Para escapar de la violencia de su pueblo en Michoacán, “María” y sus nietos viajaron en autobús a Tijuana y se dirigieron a la garita de San Ysidro a solicitar asilo político, amparados en su testimonio y una carta que un regidor de su pueblo le redactó por unos 200 pesos.
Por Isaias Alvarado
PRIMERA PARTE DE UNA SERIE
Ciudad de México, 27 de octubre (SinEmbargo/La Opinión).- “Hasta matan a los niños chiquitos”. Así describe “María” las atrocidades que ahora son comunes en su pueblo en Michoacán, del que huyó a finales de septiembre con tres nietos y unos pesos en la bolsa.
“María” –pide ocultar su verdadero nombre para garantizar su seguridad- no sabía de ejecuciones, balaceras, ni secuestros hasta que los narcotraficantes desataron la violencia extrema en su comunidad.
“Es una cosa horrorosa”, dice esta mujer de 68 años. “A causa de la violencia hay una matanza de gente, enfrentamientos a cada rato”, relata la madre de un autodefensa [uno de los civiles que se levantaron en armas para enfrentar a los narcos] quien “injustamente” está en un penal de Morelia desde 2014.
Para escapar de ese terror ella y sus nietos viajaron en autobús a Tijuana y se dirigieron a la garita de San Ysidro a solicitar asilo político, amparados -según la anciana- en su testimonio y una carta que un regidor de su pueblo le redactó por unos 200 pesos.
Querían reunirse con sus familiares en el condado de Orange, pero el plan falló.
“María” no sabía que le esperaba el encierro en un centro de detención para migrantes de la Oficina de Control de Inmigración y Aduanas (ICE) mientras revisaban su caso, ni que la separarían de los niños.
Seis días después la anciana rogó que la regresaran a Tijuana. Así ocurrió, pero los menores se quedaron en Estados Unidos. Su nuevo calvario es estar en una ciudad ajena, sin dinero y sin saber de ellos.
“Uno viene pidiendo asilo y te tratan mal. Nos arrebatan a los hijos”, expresó “María” en una sala del albergue Instituto Madre Assunta de Tijuana, donde este drama se repite cotidianamente.
SON CIENTOS EN BUSCA DE AYUDA
Cada semana a este refugio en Tijuana llegan entre 20 y 30 mujeres –la mayoría de Guerrero y Michoacán donde las mafias han sentado sus reales. Llegan aquí luego que sus peticiones de asilo político a EU fueron negadas o abandonadas porque no soportaron estar detenidas tanto tiempo. Algunas pueden pasar meses encerradas en esa espera.
A principios de 2015 se congregaron en la casa unas 300 “desplazadas” por el crimen organizado. El año pasado ayudaron a 462 mujeres que escaparon del infierno de los carteles de la droga.
“Vienen tratando de salvar sus vidas y las de sus hijos”, dice la hermana Adelia Contini, administradora del albergue, que les ofrece vivienda, comida, consejería e incluso les ayuda a que regresen a sus lugares de origen. La religiosa afirma que en los últimos tres años ha recibido a más mujeres en esa situación.
“Allá les quitan sus bienes, se meten a sus casas, las persiguen, matan a sus familiares”, relata.
La cocinera de la casa, Juanita González, se estremece al recordar las historias que le han compartido. “Han matado a sus esposos, han matado a sus hijas embarazadas, las sacan de sus casas”, cuenta.
MUY POCOS CASOS SON APROBADOS
Más de 40 mil mexicanos pidieron refugio a EEUU de 2010 a 2014, según cifras del Departamento de Justicia (DOJ). No se sabe cuántos de éstos son mujeres porque la agencia no separa sus estadísticas por género, pero activistas y organizaciones aseguran que dicho número ha crecido en años recientes.
“Ese número se ha incrementado porque hemos visto a más gente huyendo de la violencia”, señalóJennifer Rotman, portavoz de la Asociación Americana de Abogados de Migración (AILA), que organiza campañas para representar a indocumentados en centros de detención de ICE.
Aunque las solicitudes de asilo de mexicanos se duplicaron de 2010 a 2014, en este último añosólo se aprobaron 124 de 8,840 casos, apenas el 1.4% del total, indicó el DOJ.
Esa oportunidad no se abre porque deben probar que sufrieron persecución o tortura por raza, religión, afiliación política, nacionalidad o por pertenecer a un grupo social. Los gays son los más beneficiados.
“Son casos muy complicados”, menciona Margarita Manduley, abogada de una michoacana que un día encontró el cadáver de su esposo en la puerta de su casa. Aparentemente lo ejecutó un cártel.
ICE tiene la discreción de poner en libertad a un extranjero que pide refugio en una garita de acceso a EEUU, pero no especifica por cuanto tiempo se puede prolongar el encierro. “Los casos de solicitantes de asilo que están detenidos reciben consideración expedita”, indicó su vocera Virginia Kice.
Se cree que el éxodo de mexicanas se originó porque en sus comunidades se corrió la voz de que EEUU legalizaba a las víctimas de la violencia, algo similar a lo ocurrido con los niños de Centroamérica.
Ese rumor motivó la salida de la michoacana “María”, quien implora que le devuelvan a sus nietos para regresar a su pueblo. “Nunca me imaginé esta cosa tan fea”, menciona.
Su hijo, el “autodefensa”, insiste vía telefónica, desde una cárcel en Morelia, que las vidas de su madre y sus tres sobrinos corren peligro si regresan a Michoacán.
“Tiene demasiada razón de pedir asilo porque en el pueblo de donde somos los están matando a todos”.
LA VIOLENCIA DE MÉXICO
Casi 20 mil asesinatos ocurrieron en México en 2014, un descenso del 16% respecto al año anterior, pero el clima de inseguridad impera en un puñado de estados, de acuerdo a estadísticas oficiales.
“Cifras muestran una disminución en crímenes violentos”, señaló Carlos Sada, cónsul de México en Los Ángeles, sede que a través del trámite de documentos no ha notado una numerosa llegada de mujeres.
“No tenemos persecución política en México, entonces las solicitudes de asilo son por otras razones, más bien por temas de seguridad”, precisó el diplomático.
Sólo en el primer semestre de 2015 hubo más de 8,000 homicidios en el vecino país, de los cuales la mitad ocurrieron en siete estados, entre éstos Guerrero, Chihuahua, Sinaloa y Jalisco.