Ciudad de México, 27 de septiembre (SinEmbargo).– A casi un mes de que autoridades mexicanas desmantelaron un “campamento de entrenamiento” del cártel de Los Zetas, el diario El País reporta que habitantes de los municipios Acultzingo y Maltrata, Veracruz, siguen denunciando desapariciones y asesinatos.
El pasado 31 de agosto, el Ejército Nacional, la Marina de México y la Policía de Veracruz desmantelaron el rancho San Pedro, el campamento de Los Zetas en el municipio de Acultzingo, lo que dejó 33 detenidos y al menos tres sicarios muertos.
Los criminales que fallecieron eran dos chicos menores de edad y uno de 27 años. Luis tenía 17 años y “apenas había ingresado a la banda”, explicó su propia madre al periódico español; Pascual, también de 17, vivía en Acultzingo, y el tercero tenía 27 años, se llamaba Juan Manuel Piedras Morales y fue el primer identificado.
El diario describe que en la entrada principal del rancho se registraron marcas de disparos y una mancha de sangre de unos tres metros.
De acuerdo con un testimonio citado por El País, “ahí antes había ‘chavitos’: jovencitos que no rebasarían los 20 años y que, según las autoridades, eran entrenados para ejercer como futuros guardaespaldas del grupo criminal que domina la zona”.
El Gobierno de Veracruz sólo informó a través de un comunicado que los detenidos fueron llevados al Ministerio Público y posteriormente a cárceles del norte del país.
CASO MALTRATA
El País indica que los policías del municipio vecino, Maltrata, decidieron huir porque, asegura, de ahí era el encargado del campamento: “El Bucanas”, un hombre señalado como el ex Jefe de la policía del municipio veracruzano.
Los policías alternativos permanecen encapuchados todo el tiempo y de acuerdo con los habitantes de Maltrata, se sienten más seguros con ellos.
“Nosotros vamos a morir acá. Pero vamos a morir con nuestro honor intacto, porque nunca hemos sido corruptos”, reconoce uno de ellos.
“Ahora sí se puede pasear por las noches, estamos mucho mejor”, dijo Aurelia Bartolo a El País, quien había dejado de ir a la iglesia “debido al miedo”.
“Yo sé que Diosito me cuida, pero también debo cuidarme de los humanos”, señaló.
A Epifanio Huerta le secuestraron a su hija.
“Mire, se llevaron a mi hija y yo me he cansado de denunciarlo. Nadie hace nada. No hicieron nada. Aquí no nos ayuda nadie. Estoy harto”, declara al diario, indignado, antes de cerrar la ventana.
Una mujer vecina del rancho San Pedro denuncia que se llevaron a su marido. No han pasado ni 10 minutos de lo ocurrido.
“Se dedicaba al campo”, contó llorando al diario.