Ciudad de México, 22 de agosto (SinEmbargo).– De pronto podemos encontrarnos con que abundan los artículos, estudios y noticias que nos alertan de una apresurada (y nada positiva) extinción de especies de plantas y animales. A nivel mundial, de acuerdo con la Unión Internacional para la Naturaleza (UICN) alrededor de 17 mil 291 especies están en riesgo y ya se ha declarado una “crisis de la biodiversidad”, que refiere a la pérdida acelerada de la variedad genética no sólo de especies, sino de ecosistemas enteros.
De acuerdo con la Comisión Nacional para el Conocimiento y Uso de la Biodiversidad (Conabio), “durante la larga historia del planeta han habido muchas extinciones causadas por cambios climáticos, vulcanismo, inundaciones, sequías. Sin embargo, en los últimos años la gran mayoría de las extinciones de flora y fauna se deben al impacto directo o indirecto de las actividades humanas”.
La Conabio explica que “las perturbaciones causadas por nuestras actividades, disminuyen el área de distribución de las especies y reducen a las poblaciones poco a poco. Cuando las poblaciones son pequeñas su riesgo a la extinción aumenta debido a diversos factores”.
Contaminación, industrias energéticas no sustentables que incluyen prácticas como fracking, sobreexplotación de especies, emisión de gases invernadero que derivan en un cambio climático, tráfico de especies, la agroindustria, ausencia de cooperación por parte de gobiernos en el mundo… Las razones son muchas, y de pronto puede parecer que el “ciudadano común” queda atrapado en medio de ellas e incapacitado para actuar de modo que contribuya significativamente pero, no es así.
En SinEmbargo, retomamos algunas recomendaciones de organizaciones que velan por un aprovechamiento sustentable de los recursos y conservación de especies tales como Conservation International y la Academia Nacional de Educación Ambiental, y entrevistamos a expertos como Alejandro Olivera, representante del Centro para la Diversidad Biológica en México y Alejandra Salazar, directora del área de Política Ambiental de Pronatura A.C.; todo con el fin de comunicar que las acciones del “ciudadano de a pie”, en tanto que también contribuyen en alguna medida a la extinción de especies, en esa misma y aún mayor pueden hacerlo en sentido contrario.
LAS ACCIONES
Estar informado
No puede resolverse un problema que no se conoce. Estar informado implica consultar fuentes periodísticas, gubernamentales, de organizaciones civiles y de cualquier otro medio que puedan orientarnos a cerca de alguna/s especie/s o ecosistema/s en peligro y de las causas de la problemática.
Es importante informarse de las principales problemáticas medioambientales tanto a nivel regional como nacional para comprender qué está a nuestro alcance así como conocer a menos de forma básica la legislación ambiental en nuestro país y realizar consultas y seguimientos de programas de conservación impulsadas por el gobierno.
Practicar un consumo responsable
Éste incluye el consumo de productos, energías, especies y recursos naturales.
Existen industrias en el mundo que han sido denunciadas por diversas organizaciones por no regular la cantidad de residuos contaminantes que generan. No hay industria que se libre: la textil, la alimentaria, cosmética, automovilística, etcétera. Es cierto que es papel del gobierno regular la cuestión pero, mientras eso se realiza, las personas pueden buscar comprar productos orgánicos, apoyar a productores locales (como en las comunidades indígenas) que suelen ofrecer productos obtenidos con prácticas más amigables con el medio ambiente, consumir productos sin empaques o con empaques biodegradables.
En el caso del consumo de energías, especies y recursos se recomienda reducir el consumo de agua porque –sólo por dar un ejemplo– su sobreexplotación causa estragos ecológicos en los ecosistemas de agua dulce; reducir el consumo de electricidad, pues equivale a disminuir el de combustibles para su generación evitando también la emisión de gases contaminantes hacia la atmósfera; utilizar transporte público y no individual, o evitar el uso de automotores en la medida de lo posible para reducir la emisión de gases invernaderos.
Finalmente, es importante no consumir productos obtenidos de especies en peligro como pieles, grasas, carnes y marfil. Y muchos menos a las especies mismas. No capturarlas ni maltratarlas es importante y, aunque parezca una cosa menor, no debe alimentarse a los animales en áreas protegidas.
¡Contamina menos!
Aquello de las tres R’s que se nos enseña en la primaria podría parecer una cosa insignificante pero, tan sólo en México, anualmente se producen más de 40 millones de toneladas de residuos urbanos. De acuerdo con estadísticas del Instituto Nacional de Estadística y Geografía (Inegi), más de un 80 por ciento termina siendo depositado en tiraderos a cielo abierto. Eso, sólo en el caso de la basura recolectada.
Así que Reducir la cantidad de cosas que se consumen y que, en consecuencia, se desechan, sobre todo de productos tóxicos o no biodegradables; Reciclar los que no se utiliza, que en principio, implica separar la basura para que después se someta a tratamiento, y Reutilizar todo aquello que sea reutilizable (válgase) como botellas, ropa, latas, etcétera; no es cosa menor.
La contaminación no sólo se genera con la basura, existe también polución del aire con la emisión de gases de efecto invernadero o del agua con el uso de detergentes y otros productos no biodegradables. Ya existen productos que se han creado con el fin de tener un menor impacto en la naturaleza, algunos inclusive pueden hacerse en casa (como jabones, shampoos, cremas, etcétera). Es cuestión de informarse.
Transforma el entorno
La biodiversidad está, evidentemente, en todas partes. Cualquiera puede informarse acerca de si en el lugar en que habitas hay especies en peligro y programas de conservación de las mismas o del medio ambiente. Participar en ellas no es mala idea. Liberar una tortuga, un ajolote, una guacamaya o conservar una planta en peligro de extinción en casa no pueden ser experiencias ingratas.
Si en casa hay un área verde, ésta puede adaptarse –en principio hay que reducir el uso de pesticidas y químicos que contaminen al ambiente– para sembrar especies locales. En un árbol puede vivir un carpintero, y en una flor alimentarse un colibrí en peligro de extinción.
Participa activamente
Existen diversos programas de voluntariado tanto en dependencias gubernamentales como de asociaciones civiles mediante los que se puede participar activamente en la conservación de alguna especie, si no hay disponibilidad de tiempo, cualquiera puede realizar donaciones para apoyar a los grupos dedicados a la causa.
Conservar implica también aprender, comunicar y educar en la medida de lo posible. “Contagiar” es importante. Informarse e informar.
Manifestarse para la defensa y conservación de los ecosistemas, ya sea en manifestaciones públicas (presenciales) o por medio de campañas en línea y redes sociales, tiene un gran impacto en las gestiones que las organizaciones involucradas sostienen con el gobierno.
Y hablando del gobierno… Por supuesto las políticas orientadas a la conservación del medio ambiente y desarrollo sustentable son cruciales en la cuestión. Velar y exigir por que el Estado cumpla la legislación en la materia y regule las diversas industrias (principalmente la energética) para que dejen de tener impactos ecológicos negativos que pueden resultar hasta en catástrofes no es sólo importante, es necesario.
La regulación de las cuestiones ambientales en una nación es determinante para otros factores como desarrollo económico, la seguridad alimentaria, la salud pública y el desarrollo de la ciencia.
“Eso tiene un gran impacto si multiplicamos la acción de una persona por millones”, concluye Alejandra Salazar, de Pronatura.