juicio, produce alucinaciones y produce una significativa pérdida de sentido de la realidad. No podemos estar de acuerdo, en que los sujetos tengan una importante pérdida de la realidad, en un contexto social, grupal y familiar dominado por la violencia que cotidianamente vivimos. No creo que la legalización de la yerba contribuya a reducir tales montos de violencia.

Por el contrario observo entonces, importantes riesgos en la salud física y emocional de los consumidores. Pocos son los promotores de la legalización de la mariguana, a los que les he escuchado puntualizar en tan complejas dinámicas.

La mariguana ha cumplido una función trascendental en los conflictos bélicos; en diferentes momentos históricos ha sido objeto de comercialización y consumo. Por ejemplo, en la Revolución Mexicana y épocas posteriores, el uso de la mariguana entre la población se generalizó por diversas vías, sustentadas en una estructura de corrupción vigente hasta hoy en día.

Vivimos en una sociedad controlada por diferentes grupos del crimen organizado, desorganizado y desorganizante de la vida social y grupal. La violencia se produce desde complejos procesos de psicosis y pérdida de la realidad; las personas resisten el dolor de matar y ver morir. La mota juega un papel importante en tal sentido.

Me preocupa que uno de los efectos del consumo habitual, origina una compleja pasividad; convierte a la persona en un sujeto definitivamente sin motivaciones. Insisto que la mariguana no produce depresión; es el sujeto deprimido quien más directamente puede recurrir a su consumo; el individuo bajo estados depresivos es más susceptible de convertirla en un producto de uso cotidiano. ¿Arriesgado? Sí, definitivamente.

Vivimos en una sociedad en la que cuesta un gran esfuerzo, lograr sentidos de realización personal, familiar y grupal; la tentativa de legalizar el consumo de mariguana, más que representar una alternativa de apertura para determinados grupos y sujetos, contribuye a que continuemos comportándonos como una sociedad pasiva, ansiosa y sin motivaciones.

La pregunta no es para los usuarios de la mota (a los cuales esto no les interesa) sino para sus fantasiosos promotores: se legaliza ¿y luego qué sigue en términos de salud mental? Particularmente ante la inexistencia de políticas públicas de prevención y atención a la salud mental.

A propósito de la discutida legalización de la mariguana, el jueves 29 de octubre, escuché en la radio a mi colega Carmen Fernández Cáceres, Directora de los Centros de Integración Juvenil (CIJ) describiendo cómo el Delegado de la Benito Juárez, ha mandado desalojar de sus oficinas a los especialistas del CIJ de la citada Delegación, dejando sin tratamiento a cientos de pacientes y sin atención a estudiantes de diversas escuelas que desde hoy, no cuentan con el apoyo de las autoridades. Como lo señaló Carmen Fernández: ¿estamos discutiendo la legalización de la mota, cuando las autoridades no contextualizan la importancia que significa dejar sin atención a cientos de pacientes de uno de los Centros de Integración Juvenil en la ciudad de la desesperanza?

***Expertos de la Universidad Autónoma Metropolitana (UAM) están dispuestos a escucharte, da click en la siguiente imagen para ir a su página o escribe en los comentarios debajo de esta nota.

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