Las constantes declaraciones del ahora Presidente electo de Estado Unidos, Donald Trump, sobre renegociar el Tratado de Libre Comercio de América de Norte (TLCAN) han generado nerviosismo entre muchos en ciudades fronterizas como Laredo y El Paso en Texas, o Nogales en Arizona, que crecieron a la sombra del tratado firmado en 1994.
LAREDO, Texas, EU, 15 de diciembre (AP).— La única visita del ahora presidente electo Donald Trump a la frontera entre Estados Unidos y México fue a Laredo como candidato republicano a la Casa Blanca y duró menos de tres horas. Algunos días, eso tiempo no alcanza para que los enormes camiones de 18 ruedas cargados de lavaplatos y baterías crucen el paso fronterizo.
La promesa electoral de Donald Trump de abandonar el Tratado de Libre Comercio de América del Norte (NAFTA, por sus siglas en inglés) le reportó votos en el Rust Belt —el cinturón industrial de Estados Unidos— entre aquellos que sienten que la globalización los dejó atrás. Pero la propuesta genera nerviosismo entre muchos en ciudades como Laredo y El Paso en Texas, o Nogales en Arizona, que crecieron a la sombra del tratado firmado en 1994.
Unos 14 mil trailers cruzan la frontera a diario en Laredo, el puerto interior con más actividad del país. Funcionarios locales dicen que casi uno de cada tres empleos en la zona depende del comercio internacional.
"Somos el NAFTA sobre ruedas", dijo el alcalde de Laredo, Pete Saenz.
El libre comercio a través de la frontera, explicó, es la "espina dorsal" de esta ciudad de 255 mil habitantes. El demócrata recibió críticas dentro de su propio partido por recibir a Trump en su visita en julio de 2015, después de que el entonces candidato calificó a los migrantes mexicanos de delincuentes y violadores.
El empresario republicano dijo que el TLCAN es "el peor acuerdo comercial aprobado en este país". Este tipo de declaraciones tuvieron impacto en comunidades muy golpeadas por la industrialización como Greenville, en Michigan, donde Electrolux cerró una fábrica hace una década para trasladar los empleos a la ciudad fronteriza mexicana de Ciudad Juárez.
Durante su transición a la Casa Blanca, el presidente electo no se ha referido al tratado. Tampoco lo mencionó en un video publicado el mes pasado en el que detallaba sus prioridades para sus 100 primeros días en el gobierno.
Saenz, el telegénico hijo de un campesino, habla de la posible derogación del NAFTA o TLCAN como si fuera un alcalde de una localidad de la región del centro-norte del país que intenta evitar el traslado de una fábrica. Prevé un aumento del desempleo a dobles dígitos, almacenes abandonados y problemas financieros en la ciudad. Laredo se queda con los ingresos de los peajes sobre el puente internacional, que el año pasado ascendieron a unos 60 millones de dólares, según Saenz, para cubrir los gastos de policía y bomberos.
Sus aciagas predicciones no son compartidas por todo el mundo. Incluso los agentes de aduanas que dependen del TLCAN creen que sobrevivirán y que el comercio continuará aunque se anule el pacto.
Pero por ahora, no hay mejor lugar en Estados Unidos para evaluar los efectos del pacto que la ciudad ubicada sobre el Río Bravo.
Aquí es donde comienza la carretera interestatal 35, sobre la cual pasan miles de camiones de carga derecho hacia la frontera con Canadá. Abundan las bulliciosas fábricas industriales de donde salen y entran productos para importación y exportación. Cuatro años después de que TLCAN fue promulgado por el presidente Bill Clinton y aprobado por el Congreso que entonces tenía mayoría republicana, el censo halló que Laredo era la segunda zona del país de más ágil crecimiento económico.
Era una época en que los fabricantes de blue jeans prosperaban en Texas, y El Paso era considerado la capital de ese producto en todo el país. Pero las fábricas cerraron y los empleos se fueron al sur.
Bill Hrncir, propietario de LMS International, convirtió una antigua fábrica de Levi's en un enorme centro de distribución de productos, lleno de ruedas de acero listas para ser exportadas a México.
Emilio Richer III, cuya empresa tiene oficinas a lo largo de la frontera entre Estados Unidos y México, dijo que el fin de NAFTA tendría un impacto en su ciudad, Laredo, pero no cree que Trump hable en serio.
"Sospecho que a Trump le dijeron cosas que no son ciertas" y que Trump simplemente le estaba diciendo a los votantes "lo que ellos querían escuchar", dijo Richer, quien votó por Trump aunque el condado Webb donde vive votó mayoritariamente por Hillary Clinton.
La derogación o la modificación del acuerdo podría afectar severamente a México, el principal socio comercial de Estados Unidos. La mayoría de los economistas estadounidenses no creen que TLCAN tenga una gran incidencia en el mercado laboral del país.
Y tampoco es que TLCAN haya beneficiado a todos por igual, ni siquiera en Texas. Tras la aprobación del acuerdo, empezaron a construirse casas en Laredo y a venderse por 400 mil dólares. Pero lo cierto es que la ciudad sigue sufriendo de enorme pobreza, y es una de las más pobres del país. La tasa de pobreza allí es de 32 por ciento, una de las más altas a nivel nacional, según el censo. Y un 92 por ciento de los estudiantes de las escuelas públicas allí son considerados en desventaja económica.
Los empleos en los almacenes no pagan mucho, pues conllevan un sueldo menor al doble del salario mínimo que es de 7.25 dólares la hora. En un centro de entrega de alimentos a pocas cuadras del centro de distribución de Hrncir, Claudia Lira esperaba para poder llevarse una caja con enseres para subsistir.
Ella y su esposo regresaron a Laredo luego de que él se jubiló de su empleo en una fábrica en Iowa. No sabía nada de TLCAN, pero conjeturó sobre la causa de la persistente pobreza en la ciudad.
"Puede ser la falta de empleo, es que no hay suficiente", comentó.