Ciudad de México, 24 de enero (SinEmbargo).- Que las redes sociales sean importantes para los gobernantes de muchos países en el mundo no es una novedad. Sin embargo, no dejan de causar asombro los métodos de los gobiernos por controlarlas. Esto da como resultado una serie de medidas que van de lo velado al descaro total. Pero no por ello dejan de ser sorpresivas.
De esta manera, plataformas como Twitter a la cabeza, se han convertido en la última frontera de la libertad de expresión en países como Venezuela. De este modo, la autodenominada revolución bolivariana ya se ha valido de distintas palancas para someter a los medios radioeléctricos ante sus dictados, así como para controlar a los medios impresos.
Sin embargo, internet, y las redes sociales en particular no son fáciles de domar, y –a pesar de su relativamente escasa capacidad de difusión y movilización–, hasta ahora sigue siendo una gran fuente de parodias y opiniones que a menudo irritan a los funcionarios gubernamentales de este país sudamericano.
Es así que esta semana Nicolás Maduro se encargó de el nombramiento y juramento de los encargados de 107 nuevos viceministerios recién creados como «una medida necesaria para dinamizar la gestión ante tareas pendientes e impostergables», según publicó el diario español El País.
No obstante, en las redes sociales de esta nación se suscitaron burlas, aunque –más importante– se apreció también cierta preocupación al ilustrar una de las urgencias que el presidente venezolano busca atender precisamente con la multiplicación de los cargos: controlar dichas redes.
De allí que la designación más llamativa fuera la de José Miguel España como nuevo viceministro de Redes Sociales, subordinado al ministerio de Comunicación e Información (Minci), cuya misión es la de supervisar las tendencias en las redes y promover contenidos favorables al oficialismo, con el impulso de etiquetas o hashtags.
Mientras tanto, el mismo España prefirió suavizar su función «orwelliana» con la siguiente descripción: “Hacer de las redes un espacio de paz e inclusión”. Sin duda una declaración que, junto con el ampliamente comentado nombramiento de Carolina Cestari como viceministra para la Suprema Felicidad Social, ayudó a ironizar sobre el tema, incluso al grado en que muchos distrajeron su atención del control de las redes y de la gravedad que esto representa.
Sin embargo, a pesar de los intentos de la República Bolivariana de Venezuela por controlar lo que sus ciudadanos opinan y realizan dentro de la red de redes, otras naciones no suelen ser tan sutiles en sus intentos para ejercer presión sobre sus internautas.
Tal fue el caso de la caída masiva de internet ocurrida en China durante esta semana. Un acontecimiento que, de acuerdo con fuentes citadas por la agencia dpa, aseguran que quizás el Gobierno chino intentó bloquear una dirección prohibida y cometió un error.
Sin embargo, cuando todos pensaban que se trataba de un hecho aislado, al día siguiente el régimen bloqueó el acceso a páginas de internet de medios internacionales que publicaron denuncias que afectan la imagen de altos dirigentes del Gobierno, debido a denuncias que aseguran que familiares de algunos de los máximos líderes tienen cuentas en paraísos fiscales, un escándalo conocido como “Chinaleaks”, publicó Deutsche Welle.
La explicación al respecto no pudo ser más oficialista. De esta forma, Qin Gang, portavoz del Ministerio de Asuntos Exteriores, señaló brevemente que “los departamentos relevantes gestionan internet de acuerdo con las leyes y regulaciones pertinentes”. El bloqueo de páginas es algo habitual en China, especialmente cuando las publicaciones de medios extranjeros comprometen al régimen comunista como en este caso, donde se acusa a familiares del presidente Xi Jinping o el primer ministro Wen Jiabao.