Ciudad de México, 26 de junio (SinEmbargo).- Caminaba por el campo como un eterno fantasma. Su dorsal “3” era parte del collage que San Siro plasmaba en cada partido del Milán durante 24 años. Paolo Maldini (Milán, 1968) es una especie rara en peligro de extinción en el mundo moderno del futbol. El defensa italiano jugó siempre de Rossonero mostrando una fidelidad que se ha perdido por las ofertas millonarias que en cada ventana de traspasos llegan a las manos de los grandes jugadores codiciados.
En las gradas, los tifosis milaneses lo ovacionan como a una estrella de rock en pleno concierto. Pancartas con distintos mensajes se leen en favor de Il Capitano que por herencia se entregó a la disciplina de un club histórico en el mundo. Su padre Cesare, fue figura como jugador y entrenador. El viejo, supo dirigir en innumerables ocasiones a su pequeño que pronto dejó de ser “el hijo de…” tras construir una carrera de altos vuelos conquistando a cada aficionado alrededor del mundo.
Cuando Pep Guardiola ganó la primera Champions League en 2009, le dedicó el triunfo a Paolo que se retiraba. El técnico catalán, amante de lo tradicional, admiraba a un baluarte del futbol que se iba con todas las palmas italianas que reconocían a uno de los mejores defensas en la historia. Jugó más de 1000 partidos como profesional, sólo fue expulsado cuatro veces, una por roja directa. La elegancia siempre adjudicada al país de la bota, Maldini la llevó a la cancha con el intelecto de quien lee más un partido que jugarlo.
El romance del jugador con la pelota es eterno. Una relación imperfecta que deja un poco de frustración cuando se repasa la carrera de Maldini. Ganador de cinco copas de Europa, nunca ganó un mundial en los cuatro que disputó. Marcelo Lippi, histórico entrenador italiano, le quitó esa posibilidad al no convocarlo a la Copa del Mundo en Alemania 2006 donde la escuadra Azurra alzaría el trofeo ansiado por todo jugador. Su posición en el campo le impidió ser considerado como el mejor jugador del mundo en un par de ocasiones según las votaciones del Balón de oro.
Paolo nació un día como hoy para construir una escuela sobre como fungir en defensa sin necesidad de ser rudo. Muchos de los grandes jugadores de la época como Ronaldo, Zidane, Ronaldinho y Zlatan, han declarado su admiración por la forma en que el espigado italiano los defendía. Un homenaje al juego limpio que promueve la FIFA con su “Fair play”. Desde el lateral izquierdo o el centro de la zaga defensiva, el liderazgo de Paolo estaba siempre presente. Ordenado en labores de recuperación, Maldini ostenta el gol más rápido en las finales de la Champions League, cuando a los 51 segundos marcó frente al Liverpool en 2005. Junto a Paco Gento, ídolo madridista, es el futbolista con más finales jugadas en dicha competencia.
Laureado por prensa y jugadores durante 24 temporadas en el A.C Milán, en 2009 jugó su último partido en Florencia tras dos temporadas jugando con la posibilidad del retiro. El club al que le entregó la vida futbolística, anunció que el dorsal “3” no podría ser utilizado por ningún otro jugador con excepción de Christian o Daniel, hijos de Paolo, si llegasen a jugar en el Milán. En las grada del San Siro, en medio de tanto mensaje de amor hacia su capitán, una franela blanca se alza resalta por el mensaje: “Maldini clónate”. La frase que resume lo que tantos quieren decir.