Analistas consultados por la agencia Efe consideraron que los 23 decretos y acciones ejecutivas anunciados en el primer mes de Trump al frente del Gobierno de EU han sido medidas más simbólicas que sustanciales, con la excepción del veto migratorio que fue bloqueado por un juez y que pronto será sustituido por otra medida. Mientras que la agencia AP hace una metáfora en la que compara el desorden con el casco de seguridad que aún se encuentra instalado afuera de la Casa Blanca, con la agitación al interior de gobierno del magnate.
A continuación reproducimos íntegros los cables de las dos agencias.
ADEMÁS
Por Lucía Leal
Washington, 18 de febrero (EFE).- Donald Trump ha trasladado a la Casa Blanca las prioridades de su singular campaña electoral, pero no ha generado cambios sustanciales en Estados Unidos durante su primer mes como presidente, marcado por el caos en su Gobierno y las tensiones con el sistema judicial, la prensa y líderes extranjeros.
Trump, que este lunes cumplirá un mes en el poder, ha firmado al menos 23 decretos y acciones ejecutivas pero, según expertos consultados por Efe, el contenido de esas medidas es más simbólico que sustancial, con la excepción del veto migratorio que fue bloqueado por un juez y que pronto será sustituido por otra medida.
“Nunca ha habido un presidente que haya hecho tanto en un periodo tan corto de tiempo”, defendió Trump este jueves.
En sus primeras cuatro semanas, el magnate inmobiliario ha dejado claro que pretende cumplir sus polémicas promesas de campaña y redefinir la política estadounidense, pero su escaso conocimiento de las dinámicas del Gobierno federal ha restado trascendencia -aunque no impacto mediático- a muchos de sus anuncios.
“La mayoría de sus acciones ejecutivas han sido vagas o estaban mal escritas”, lo que les resta “eficacia”, explicó a Efe un historiador presidencial en la Universidad de Albany, Bruce Miroff.
Desde su orden de construir el muro en la frontera con México a su decreto para acabar con los carteles del narcotráfico, la gran mayoría de sus medidas han consistido simplemente en “decir a sus agencias que busquen una forma de hacer algo”, coincidió David Lewis, un experto en políticas en la Universidad de Vanderbilt.
“Este es un presidente sin experiencia política que no se ha tomado el tiempo de aprender las reglas del juego, sus estrategias y sus sutilezas. Eso le ha hecho débil e ineficaz”, agregó Lewis.
Es posible que esos decretos se acaben traduciendo con el tiempo en estrategias concretas que sí cambien sustancialmente las cosas, pero, por ahora, el estreno en la presidencia de Trump ha estado más caracterizado por lo que ha dicho que por lo que ha hecho.
Sus acciones, además, han quedado eclipsadas por sus ataques a la prensa y a los jueces, el fallido lanzamiento de su veto migratorio y el escándalo generado por la dimisión de su asesor de seguridad nacional, Michael Flynn, tras haber mentido al vicepresidente Mike Pence sobre sus contactos con Rusia durante la campaña.
“No puedo recordar a ningún presidente durante mi vida que haya tropezado tanto nada más llegar al poder”, aseguró Lewis a Efe.
“Su Casa Blanca está mal organizada, sus relaciones con el Congreso están plagadas por la confusión, ya le han dado un golpe importante en los tribunales y tanto él como su círculo han perdido credibilidad en un tiempo récord”, opinó, por su parte, Miroff.
Solo el 39 por ciento de los estadounidenses está satisfecho con la actuación de Trump durante su primer mes, según un sondeo publicado esta semana por el centro de investigación Pew, que nunca registró un índice tan bajo en toda la Presidencia de Barack Obama.
Desde el día siguiente a su investidura, cuando envió a su portavoz a reprochar a los medios su cobertura del acto, Trump se ha irritado ante cualquier percepción negativa sobre su labor, y ha ventilado esa frustración mediante feroces críticas a la prensa, a la que considera “el enemigo del pueblo estadounidense”.
También ha arremetido contra el sistema judicial del país a raíz del bloqueo de su veto a los refugiados y los inmigrantes de siete países de mayoría musulmana, que ha dejado de aplicarse y será reemplazado la semana que viene por un nuevo decreto.
En uno de sus episodios más criticados, Trump llegó a insinuar que, si había un ataque terrorista en el país, “la culpa” sería del juez que bloqueó su decreto.
En el plano mundial, Trump se ha llevado a la Casa Blanca algunas de las tensiones que mantenía con otros países, sobre todo las generadas con México, pero ha tratado de rebajar sus roces con los países de Europa y de Asia Oriental, y ha mantenido cordiales encuentros con los líderes del Reino Unido, Japón, Canadá e Israel.
Además, ha nominado a un juez para el Tribunal Supremo, Neil Gorsuch, que probablemente será confirmado por el Senado y podría permanecer en el cargo durante décadas, devolviendo a los conservadores la mayoría en la poderosa instancia judicial.
Sus promesas de derogar la reforma sanitaria de Obama, rebajar los impuestos a las empresas y construir el muro en México dependen de la cooperación de un Congreso que, pese a estar bajo control republicano, podría empezar a “ir por libre” si “los escándalos y el caos” siguen rodeando la Casa Blanca, según Lewis.
“Trump está desafiando a instituciones poderosas dentro y fuera del Gobierno federal, pero está empezando a encontrar una fuerte resistencia”, resumió Miroff.
Su “creciente frustración, y su necesidad de revivir sus actos de campaña”, como el que celebrará hoy en Orlando (Florida), “sugieren que el reto de ser presidente le está pasando factura”, añadió.
***
LA METÁFORA DEL CAOS
Por Nancy Benac
WASHINGTON (AP) — Un mes después de la ceremonia de investidura, un tramo de la avenida Pensilvania frente a la Casa Blanca habitada por Donald Trump sigue siendo un casco de seguridad. Todavía hay esqueletos de los retenes instalados el mes pasado. En otras partes se ven tablas apiladas y cables amontonados ocultos dentro de rejas de metal torcidas.
El desorden fuera de la puerta del Presidente, aunque no es su culpa, parece una metáfora de la agitación que sigue aconteciendo en su interior.
Con cuatro semanas en el gobierno, el hombre que asegura haber heredado “un desastre” dentro y fuera del país encabeza una Casa Blanca que es descrita por muchos como un desastre en sí misma.
A un ritmo impresionante, Trump ha irritado a líderes mundiales y frustrado aliados. Recibió un golpe legal en una de sus emblemáticas políticas. Perdió a su asesor de seguridad nacional y a su nominado como secretario del Trabajo debido a escándalos. Ha visto a fuerzas dentro de su propio gobierno pelear contra sus políticas y la filtración de información confidencial.
Todo esto ha sucedido en medio de un constante goteo de revelaciones sobre investigaciones del FBI en torno a los contactos de su campaña con autoridades de inteligencia de Rusia.
Trump asegura que su gobierno funciona como una “máquina bien aceitada”. Habla de las ganancias en el mercado bursátil y de la devoción de sus todavía leales partidarios como evidencia de que todo está bien, aunque sus niveles de aprobación son mucho más bajos que los de otros presidentes estadounidenses en sus primeras semanas de gobierno.
Aguijoneado por las críticas incesantes, Trump las descalifica diciendo que son “noticias falsas” entregadas por “el enemigo de la gente”, es decir la prensa. Las denuncias diarias contra los medios son solo uno de los nuevos hábitos a los que los estadounidenses se están acostumbrando.
Casi todos los días comienzan (y terminan) con tuits presidenciales que tocan casi cualquier cosa, desde hablar de los noticiarios de televisión, hasta promocionar próximos eventos o insultar a la prensa.
En algún momento del día, se cuenta con Trump para recordar la maravillosa derrota de Hillary Clinton en las elecciones de noviembre y muy posiblemente exagere sus márgenes de apoyo. También hay que esperar más denuncias de la prensa “deshonesta” y sus “noticias falsas”.
Desde ahí, las cosas pueden tomar rumbos inesperados mientras Trump ofrece pronunciamientos en política o hace comentarios improvisados que dejan incluso a los colaboradores en la Casa Blanca pasando apuros para interpretarlos.
Los días de Trump son atareados. Afuera, hay grupos listos para las “sesiones de escucha”. Líderes extranjeros llaman o llegan de visita o en su caso, las cancelan, como hizo el presidente de México en respuesta a las diferencias por el muro que Trump desea construir en la frontera común.
En política exterior, Trump ofreció hace unos días un pronunciamiento enigmático sobre el conflicto israelí-palestino: “Estoy viendo dos estados y un estado, y me gusta el que le gusta a ambos partidos. Puedo vivir con uno u otro”. Su embajadora en Naciones Unidas, Nikki Haley, dijo al día siguiente que “nosotros apoyamos absolutamente la solución de dos estados”. De hecho, esa ha sido la postura de Washington desde hace años.
Después de que el mandatario estadounidense firmó más de una veintena de acciones ejecutivas, la Casa Blanca estaba esperando una orden urgente más de bolígrafos enchapados en oro, como le gustan al presidente.
Trump regala los bolígrafos como recuerdos después de las ceremonias donde firma decretos que pone como evidencia de su ritmo ambicioso.
“Este último mes ha representado un grado sin precedentes de acción a favor de los grandes ciudadanos de nuestro país”, dijo Trump el jueves en conferencia de prensa. “Otra vez lo digo: nunca ha habido una presidencia que haya hecho tanto en tan poco periodo de tiempo”.
Todo eso es música para los oídos de sus seguidores, quienes lo enviaron a Washington a trastocar y cambiar drásticamente el orden establecido.
“No puedo creer que exista realmente un político que haga lo que dice que hará”, opinó Scott Hiltgen, vendedora de muebles de 66 años y partidaria de Trump. “Eso nunca pasa”, agrega la residente de River Falls, Wisconsin.
Trump lo ha hecho. Aunque posiblemente haya más fuerza y furia que sustancia en muchas de sus primeras acciones.
Eligió al juez Neil Gorsuch para reemplazar al fallecido Antonin Scalia en la Corte Suprema, una nominación que ha atraído fuertes críticas, incluso por parte de los conservadores.
Mientras, el presidente se está reenfocando en la inmigración después de que los jueces federales bloquearon el decreto que prohibía la entrada al país a refugiados y a visitantes de siete países de mayoría musulmana, lo cual causó caos a viajeros en todo el mundo. Algunas otras de sus órdenes en asuntos como la frontera con México y la modificación a la ley de salud que impulsó Barack Obama son de efecto limitado.
Trump dice que sus primeras acciones muestran que está cumpliendo las promesas que hizo en campaña.
“Mucha gente dice ‘oh, oh, Trump solo estaba bromeando con lo del muro”’, dijo hace poco el presidente a un grupo de jefes de policía. “No estaba bromeando. No lo estaba”.
Sin embargo, el Congreso —donde los republicanos son mayoría— sigue esperando detalles de cómo procederá Trump legalmente en las iniciativas principales, como el reemplazo de la ley de salud, el recorte de impuestos y la reestructuración de tratados comerciales.