Por Paula Escalada Medrano
México, 22 feb (EFE).- Por el día, Alejandra Gil se reunía con políticos y se jactaba de ser defensora de los derechos de las trabajadoras sexuales, pero de noche se cambiaba de traje y sacaba su presunta verdadera identidad como explotadora de prostitutas, una "madrota" cruel que fue detenida por la policía mexicana.
La fiscalía del Distrito Federal detuvo la semana pasada a dos "probables responsables del delito de trata de personas", Alejandra Gil y Omar Sayun Gil, madre e hijo, quienes presuntamente lideraban la prostitución en la calle Sullivan de la capital mexicana.
El arresto se produjo tras el rescate de varias de sus víctimas, que se calcula podrían rondar los dos centenares.
Hasta ahí, podría ser una noticia frecuente, la de la detención de una "madrota", jefa de una de las principales zonas de prostitución de la capital mexicana, una calle de unos 1.300 metros, repartida entre los "padrotes" que cobran cuotas de protección a las prostitutas.
Pero esta mujer no era una "madrota" más, pues públicamente ostentaba la presidencia de la Asociación en Pro Apoyo a Servidores (Aproase) y se dedicaba a participar en numerosos foros legislativos para hablar de los derechos de las personas que ejercen la prostitución.
Madai, una joven de 24 años, sí conocía la cara oculta de esta mujer que decía haber sido trabajadora sexual, pero que nadie nunca vio en la calle, mientras decenas de jóvenes a su cargo atendían a los clientes, por más embarazadas que estuvieran o más golpes que hubieran recibido.
"Su función era vigilarnos desde el coche. Su hijo o ella nos trasladaban a hoteles, nos cobraban la cuota. Llevaba un control, tenía una lista en donde llevaba el control de todo, anotaba incluso cuánto tardabas", contó a Efe.
Como les sucede a muchas jóvenes, el "dueño" de Madai la raptó con promesas de amor, después de conocerlo en Veracruz cuando tenía 19 años.
"Me enganchó, me enamoró y creí todo lo que me decía. Que iba a vivir con él, que se iba a casar conmigo... Él fue quien me llevo con Alejandra Gil y con su hijo", indicó.
Se la llevó a la capital y allí comenzó su pesadilla, dos años de sometimiento, de amenazas de muerte contra ella y su familia.
"Siempre me decía que me iba a meter bajo tierra y que iba a ir a por mi familia", "tenía mucho miedo, no veía una salida. Esto es delincuencia organizada donde todos se conocen, todos saben. Es complicado el poderse librar porque queda claro que a muchas en el intento de escapar las matan".
Todo el dinero que ganaba con los decenas de hombres con los que se acostaba era para su "padrote", y una cuota de unos 250 pesos para Alejandra, quien incluso les vendía los preservativos, aunque eran "del servicio de salud, gratuitos".
Así dos años, hasta que en 2012 logró escapar cuando le dijeron que la iban a trasladar a Estados Unidos y se atrevió a fugarse.
Consiguió que su "padrote" fuera encarcelado y dio uno de los primeros testimonios que la fiscalía utilizó para detener a Alejandra Gil.
"Alejandra se presentó varias veces como activista y defensora. Yo llegué a creerle porque daba información de otras madrotas. A todo el mundo nos engañó", dijo a Efe la presidenta de la Comisión Unidos contra la Trata, Rosi Orozco.
Como activista, Orozco ha estado muy cercana a este caso, ha escuchado a muchas de las víctimas e incluso las ha ayudado personalmente a salir de sus "episodios de esclavitud".
"En México no podemos seguir tolerando que la gente explote la prostitución ajena de ninguna manera. Si una trabajadora quiere vender su cuerpo, tiene todo el derecho del mundo y es libre, pero no que otra persona se beneficie de la explotación de ella", dijo.
Personas como Alejandra "abusan de la vulnerabilidad y viven a costa de personas que están siendo explotadas sexualmente" y ellas mismas acaban convirtiéndose también en explotadoras.
Más allá del engaño de la detenida, lo que más indigna a Orozco es que los políticos le creyeron e incluso hicieron normas en base a lo que ella opinaba, en lugar de escuchar a las víctimas.
"Las que han sobrevivido son las que están poniendo la luz donde estaban las tinieblas. Nadie debería de acallar esas voces, pues (...) es la única manera" de que acabe, añadió.
Desde que logró liberarse, Madai se ha dedicado a alzar la voz por otras personas que están sufriendo lo mismo, para que ellas sientan que también pueden salir.
"Hay tanta gente que nos quiere callar. Quiero que a ella le quede bien claro que no nos vamos a callar, vamos a seguir hablando", contó la joven, quien gracias a una fundación ha logrado cambiar de vida y ponerse a estudiar derecho.
Va por el cuarto semestre de la carrera. "Escuchar cada uno de los casos de las chicas me motivó a estudiar derecho. Sé que con esto también las puedo ayudar, (además) puedo entenderlas porque lo viví".
Son chicas que "son vulnerables y no conocen sus derechos", a veces ni siquiera se consideran víctimas, comentó la joven, quien asegura que no está en contra de la prostitución, sino de la explotación, aunque son dos conceptos que están "muy relacionados entre sí". EFE