Ciudad de México, 26 enero (SinEmbargo).- Aun cuando vivimos en los tiempos de la corrección política y las redes sociales se han encargado de poner en evidencia los abusos contra los más débiles, entre ellos los animales y los niños, la voz popular también ha servido para ejercer actos discriminatorios e injustos.
Por caso, pedir la deportación a su país de origen cuando alguna celebridad o artista no hace lo que cierta cantidad de personas considera adecuado, como ha pasado recientemente con la conductora peruana Laura Bozzo, creadora del reality Laura.
Las singulares estrategias televisivas de la peruana, nacida en Callao hace 62 años, donde se vale de personas desvalidas y necesitadas para generar escándalos y subir así el rating, fueron cuestionadas desde que en 2010 iniciara su ciclo en Televisión Azteca.
En 2011, cuando Bozzo se pasó de empresa, inició en Televisa un programa que que se distinguió de los anteriores por un estilo más “prudente”, aunque sin evitar su ya típico grito de “¡Que pase el desgraciado!”, cuando los casos que presentó aludieron a hombres que golpeaban a su familia.
Luego de haberse ido en medio de la polémica de Televisión Azteca, Bozzo se encargó de remarcar que “este programa es distinto a los otros, porque aquí no permitiremos que los participantes se agredan o se insulten, sino que buscaremos soluciones”.
Así, la conductora dio inicio a su show televisivo que tiene como invitada a gente de escasos recursos económicos y que cuenta sus tragedias a la cámara, en espera de recibir la solidaridad de Laura, una silla de ruedas o la posibilidad de un tratamiento para un padre alcohólico y golpeador que está haciendo sufrir a su familia.
“Todos los errores de hoy tienen que ser perdonados, porque este programa se transmite en vivo y recién nos estamos conociendo”, advirtió la peruana que en el 2009 se coronó como el personaje más rechazado por la gente.
En una encuesta llevada a cabo por una empresa privada, la autoproclamada “abogada de los pobres” obtuvo el primer lugar con un 41% de los votos.
En Televisión Azteca, el mejor rating que tuvo Laura Bozzo fue el de 10.2 con el caso de la hija del rockero Álex Lora, quien había atropellado y matado a un hombre cuando conducía, en presunto estado de ebriedad, una lujosa camioneta.
En Televisa, las cosas se pusieron muy calientes cuando la verborrágica presentadora mantuvo una polémica con la periodista Carmen Aristegui, quien la acusó de montar un show con los damnificados por el Huracán Manuel en México.
La dudosa calidad de su programa, la forma un tanto prepotente que tiene de enfrentarse a los medios cuando es atacada y, como bien señala el periodista Jenaro Villamil, las maniobras de Televisa para lavar su imagen y frenar la baja de rating que genera su descrédito público, han hecho de la conductora peruana un personaje odiado por la gente.
“Dañado su rating —entre octubre y noviembre de 2013 disminuyó de 12 a 10 puntos— y su reputación en medios impresos y en redes sociales después de que los reporteros de Proceso, Marcela Turatti y Eduardo Miranda, desenmascararon su telemontaje de ayuda a damnificados de Guerrero, Bozzo ha optado por crear una fundación llamada Laura Ayuda”, cuenta Villamil en su columna del periódico Reforma.
La antipatía que genera la conductora entre la sociedad mexicana biempensante hizo que en Change.org, una plataforma de peticiones en línea en el mundo, se generara una impulsada por la Asociación Civil CREAMOS México para expulsar a Laura Bozzo del país.
CORRAN A BOZZO: Necesitamos más y mejores espacios para educarnos y no para embrutecernos más es el pedido de más de 30 mil firmantes a Televisa, personas a las que no les basta con apagar la televisión y no sintonizar el programa que tanta tirria les causa.
AHORA ES EL TURNO DE JUSTIN BIEBER
No sólo en México se cuecen habas. También en Estados Unidos se practica el deporte “deportatorio” y esta vez la víctima es Justin Bieber.
