Jerusalén, 27 may (dpa) – Inmediatamente después de la visita del papa a Jerusalén, desconocidos perpetraron un ataque incendiario contra la Abadía de la Dormición, también conocida como Hagia María, en Jerusalén, según confirmó hoy la policía.
“Sólo por casualidad se pudo evitar una catástrofe”, dijo el portavoz de la abadía benedictina, Nikodemus Claudius Schnabel, en declaraciones a dpa. No se conoce quién fue el autor de los hechos, pero todo indica que fue planeado, pues disponían de conocimientos del lugar, añadió.
El fuego se descubrió la noche del lunes en una fase temprana, por lo que pudo controlarse con extintores.
La iglesia se encuentra en el Monte Sión, justo enfrente del Cenáculo, la habitación donde según la tradición católica tuvo lugar la Última Cena, y que fue escenario el lunes de una misa oficiada por el papa Francisco antes de volar a Roma tras su gira por la región.
El sábado, judíos ultraortodoxos se habían manifestado en protesta contra la presencia cristiana en el edificio que alberga el Cenáculo, que también es sagrado para el judaísmo, pues alberga en la planta baja la tumba donde se cree reposa el rey bíblico David. Anteriormente la iglesia ya había sufrido ataques anticristianos.
Schnabel acusó a la policía israelí de no hacer nada ante el aumento de las pintadas anticristianas en los muros de la abadía, que decían cosas como “Jesús hijo de puta” o “Jesús mono”. Los vándalos también pincharon los neumáticos de automóviles en la zona. “Además, cada vez más escupen a nuestro paso por la calle”, añadió el portavoz. “¿Tiene que haber un mártir antes de que la policía actúe?”, se preguntó.
Hace casi un año prometieron cámaras de vigilancia en la instalación, pero hasta ahora no se han instalado, denuncia Schnabel.
El portavoz de la policía israelí, Micky Rosenfeld, respondió al ser preguntado por el caso que hay declaraciones de testigos que señalan que una persona “de apariencia no judía” fue vista cerca del lugar de los hechos.
Schnabel desmintió que ese testigo fuera un monje y consideró una “imputación maliciosa” cualquier suposición de que el autor podría ser un miembro del mismo monasterio.