A los apaches se les hizo fama de bárbaros por no cooperar con los conquistadores, por negarse a olvidar sus tierras y sus tradiciones. La versión oscura y los estereotipos que mancharon a estos pueblos empezó con los conquistadores.
Por Quetzali García
Ciudad de México, 20 de junio (SinEmbargo/Vanguardia).- Parece que juega a crear. Sus manos se pierden entre la piel, las piedras y huesos, que tras esta microdanza se volverán joyas. Tiene un ritmo fácil y certero para transformar estas piezas. Iván Alexander es uno de los últimos hablantes de la lengua ndée mizgg y miembro de la tribu lipan apache; hoy hizo una pausa en la confección de artesanías para que sus manos y voz trabajen por la justicia que les fue negada a sus ancestros. Contará su historia para que no se repitan ni la discriminación ni las mentiras que circulan sobre su gente.
Por su sangre corre un dolor de siglos, su generación es resultado de una supervivencia extrema. Sus abuelos tuvieron que enfrentarse a la esclavitud, a un exterminio brutal y posteriormente a un olvido generalizado. En 1700 –según Morris Opler, antropólogo estadounidense–, la población de lipanes era de 6 mil individuos, hoy con un dejo de tristeza profunda Iván señala que quizá sólo queden 300.
Apache viene de la palabra zuni “apachu”, que significa enemigo, nombre con el que los españoles, ingleses y franceses estigmatizaron a las tribus que ocupaban el sur de Estados Unidos y el norte de México. Ellos, señala Alexander De León Aguirre, prefieren considerarse ndé o “la gente”.
A los apaches se les hizo fama de bárbaros por no cooperar con los conquistadores, por negarse a olvidar sus tierras y sus tradiciones. La versión oscura y los estereotipos que mancharon a estos pueblos empezó con los conquistadores, siervos de un Dios que les permitió ejercer matanzas, que el antropólogo José Medina González Dávila considera tuvieron una magnitud tal “Como un genocidio”.
Dávila se refirió así al los ataques que tanto los Gobiernos mexicanos y americanos emprendieron contra la tribu de los lipanes. El experto en etnografía señala que los ataques masivos fueron justificados en ocasiones, pero en otras fueron sencillas excusas para exterminar a todos y cada uno de los apaches. Cuando éstos se defendían, circulaban las versiones de que “eran violadores salvajes e incluso asesinos”, cosa que ha sido refutada por distintos cronistas indígenas pero que se mantiene en la versión histórica.
Hoy los lipanes son los últimos apaches libres que viven en Estados Unidos, muchos aún buscan el reconocimiento oficial nacional. “Hay mucho que aprender de ellos. Necesitamos entender que no están extintos, están abiertos de corazón y mente para compartir sus almas y extendernos su amistad”, externó en una conferencia González Dávila.
El nombre lipan significa “la gente gris claro”. Esto viene de la palabra lipan para un color gris claro (kleh-pai) y la palabra para la gente o la tribu (indeh o ndé). Más que ser sólo el nombre de la tribu, contiene un código que conmemora el éxodo del apache lipan desde la Cuenca McKenzie de Canadá a su patria eventual de Coahuila y Texas. ¿A qué se debe el color? A que el lipan y todos los apaches ven la Tierra como un círculo suspendido en el espacio en los cuatro puntos cardinales. Cada dirección es representada por un color.
Cuando los antiguos apaches lipan emigraron del norte y se movieron a la parte este en Texas, ellos se movían del blanco del norte hacia el negro del este. En la paleta de color que ellos ven el mundo, si se mezcla un poco negro con blanco, se consigue el color gris. Pues, por eso los apaches lipan son “la gente gris claro”.
UNA BÚSQUEDA INCESANTE
El éxodo de los lipanes comenzó en el sur de Canadá, donde buscaban una patria que tuviera búfalo y venado para cazar, plantar la comida que podría ser juntada y orillas de ríos fértiles donde ellos podrían plantar el maíz y la calabaza. Poco a poco comenzaron a ir hacia el sur, pues eran nómadas. Hasta que se establecieron en Texas para siempre.
