Ciudad de México, 15 de octubre (SinEmbargo).– Justo detrás del reciente descubrimiento de que los acelerómetros podrían utilizarse como indicadores para la enfermedad de Alzheimer aparece otra herramienta potencial de diagnóstico, una que la mayoría de las personas ya tiene en sus despensas: la mantequilla de maní o crema de cacahuate.
De acuerdo con un comunicado de la Universidad de Florida, el método más barato y menos invasivo para detectar esta enfermedad neurodegenerativa parece encontrarse en este alimento común en la mayoría de los países industrializados en el mundo, asociado a los entremeses calóricos o comida de algunos escolares.
Entre muchas repercusiones conocidas que tiene en el cuerpo humano, la enfermedad de Alzheimer también se caracteriza a menudo por afectar a la corteza olfativa primero y, como tal, compromete el sentido del olfato, concretamente en el hemisferio izquierdo del cerebro.
Ahora bien, la mayoría de los olores en realidad disparan tanto al sistema olfativo como al trigeminal, el último de los cuales explica por qué el hecho de cortar cebollas provoca el llanto. Así, se tiene que el olfato se compone de dos sensaciones. Mientras que por un lado aparece el olfato, el “sentido” trigeminal, se encarga de una sensación física del sabor. Sin embargo, los investigadores de la Universidad de Florida descubrieron una laguna entre esta relación mediante el aprovechamiento de las características de la crema de cacahuate.
En este caso, la mantequilla de maní se utilizó debido a que es un “odorizador puro”. Lo anterior quiere decir que la crema de cacahuate no contiene un elemento trigeminal y, al tratarse de un elemento olfatorio puro, es ideal para detectar de manera temprana a quienes puedan parecer esta enfermedad neurodegenerativa, antes de proceder a los exámenes neurológicos y mentales.
En su estudio piloto, a los pacientes se les presentó una cucharada de mantequilla de maní ante ellos y luego se les pidió que cerraran ojos y boca, mientras bloqueaban una sus fosas nasales. Después de esto, el médico sostuvo una regla bajo su fosa nasal abierta y poco a poco la distancia entre la mantequilla de maní y el orificio nasal fue acercándose poco a poco, en lapsos de un centímetro, hasta que el paciente podía olerlo.
Los resultados fueron consistentes con el patrón de degradación de Alzheimer. De esta manera, aquellas personas con la enfermedad no pudieron detectar el olor en su fosa nasal izquierda hasta que la mantequilla de cacahuete se sostuvo en promedio a 10 centímetros más cerca que en el lado derecho. