Jesús Robles Maloof
25/08/2016 - 12:00 am
La tesis
Se habla de errores de estilo en lugar de plagio y de percepción en lugar de soborno, extendiendo la corrupción del actual gobierno al lenguaje. Se promete investigar exhaustivamente colocando a la justicia y la rendición de cuentas en un futuro que nunca llega.
En otras palabras, plagiar es robar, y aunque no es un robo físico o material, es robo de propiedad intelectual.
Centro de Innovación Educativa Universidad Panamericana. 2015.
El domingo conocimos el trabajo del equipo de investigación de Carmen Aristegui el cual documenta que la tesis de licenciatura de Enrique Peña Nieto contiene 682 párrafos de los cuales 197 constituyen un plagio.
En reacción al reportaje se han pronunciado diversas voces atribuyendo desde la comisión de un delito, hasta un mal trabajo de imprenta. Es importante decir que más allá que el plagio pudiera infringir la ley federal del derecho de autor e incumplir los requisitos de la Universidad Panamericana para obtener el grado académico, lo importante para el interés público, es que muestra la consistencia ética de Peña Nieto y lo que ello implica en su actual tarea de Jefe de Estado.
Los derechos de autor no son derechos fundamentales y por lo tanto sus limitaciones son más amplias, que por ejemplo, el derecho a la libertad de expresión. Al ser derechos patrimoniales las obras y creaciones se protegen en beneficio de sus autores y sus sucesores por tiempo definido, tras lo cual pasan a ser de dominio público y por lo tanto de libre uso. Más allá de centrarse en las discusiones sobre la propiedad intelectual, en este caso lo relevante, en palabras de Enrique Krauze es que la biografía de los políticos “[…] aún la más remota, no pasará desapercibida. La verdad, tarde o temprano, se abre paso”.
He reflexionado en otros textos sobre un criterio fundamental a la hora de evaluar a los políticos, el cual se aleja de lo que dicen o prometen y se centra en lo que han hecho en su vida. Así la evaluación de sus actos pasados y presentes pertenece al escrutinio público y es una tarea central de la democracia.
Como en el supuesto perdón presidencial me interesa observar la narrativa que los corruptos que despliegan al intentar responder al escándalo. Este discurso evasivo se compone de tres ejes. El primero consiste en saturar los comunicados de eufemismos y rodeos. En un segundo momento emprenden la huida hacia adelante prometiendo una investigación exhaustiva y finalmente, con la ayuda de las plumas que la publicidad oficial mantiene, ejecutan maniobras distractoras que buscan alejar la atención del responsable y colocarla en quien investiga.
Se habla de errores de estilo en lugar de plagio y de percepción en lugar de soborno, extendiendo la corrupción del actual gobierno al lenguaje. Se promete investigar exhaustivamente colocando a la justicia y la rendición de cuentas en un futuro que nunca llega. Se establece que en realidad la investigación es movida por la venganza, intentando colocar el tema en el ámbito personal. Los más peñistas que Peña, de manera ridícula han ido en busca de la tesis de Aristegui y la de su equipo.
A pesar de ello esta narrativa filtra su concepción sobre la política, como el vocero presidencial al afirmar (comunicado) que eso pasó hace 25 años, como diciéndonos (en mis palabras) “[...] que la tesis es de hace 25 años, cuando el aludido apenas iniciaba su carrera criminal.”. En esto, wl Presidente no es el único plagiador de entre su equipo. Tristemente célebre es la censura que siendo gobernador de Hidalgo, Miguel Ángel Osorio Chong ejecutó al requisar la investigación sobre lo apócrifo de su título de licenciatura.
El panorama no es nada alentador. Sumido en la peor valoración histórica de un titular de ejecutivo en la historia reciente, la camarilla de plagiarios tienen aún tiempo en el poder, incluyendo el “año de Hidalgo”, nefasta práctica de la clase política mexicana que depreda fondos y bienes públicos en la última etapa de las gestiones.
Habría que aprender a las sociedades de otras latitudes que han castigado de manera más inmediata a los políticos plagiarios sin esperar a las elecciones que en México se han convertido en festivales de corrupción pública. Emulando al vocero presidencial, pienso que sobre esto hay que discutir como sociedad. Bienvenido el debate.
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