El Abááchi Nan'dant Pica'x Nde in Tiinsle unificó a los lipanes y tenía un control desde el suroeste de Kansas al norte hasta el sureste de Coahuila y norte de Durango. Truqueaba pieles de búfalo en Torreón, Coahuila, y era respetado por los jefes tobosos, huachichiles y coahuiltecos.
El gobernador de Coahuila trató de instigar la rebelión dentro de los lipanes al querer sobornarlos en contra de Pica'x Nde in Tiinsle, pero fue imposible. Al ver que no podían, pidieron ayuda a los comanches. A la muerte de Pica'x Nde in Tiinsle en su antiguo campamento en los cerros de arenas negras del suroeste de Nuevo México, los lipanes terminaron por dividirse. Unos se regresaron al norte de Nuevo México al área de Taos y se unieron al Abááchi Shash Nde (Jicarilla apache). El resto de los lipanes emigró hacia el este y sur, a San Antonio y se unieron al grupo del Kuel'gahen o los lipanes bajo el Nan'dant Kuelgas de Castro.
Alrededor del año 1700 en Texas, una guerra amarga hizo erupción entre los lipanes y los comanches por el control de las llanuras de búfalo del norte del estado. Una batalla de nueve días, luchada alrededor de Wichita, dejó a muchos guerreros muertos. Los lipanes comenzaron a contemplar el sur como un asilo seguro de los comanches. En esta batalla del Red river de nueve días contra los comanches, el Kuel'gahen emigró hacia el sureste a Coahuila y se unió a Al kune Tsa que ya estaba establecido en Coahuila desde mucho antes. El Kuel'gahen se convirtió en el nuevo núcleo del kle paii.
Hacia 1730, los lipanes habitaron amplias áreas de Texas –de Brazos superior en el este por el Colorado superior de Texas central al Río Pecos en el oeste. La tribu también había comenzado a moverse hacia el sur, donde ellos entraron en contacto con los españoles en San Antonio de Béxar.
Los apaches lipan encontraron todo lo que ellos necesitaron en Coahuila y Texas: búfalo y venados, tunas de nopal y agave, ciruelas salvajes. Ellos reclamaron el área de San Antonio como su patria y lo llamaron Muchas Casas. En la lengua lipan, es llamado Ki-aah-hii.
Los lipanes pronto ampliaron su patria en Texas del sur y se extendió de San Antonio a Laredo. En 1751, una parte de la tribu se movió permanentemente en el estado mexicano de Coahuila y llamaron su patria coahuilense: Casa Redonda o Naa-ci-ká.
Para Iván no ha sido difícil integrarse en la cultura mexicana moderna. Pues su familia y su etnia han luchado por mantener sus costumbres de manera equilibrada y compartiendo su sabiduría ancestral. Han dejado atrás el ser nómadas y no han estado aislados, pues después de las persecuciones tuvieron que enfrentarse al poco respeto que se tenía para su pueblo. Un tiempo tuvieron posesión de las tierras de Múzquiz, pero después de erradicarlos éstas fueron cedidas a los kikapués, seminoles y mascogos. Con estas tribus actualmente tienen una relación cordial, “nos llevamos bien”, asegura Iván.
Pese a todos los problemas que históricamente han enfrentado, el que le parece más alarmante a este joven de 32 años es la desaparición de la cultura, la pérdida de la lengua e identidad de su pueblo. Por eso ha comenzado una lucha de acercamiento al Gobierno y a los medios de comunicación para concientizar sobre la importancia de su gente. Lo que empezó como dar clases de ndée, se ha transformado en una lucha contra el olvido, la discriminación y la ignorancia.
“Somos una etnia que está aquí desde antes que se fundara Saltillo. Queremos que se nos reconozca como lo que somos, gente nde”. Además de esto, buscan la protección ambiental de sus lugares sagrados en el norte de Coahuila, Texas y Mescalero en Nuevo México. El Big Bend, por ejemplo, se encuentra cerca de Maderas del Carmen.
