Ciudad de México, 25 de agosto (SinEmbargo).– La situación de amenaza del ajolote de Xochimilco (Ambystoma mexicanum) es conocida. Sin embargo, de acuerdo con la Comisión Nacional para el Conocimiento y Uso de la Biodiversidad (Conabio) ésta es tan sólo una de las nueve variedades de ajolotes endémicos catalogadas en Peligro Crítico de Extinción por la Unión Internacional para la Conservación de la Naturaleza (UICN).
Cuando una especie está ubicada en esta categoría significa que su población se ha reducido en más de un 90 por ciento en la última década y que si las causas se atienden la disminución es reversible; o bien, que la reducción en el mismo lapso de tiempo es de más de 80 por ciento y ésta ya no puede evitarse. Así, de acuerdo con la Lista Roja de la UICN, nueve variedades mexicanas de ajolote –que corresponden al 56 por ciento del total– se encuentran a una categoría de ser declaradas extintas de la vida silvestre.
En el mundo se conocen alrededor de 30 tipos de ajolote (género Ambystoma) y se encuentran distribuidos en algunas partes de América del Norte, desde el sur de Canadá y Alaska hasta el centro de México. De esta treintena de especies, 18 habitan en el país y 16 son propias del mismo. Se distribuyen en entidades como el Distrito Federal, el Estado de México, Michoacán, Puebla y algunas zonas de Jalisco.
La mayoría de los ajolotes están sujetos a protección especial por la Secretaría de Medio Ambiente y Recursos Naturales (Semarnat), no obstante, su población sigue reduciéndose a causa de la desecación de su hábitat (los mantos acuíferos en los que se distribuyen son explotados para uso humano), asentamientos humanos, contaminación (por desechos sólidos, aguas residuales, desechos de fábricas, etcétera), el cambio del uso de suelo y la introducción de especies exóticas con las que compiten por alimento o bien las devoran. Otro factor, es que hasta hace algunos años estos animales fueron explotados para consumo humano o fines medicinales hasta el punto en que actualmente es casi imperceptible su captura y uso comercial.
Los ajolotes que se encuentran en peligro crítico son: el de Lerma (A. Lermaense, Estado de México), de Xochimilco (A. Mexicanum, D.F. y Estado de México), de cabeza chata (A. Amblycephalum, Michoacán), de Anderson (A. Andersoni, Michoacán), de piel fina (A. Bombypellum, Estado de México), salamandra de Taylor (A. Taylori, Puebla), ajolote de Pátzcuaro (A. Dumerilii, Michoacán), siredón de Leora (A. Leorae, Puebla) y el ajolote granulada (A. Granulosum, Estado de México).
El resto de las especies se encuentran clasificados en Peligro de extinción, en Preocupación Menor o carecen de categoría para la UICN.
¿Y por qué importan los ajolotes?
En su artículo Un regalo poco conocido de México al mundo: el ajolote o axolot, los científicos Gustavo Casas Andreu, Ricardo Cruz Aviña, Xóchitl Aguilar Miguel explican que, además del gran valor biológico de estas especies, existe un valor histórico, pues “el ajolote tuvo una importancia especial en el pensamiento de los antiguos mexicanos. Desde luego fue y ha sido fuente de proteínas para los antiguos y actuales mexicanos del Valle de México y valles y lagos circunvecinos desde tiempo inmemorial”.
Así mismo, Aída Ortega Cambranis, escribe en la revista Elementos que Ajolote deriva del náhuatl axolotl: atl-agua y xolotl- monstruo; monstruo acuático; y que el animal es “la advocación acuática del dios Xolotl, hermano mellizo de Quetzalcóatl, monstruoso a causa del nacimiento gemelar. Xolotl se encuentra asociado a la idea del movimiento y de la vida, de acuerdo con la leyenda del quinto sol”. La misma señala que el papel del ajolote en la vida de los aztecas inclusive “está documentado en varios códices entre los que se cuenta el Florentino”.
En cuanto a su valor biológico, no hace falta más que decir que el hecho de que alguna de estas especies desaparezca en México implicaría su extinción de la faz de la tierra.
Los primeros científicos citados, señalan: “infortunadamente y a pesar de que estos animales son un regalo de la naturaleza para la humanidad, poco o nada se está haciendo para salvarlos de su precario estatus de conservación […]. Las condiciones en las que se encuentran […] requieren un esfuerzo mayor para su recuperación […] Conviene preguntarse cuáles podrían ser algunas acciones que se pudieran llevar a cabo para paliar o solucionar estos problemas:
1. Realizar una prospección general de la(s) poblacion(es) de cada especie.
2. Detectar los problemas que las afectan y definir su estados de conservación de acuerdo con las leyes y normas vigentes.
3. Dar prioridad a aquellas especies con problemas realmente graves para iniciar un programa de restauración de sus poblaciones.
“Los ajolotes son un […] regalo de México al mundo, por lo que bien valdría la pena dedicarles un mayor esfuerzo del que les hemos brindado hasta el presente”, concluyen.