Un cable de la agencia efe da cuenta de que más de 13 mil personas han firmado en menos de 24 horas una petición a la Casa Blanca para que deporte al cantante canadiense, que está en libertad bajo fianza desde el jueves por conducir a velocidad excesiva y bajo el efecto del alcohol y otras sustancias en Miami.
"Nosotros, el pueblo de Estados Unidos, sentimos que no estamos bien representados en el mundo de la cultura pop. Nos gustaría ver al peligroso, insensato, destructivo, y consumidor de drogas Justin Bieber deportado y con su permiso de residencia revocado", reza la nota, registrada en la sección de peticiones de los ciudadanos de la página web de la Casa Blanca, "We The People".
"Bieber no sólo es una amenaza para la seguridad de nuestro pueblo sino que también es una mala influencia para nuestros jóvenes. Nosotros, el pueblo, queremos que Justin Bieber salga de nuestra sociedad".
La sección We The People (Nosotros, el pueblo), cuyo nombre hace referencia al inicio del preámbulo de la Constitución de Estados Unidos, funciona desde 2011 como herramienta del gobierno para mostrarse abierto a la opinión de los ciudadanos.
Un equipo de la Casa Blanca estudia las peticiones que reúnen el número necesario de firmas (esta necesita 86.000 más para el 22 de febrero) y cumplen con las normas, para después decidir qué organismo da una respuesta oficial a la reclamación.
El arresto el jueves de Bieber ha generado un gran debate en los Estados Unidos acerca de si en las mismas condiciones otro inmigrante como él, legal o no, no habría sido deportado ya a su país de origen, apunta efe.
El comportamiento reprobable del ídolo juvenil fue también noticia hace una semana, cuando la policía registró su casa de Los Ángeles después de que un vecino lo denunciara por lanzar huevos contra su propiedad.
Durante esta operación, ocho personas, incluido Bieber, fueron retenidas dentro del domicilio y una de ellas, el joven rapero Lil Za, fue arrestado por posesión de drogas, en concreto cocaína, que los agentes encontraron "a la vista", si bien no se estableció relación entre el narcótico y el cantante canadiense.
Mientras esta investigación sigue en marcha, Bieber tendrá que declarar el lunes en Miami ante el juez para dilucidar los niveles reales de alcohol que tenía el cantante cuando fue detenido por conducir a velocidad excesiva.
Un extranjero con residencia permanente (Green Card) o con visa temporal, como es el caso de Bieber, puede ser deportado en los Estados Unidos si se lo declara culpable de un delito con agravante, como un robo, aunque los relacionados con la posesión de drogas pueden suponer también la expulsión.
Bieber reside en EE.UU. con una visa O-1, la que se concede a aquellas personas que tienen "una excelente habilidad en las ciencias, las artes, la educación, los negocios o el deporte".
LA TENTACIÓN DE LA DEPORTACIÓN
La tentación es grande: con estas iniciativas “democráticas” se marca un precedente para que una persona que comete actos que no son del agrado de gran parte de una comunidad pueda ser expulsada de su país de residencia sin ningún tipo de contemplación, perdiendo así el grado de igualdad ante la ley que se otorga a cada residente.
Por otro lado, deportar a alguien cuyo programa es considerado pernicioso es ejercer un acto de censura. Para eso está el rating, para eso está el sintonizador.
Tanto Justin Bieber como Laura Bozzo son personas sumamente populares, seguidas por mucha gente. Con este razonamiento de las redes sociales, ¿habría también que encarcelar o deportar a los seguidores?
¿Por qué Justin Bieber es uno de los artistas más famosos y ricos del mundo?
¿Qué clase de sociedad permite que un niño se convierta en millonario y en una celebridad de la noche a la mañana? ¿Por qué personas como Laura Bozzo (lamentablemente no es la única en su género y televisión que esté libre de pecado que tire la primera piedra) se mantiene en el aire durante tanto tiempo?
Deportando a las personas, castigándolas por su nacionalidad y no por sus actos -en el caso de que estuviéramos lo suficientes capacitados para castigar de otra manera que no sea apagando el televisor, no comprando el disco, no yendo al concierto- no permite en todo caso responder a ninguna de estas preguntas. Y suena más bien a hipocresía.