El activista señala que existe un riesgo de que se pierda su identidad, porque falta interés del Estado por promover el respeto a sus tradiciones. Una de las propuestas más arriesgadas es que se revisen los libros de texto y que se incluya la verdad de su pasado. Que ya no se tilde de bárbaros a los pueblos que estaban antes de la llegada de los tlaxcaltecas, sino que se reconozca la barbarie cometida contra ellos. Que se hagan publicaciones en su dialecto y, sobre todo, que el Gobierno concientice a la gente sobre la existencia de la tribu. Porque al hablar de pueblos indígenas, inmediatamente se hace referencia a los pueblos aztecas y mayas, pero su etnia, y la participación de ésta en la construcción social, no se menciona.
La gente de su pueblo sufrió un grado alto de discriminación. Pese a que cesaron las masacres, mucha gente prefirió ocultar su identidad para evitar el acoso. Es fecha de que muchos miembros de la tribu tienen miedo de acercarse a denunciar a Derechos Humanos o a cualquier institución debido al pasado violento de las instituciones gubernamentales con los lipanes. Pero, señaló, se está tratando de recuperar esta confianza. Por último, De León, señaló que es urgente que se les dé promoción y apoyo cultural, pues desde 1820 no han recibido reconocimiento oficial por parte del Gobierno mexicano.
Iván Alexander ofrece clases de su lengua indígena, venta de artesanía los sábados y domingos en el Museo del Desierto.
LA DENUNCIA
En los últimos días se viralizó en Estados Unidos la fotografía de un miembro de los lipan apache de 15ª generación que sostiene un cartel que reza “Governor Abbott, show me your papers. I am Lipan Apache 15th Generation”. (Gobernador Abbott, muéstreme sus papeles, soy lipan apache 15ª generación). Pese a mantenerse siempre al margen de ciertos problemas políticos, hoy los indígenas nativos de América están tomando cartas en el asunto para evitar que las órdenes administrativas del presidente Donald Trump afecten al medio ambiente y propicien el contexto de discriminación que tanto afectó a sus ancestros.
Pese a la batalla histórica en Dakota del Norte para evitar la instalación de oleoductos, que pasó de protestas pacíficas a encuentros violentos y finalmente el éxito de las empresas; la unión de los pueblos marcó un precedente en la participación de las etnias en la vida pública de Estados Unidos de América.
El beautiful wall (hermoso muro) que tiene contemplado Trump no será la excepción por levantar ámpulas en estas comunidades. Al respecto, Iván Alexander señaló que “El muro de Trump es una amenaza a las tierras sagradas nde del Río Grande. Destruiría el área tradicional Kune tsa”. Además de corromper territorios que consideran parte de su cosmovisión, como las montañas Mbaadzil (montañas coyote) y Tzil lizzi (montañas negras) y donde se han presentado sus deidades, el costo para la flora y fauna de la región sería irreparable. Específicamente la conservación de las especies migratorias está en juego. Ante esta amenaza, los lipanes no tienen miedo de enfrentarse y protestar, así como de llamar a todos los mexicanos a unírseles para que no se repita la historia de odio y sangre por tratar de dividir seres humanos.
Propuesta 1.- Que se revisen los libros de texto y que se incluya la verdad de su pasado.
Propuesta 2.- Que ya no se tilde de bárbaros a los pueblos que estaban antes de la llegada de los tlaxcaltecas, sino que se reconozca la barbarie cometida contra ellos.
Propuesta 3.- Que se hagan publicaciones en su dialecto.
Propuesta 4.- Que el Gobierno concientice a la gente sobre la existencia de los lipanes apaches, porque al hablar de pueblos indígenas, inmediatamente se hace referencia a los pueblos aztecas y mayas, pero su etnia, y la participación de ésta en la construcción social, no se menciona.
Propuesta 5.- Que se les dé promoción y apoyo cultural, pues desde 1820 no han recibido reconocimiento oficial por parte del Gobierno mexicano.
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