La película se basa en la biografía escrita por James R. Hansen, a partir de entrevistas con el propio Armstrong y desvela el alto coste personal que supusieron sus logros profesionales para él, para su familia, para sus compañeros y para el país en general.
Por Magdalena Tsanis
San Sebastián (España), 24 de septiembre (EFE).- Después de recorrer Los Ángeles bailando en La la land, Ryan Gosling se enfunda el traje de astronauta en First Man, un filme que el actor canadiense considera “muy patriótico”, a pesar de que se centra en la cara más oscura del viaje a la Luna de Neil Armstrong.
Gosling, que desató anoche la locura a su llegada a San Sebastián, ante una de las concentraciones más multitudinarias que se recuerdan frente al hotel María Cristina, presentó hoy en la sección Perlas su segundo trabajo junto al director Damien Chazelle, estrenado en la pasada Mostra de Venecia.
“Se está hablando mucho de si la bandera estadounidense aparece o no lo suficiente, pero cuando la gente la vea se darán cuenta de que la película es muy patriótica”, dijo a Efe el actor, una de las grandes estrellas de esta edición del festival.
“La idea de centrarnos en la experiencia más personal es lo que hace que la película sea única, porque del viaje a la Luna hemos leído mucho, pero no tanto de cómo lo vivieron sus protagonistas; en ese sentido es una historia íntimamente americana y a la vez universal, habla del duelo y el sacrificio, de vivir tu vida más allá de tus intereses personales”, describe el protagonista de Drive.
La película se basa en la biografía escrita por James R. Hansen, a partir de entrevistas con el propio Armstrong y desvela el alto coste personal que supusieron sus logros profesionales para él, para su familia, para sus compañeros y para el país en general.
“Damien y yo siempre hablábamos de la Luna y la cocina, cómo crear esa dualidad del hombre dotado con una gran sabiduría científica que explora los misterios del universo y luego vuelve a casa para sacar la basura e intentar ser padre y marido”, explica Gosling.
Al mismo tiempo, el filme busca transmitir al espectador el peligro real que implicaban esas misiones, metiéndolo en la cabina de mando con los astronautas y mostrando que la tecnología de esa época no tenía nada que ver con la actual.
Si para rodar “La la land” Gosling aprendió a tocar el piano en tres meses, en esta ocasión se propuso aprender a pilotar y llegó a tomar algunas clases. “Pero enseguida me di cuenta de que mi foco debía estar en su personalidad, que era realmente compleja, tenía mucho trabajo que hacer ahí”, asegura.
En la pantalla se ve a Armstrong como un tipo difícil de conocer, y que no expresaba sus emociones. Gosling dice que recibió mucha ayuda por parte de los hijos, la ex esposa del astronauta y otros familiares y personas que trabajaron con él para “intentar comprender al hombre”.
En cuanto a la preparación física y profesional, la NASA les abrió las puertas y asistieron a una especie de campo de entrenamiento espacial.
“Solo llegamos a rascar la superficie, cada día recibíamos una sobrecarga de información; fue interesante pasar tiempo con personas que han experimentado esas misiones, pero esa gente es muy brillante y reflejar su trabajo ha sido un reto realmente difícil”, confiesa.
De las cualidades de Armstrong, el actor destaca su capacidad de ver las cosas siempre desde una perspectiva más amplia.
“El vio el gran salto que había detrás de su pequeño paso, se veía a si mismo como un hombre que representaba a su país pero también a la humanidad, y esa es una cualidad muy interesante en estos tiempos que vivimos”, sostiene.
Claire Foy, que saltó a la fama gracias a su papel de reina Isabel II de Inglaterra en la serie The Crown, encarna a Janet, la primera mujer de Neil, que falleció en junio pasado a los 81 años.
“Janet no era una mujer convencional de la época”, considera la actriz, pese a su empeño en vivir “una vida normal”, ocupándose de sus hijos, su marido y su casa.
En cualquier caso, Foy agradece que las mujeres de los astronautas formen parte de la historia en este caso porque “todas esas mujeres tenían su propio universo interior independientemente de lo que hicieran sus maridos”.