En el Alebrije. Monstruo de papel de agosto de 2016 —suplemento de la revista Artes de México, número 122—, Laura Durango realiza una entrevista a Elvia Esparza Alvarado, quien durante más de tres décadas se ha dedicado a la ilustración científica de la excepcional biodiversidad de México. Reproducimos aquí un fragmento de aquella conversación en la que descubrimos la “dialéctica amorosa entre la ciencia y el arte” que Esparza mantiene a través de su labor.
Por Laura Durango
El Instituto de Biología de la UNAM, en donde Elvia Esparza Alvarado —la ilustradora científica más destacada del país— trabaja desde 1981, cuenta con un jardín botánico que alberga todo tipo de especies cactáceas y que sirve de punto de encuentro para la entrevista con la galardonada dibujante de flora y fauna mexicanas.
Juntas, paseamos por los senderos de esta joya natural llena de maravillas que la maestra Esparza, tan animosa y sagaz, va descubriendo con la emoción de quien nunca se cansa de aprender y disfrutar. El suyo es un canto a la vida y un envite a la coherencia y la entrega a un oficio tan bello como ignorado.
“En Gran Bretaña sobre todo y en Estados Unidos, la divulgación botánica ilustrada es un arte de magnitud. En el resto del mundo se considera una disciplina menor, faltan especializaciones universitarias, apenas hay tradición ni relevo generacional”, explica en entrevista.
El recorrido da paso a la magia verde del cuento, con una narración que entreabre la puerta al tesoro de colores, formas y sensaciones de la botánica. Según Esparza, el escenario retrotrae “a los estados de ánimo de las plantas”, seres vivos adheridos a su paisaje interior de observadora científica, igual que una segunda piel sensible e íntima.
“En las cactáceas hay espinas y texturas aterciopeladas, se dan tonalidades yermas junto a flores de color radiante; son las mezclas sorprendentes que nos regala la naturaleza”. Para ella, ninguna especie es insignificante y hasta en las de apariencia menor “hay un lenguaje de belleza e intriga”, dice.
DIBUJO OPORTUNO
La carrera profesional de esta artista, aunque ella evite hablar de sí misma como tal, comenzó en 1971 por un aviso oportuno en el periódico “que cambió mi vida”. Se solicitaba un dibujante botánico para un proyecto sobre la flora de Veracruz y su ilustración a plumilla de una ramita, llena de puntos diminutos que daban volumen y con mucho detalle en el botón de espinas, fue la seleccionada por el reconocido doctor biólogo Arturo Gómez Pompa.
En aquel momento, Elvia estaba casada y sus dos hijos varones eran pequeños. Había estudiado Diseño Publicitario en la Escuela de Pintura y Escultura La Esmeralda, del Instituto Nacional de Bellas Artes, y la posibilidad de trabajar desde casa y encima “cobrar cien pesos por lámina” fue, así lo dice muy feliz, “como si me sacara la lotería”.
Durante 10 años colaboró con el hoy denominado Instituto Biológico de la UNAM, hasta que el director José Sarukán le ofreció el puesto de encargada del Laboratorio de Ilustración Científica, con oficina propia y dos ventanales al norte “para dibujar sin cambios de luz”.
Tres décadas y media después sigue apostada frente a su alto escritorio inclinado donde dibuja de pie, concentrada, a solas con Beethoven o la música barroca, “sin sentir el tiempo”.
Pero ¿en qué consiste el trabajo de un ilustrador científico? ¿Qué requisitos precisa? ¿Es posible una dialéctica amorosa entre la ciencia y el arte?
RETRATOS DESCRIPTOS
Elvia Esparza Alvarado desglosa con precisión el asunto:
“Un ilustrador científico es quien traduce en imágenes las necesidades de un biólogo con un fin divulgativo. El dibujo exige una fidelidad absoluta al modelo real, a sus colores, al detalle, hasta el punto de que a veces el propio biólogo descubre aspectos en la lámina que le pasaron desapercibidos, como cierto bulbo o una vellosidad escondida.
"Los ilustradores —prosigue— nos apoyamos siempre en el modelo natural pero también en dibujos y fotografías. Yo prefiero los dos primeros, todavía recelo de las fotos y del photoshop. Busco el detalle sin caer en lo gráfico. Lo peor que pueden decirme es que mi dibujo parece una fotografía. ¡Claro que no! Nunca trato de hacer una foto. Un dibujo conlleva semanas de trabajo, es un proceso lento, riguroso, artesano. Existen técnicas y normas pero también hay espacio para la creatividad personal, bien a través de la composición, que uno decide, bien mediante esos imponderables que aportan alma a la planta: la doblez de una hoja, la caída de un tallo, la disposición de flores"
”En cuanto a mí —agrega—, yo imprimo sentimientos, mi pasión y mi gusto, me doy a ello"
LA ILUSTRE ILUSTRADORA
Prueba de que es una “ilustre ilustradora”, como le gusta bromear, es que se trata de la única mexicana premiada, y dos veces —1999 y 2004—, con la Gold Medal de la Royal Horticultural Society de Inglaterra, el máximo galardón de esta prestigiosa institución; también ha recibido el reconocimiento Helia Bravo.
Aunque fuera de la escena científica, Elvia Esparza Alvarado es poco conocida en México, dada la sempiterna y proverbial escasa valoración de lo propio, una ilustración suya figura en la obra compilatoria A New Flowering: 1000 Years of Botanical Art, realizada por la eminente doctora Shirley Sherwood, botánica egresada de la Universidad de Oxford, Inglaterra, quien en 1990 se dio a la tarea de reunir los mejores dibujos de especies de flora a nivel mundial.
Cuadernos de Instituto de Biología ha publicado año tras año sus ilustraciones e iconografía sobre dinosaurios, mamíferos de México, reptiles y anfibios, plantas acuáticas, pastos marinos tropicales, semillas mexicanas, los colores de la selva, la flora del valle de Tehuacán, especies autóctonas para el libro de centenarios de 2010 y un sinfín más de trabajos. Desde 1988, realiza el Calendario de Biodiversidad del Instituto de Biología de la unam, cuajado de magníficas acuarelas y que este año se dedica a las agaváceas: “las del calendario ya están listas —apunta—, pero quiero dibujar más, faltan muchos agaves por retratar”.
Artes de México: Semillas de identidad. 31 alimentos que México dio al mundo, núm. 122.Disponible en Artes de México.