“Le hice notar al principito que los baobabs no son arbustos sino árboles grandes como iglesias y que aunque se llevara toda una manada de elefantes, la manada no acabaría ni con un solo baobab”, dice El Principito en el Capítulo IV. En el libro Paracaídas que no abre (Almadía), Alejandro Páez Varela vuelve a hablar del baobab, en clave romántica, poética y apasionada
Ciudad de México, 20 de febrero (SinEmbargo).- Tengo en la frente un baobab. A veces me agarra dormido y crece desmesuradamente; a veces me da sombra fresca y no duele. Nunca cambia de hojas, pero entiendo cuando está en su otoño y lo trato amable; no olvido –a pesar de que me pongo todo acurrumacos y lo visto con cariño que es un baobab y los baobabs no tienen compasión.
Este gigante es un desconsiderado. Ha echado raíces de la nunca al espinazo y, si parpadeo, un día crecerá hacia los brazos y luego a las piernas y cuando la gente me vea pensará que no soy hombre sino árbol.
Dicen que los baobabs no tiene corazón; que por eso se adueñan del de uno, que por eso se lo quedan. Las noches se vuelven enfermas; las tardes se tornan friolentas, incluso en los veranos. Te atrapa la melancolía y ahí vas, por las calles, arrastrándote de una banqueta a la otra, pensando en reclamarle a todo el mundo por este cielo gris. Pero después sabes que no es así. Que nadie ha pintado de nada los cielos. Que es al baobab al que le gustan los grises y el desconsuelo.
He escuchado que hay mujeres que son semillas de baobab. Cuentan que si no se les tiene cuidado, se siembran en la frente y con paciencia van tejiendo sus raíces con nudos tan fuertes que, si se los quiere arrancar, se viene medio cráneo. Los que han dejado crecer baobabs y han vivido para contarlo dicen que uno pierde la voluntad; que después piensas con la savia; que un día te duelen las ramas y cuando el sol está brillante le tiras mordidas con las horas. Dicen que ésas son claves para saber si un baobab te ha ganado.
Tengo en la frente un baobab. No recuerdo si alguien lo sembró o si lo cargo desde el principio y ni cuenta me había dado. Como sea, lo trato con respeto, le presto sus cuidados.
Y a veces, cuando he pensado en extirparlo, nos vamos a caminar a ningún lado y arrastro los pies en la tierra y dejo al viento acariciar mis hijos y pienso: raíces de baobab en el corazón, ¿qué tiene de malo?
Tengo un baobab en la frente. No es mujer sino tristeza: he vivido para contarlo.
Quién es Alejandro Páez Varela: Ciudad Juárez, 1968. Es periodista y escritor. Subdirector fundador de la revista Día Siete, ha sido editor de Reforma, El Universal y media decena de diarios más. Ha escrito en Newsweek, Letras Libres, The Dallas Morning News y en otras revistas y diarios en México y el extranjero.
Es coautor, entre otros, de los libros Los suspirantes (2005), Camas separadas (2005), Los amos de México (2007) y Los intocables (2008).
Es autor de Paracaídas que no abre (Almadía), No incluye baterías (Cal y Arena) y de la trilogía de Ciudad Juárez conformada por las novelas Corazón de Kalahsnikov, El reino de las moscas y Música para perros (Alfaguara)