En México, lugar de origen y diversidad del maíz, en donde cada habitante consume en promedio medio kilogramo diario de ese grano, los investigadores han encontrado el herbicida glifosato, “probable cancerígeno para el humano”.
Un estudio de la UNAM publicado en la revista Agroecology and Sustainable Food Systems reveló que el 90.4 por ciento de las tortillas que consumen los mexicanos contienen secuencias de maíz transgénico, así como el 82 por ciento de las tostadas, harinas, cereales y botanas de este grano.
“Si el gobierno apoyara la agricultura campesina, tendríamos un campo fuerte, menor impacto ambiental por la producción de alimentos, comunidades campesinas íntegras produciendo y comercializando su maíz de alta calidad a precios justos, y los mexicanos gozaríamos de una mejor salud", concluyó la investigación.
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Ciudad de México, 18 de septiembre (SinEmbargo).- El 90.4 por ciento de las tortillas que se consumen en México contienen secuencias de maíz transgénico, así como el 82 por ciento de las tostadas, harinas, cereales y botanas de este grano, reveló un estudio de la Universidad Nacional Autónoma de México (UNAM).
En México, lugar de origen y diversidad del maíz, en donde cada habitante consume en promedio medio kilogramo diario de ese grano, los investigadores han encontrado el herbicida glifosato, “probable cancerígeno para el humano”.
El estudio, encabezado por Elena Álvarez-Buylla Roces, del Instituto de Ecología (IE) y del Centro de Ciencias de la Complejidad (C3) de la UNAM, reveló que en las tortillas hallaron una presencia alarmante de transgenes, es decir, de genes que provienen de maíz maíz transgénico, de plantas que han sido transformadas en laboratorios de Estados Unidos, principalmente.
De acuerdo con el estudio publicado en la revista Agroecology and Sustainable Food Systems por Álvarez-Buylla y sus colegas, estos maíces han sido modificados básicamente para resistir plagas y para tolerar el herbicida glifosato, que ha sido recientemente clasificado por la Organización Mundial de la Salud (OMS) como “probable cancerígeno para los seres humanos”.
Los científicos muestrearon prácticamente todos los alimentos hechos preponderantemente con maíz que se encuentran en el supermercado y las tortillerías. Los compararon con las tortillas aparentemente más artesanales, que son de maíz nativo y hechas por personas ligadas al campo. Estas últimas fueron positivas para transgenes con una frecuencia mucho menor, y no presentaron glifosato.
“Más del 85 por ciento del maíz transgénico que se produce en Estados Unidos es tolerante al glifosato, que es rociado sobre los maíces transgénicos que lo toleran, penetra en las plantas y llega a los granos, pero no pensábamos encontrarlo en nuestras tortillas y otros alimentos hechos con maíz”, recalcó la investigadora Álvarez-Buylla.
“No esperábamos estos datos tan impactantes, porque el maíz transgénico no está permitido en México a campo abierto, pues está en proceso una demanda colectiva que lo impide desde 2013, año en que se aplicó una medida precautoria que prohibía su siembra mientras duraba el proceso legal”, agregó.
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Los análisis de ADN recombinante de los laboratorios de la UNAM y la UAM que se encargaron del estudio fueron validados por un laboratorio Alemán certificado para estos análisis y con el más alto prestigio. Los análisis de glifosato fueron hechos en este mismo laboratorio Europeo.
Para los investigadores, la consecuencia de haber encontrado maíz transgénico en las tortillas se debe a la falta de apoyo del gobierno mexicano a los campesinos.
“Si el gobierno apoyara la agricultura campesina, tendríamos un campo fuerte, menor impacto ambiental por la producción de alimentos, comunidades campesinas íntegras produciendo y comercializando su maíz de alta calidad a precios justos, y los mexicanos gozaríamos de una mejor salud.
“Es importante recuperar la soberanía alimentaria. Los mexicanos nos estamos quedando sin opciones en términos de productos de maíz libre de transgénicos”, destacó la académica de la UNAM.
LA PRODUCCIÓN DE MAÍZ
México produce suficiente maíz para el consumo humano: nativo e híbrido no transgénico. En 2016 se produjeron 25.7 millones de toneladas de maíz, de las cuales 12.3 millones se vendieron para consumo humano, 4.2 millones para autoconsumo, 4.4 millones para el sector pecuario y 1.5 millones para exportación.
Las 10 millones de toneladas que se importan anualmente desde Estados Unidos deben usarse sólo para alimento de ganado o insumos industriales altamente procesados, pero no para consumo humano, y menos si es grano contaminado con glifosato, sostuvo.
Álvarez-Buylla pidió que se apoye a la agricultura sostenible, agroecológica y campesina para que este maíz nativo o criollo, de alta calidad nutricia, complementado con el híbrido, que se produce en el norte del país, cubra las necesidades nacionales.
México no se caracteriza por ser un país cultivador de alimentos transgénicos; sin embargo, importa el 50 por ciento del maíz para su consumo de países como Estados Unidos, nación que acostumbra modificar genéticamente sus productos.
Desde julio de 2013 existe un juicio interpuesto por la organización Colectiva Maíz para que los tribunales sometan a debate las posibles afectaciones que pueden ocasionar los transgénicos sobre el derecho humano a la biodiversidad, a la salud y a la alimentación.
El objetivo es que la autoridad judicial federal declare que la liberación o siembra de maíces transgénicos en México dañará el derecho humano de las generaciones actuales y futuras a la diversidad biológica de los maíces nativos.
Sin embargo, de acuerdo con la organización Greenpeace, en México no existe una legislación que obligue a las empresas a expresar si sus productos tienen ingredientes genéticamente modificados o no.