Ciudad de México, 23 octubre (SinEmbargo).- “Paul Simon me cambió la vida”, dice con el rostro iluminado por el recuerdo el cantante neoyorquino Marc Anthony, uno de los máximos exponentes de la salsa y la música rumbera en los Estados Unidos, quien este lunes ofreció una conferencia de prensa en el Distrito Federal.
“No tengo más que buenos recuerdos”, destacó al hacer mención en el proyecto The Capeman con que el famoso compositor neoyorquino quiso hacer historia en Broadway.
Se trata de un musical que Paul Simon escribió en 1997 junto al Premio Nobel caribeño Derek Walcott para contar la historia de Salvador Agrón (“The capeman”, el encapuchado), adolescente puertorriqueño acusado de asesinar a dos hombres blancos en la Nueva York de los 60, cuando los enfrentamientos raciales causaban estragos en el clima sociopolítico de la época.
Salvador Agrón, había nacido en 1943 en Puerto Rico y desde niño vivió en Nueva York, en medio de una situación familiar desfavorable que lo condenó a edad temprana a la pobreza, al analfabetismo y a la vida en las calles.
Como miembro de la pandilla Los Vampiros, en 1959 protagonizó una pelea con una pandilla de irlandeses, donde asesinó a puñaladas a dos de sus contrincantes. El delito le valió ser la persona más joven, apenas a los 16, en ser condenada a muerte.
Extrañamente, la vida comenzó para Salvador, llamado “el encapuchado” por la ropa que llevaba durante los asesinatos. En prisión, comenzó a estudiar, se convirtió al catolicismo y se hizo poeta.
La transformación fue tal que hasta el padre de uno de los chicos asesinados pidió que se le conmutara la pena de muerte, hecho que finalmente aconteció en 1962.
Salvador salió de la cárcel en 1979, graduado en Arte, Sociología y Filosofía por la Universidad Estatal de Nueva York. Recibió mucho dinero a cambio de una película televisiva sobre su vida. Él donó lo ganado a la familia de las víctimas y se dedicó a vivir casi en la indigencia hasta su muerte temprana, en 1986, cuando apenas tenía 42 años.
La historia de redención y perdón conmovió a Paul Simon, quien en 1998 estrenó en Broadway el musical The Capeman, protagonizado precisamente por Marc Anthony (en el papel de Salvador Agrón joven), Rubén Blades (Salvador adulto) y Ednita Nazario (Esmeralda Agrón).
La obra fue un fracaso comercial que se llevó buena parte de la enorme fortuna de Paul Simon, quien tuvo que levantarla a dos meses de su estreno, aun cuando la actuación de Anthony, Blades y Nazario fue calificada de memorable por la mayor parte de la crítica que de todos modos detestó el texto de Simon y Walcott.
Sin embargo, lo que fue un fracaso en la sala teatral, dejó como herencia el disco Song from the capeman, una verdadera joya, de esos para llevarse a la isla desierta y en la que Marc Anthony muestra el prodigio de su voz en pleno esplendor, haciendo gala de una capacidad interpretativa de enorme valía con temas como “Sattin Summer Nights”. Blades y Nazario no se quedan atrás.
MARC ANTHONY EN MÉXICO
Desde aquello, pasaron años y muchas cosas cimentaron la sólida carrera profesional de este artista nacido en septiembre de 1969 en Nueva York, hijo de padres puertorriqueños y por tanto muy ligado a la cultura latina.
No esconde, por supuesto, un castellano salpicados de “so” y “you know”, con el que este martes habló de su reciente disco, 3.0 , del que se desprende el segundo sencillo “Cambio de piel”, un tema escrito por Julio Reyes y Yoel Henríquez y producido por el neoyorquino Sergio George, a quien Marc Anthony llama “mi Quincy Jones”, tal es la empatía que existe entre productor e intérprete.
3.0 es el disco latino de mayor venta de 2013 en el mundo, llegó al primer puesto en Billboard “Top Latin Albums” en los Estados Unidos durante cinco semanas consecutivas y encabezó las carteleras en Bolivia, Chile, Colombia, Costa Rica, Ecuador, El Salvador, España, Guatemala, Honduras, Nicaragua, Panamá, Perú, República Dominicana y Venezuela, según datos proporcionados por Sony Music.
El primer sencillo “Vivir Mi Vida” está postulado al Grammy Latino en la categoría “Grabación del Año” y se ha convertido en un himno que refleja el estado de ánimo del vocalista, de 44 años.
Marc Anthony, que viene de presentarse en Guadalajara en el marco de una gira que concluirá a fin de año y que lo llevará por escenarios de Uruguay, Argentina, Puerto Rico y Australia, entre otros, inicia hoy un ciclo de tres conciertos en el Auditorio Nacional. Las entradas para el 23, 24 y 25 de octubre están agotadas, muestra del interés y admiración que el artista estadounidense provoca en el público vernáculo.
Anthony, quien se declaró “orgulloso” por pisar el escenario del también llamado Coloso de Reforma se presentó vestido de forma sencilla, pantalón claro y camisa negra, con gafas oscuras que nunca se quitó, ante una nutrida grey de periodistas nacionales muchos de los cuales intentaron que hablara de su ex esposa, Jennifer López y de sus asuntos amorosos.
Firme en su decisión de sólo hablar de música, tuvo palabras de elogio para su productor Sergio George, habló de su amor por la música cubana y de sus ganas de tocar alguna vez con la legendaria agrupación habanera Los Van Van, al tiempo que expresó su admiración por los mexicanos Juan Gabriel y Marco Antonio Muñiz.
Respecto del cine, donde ha incursionado con más o menos frecuencia, llegando a protagonizar la biografía del malogrado Héctor Lavoe en El Cantante, admitió que se trata de un oficio que requiere un tiempo que no posee por ahora.
“Siempre hay oportunidades, a menudo me ofrecen papeles importantes en el cine, pero para mí es muy difícil dejar los compromisos que tengo para presentarme en vivo y encerrarme un set durante por lo menos tres meses”, dijo.
A propósito de su delgadez extrema dijo que se debe “básicamente a que así nací” y que no hace nada para mantener la forma física. No adscribe a la meditación ni al yoga. Cuando se trata de salir a escena, le alcanzan “una cervecita, a veces dos, y vamos pa`llá”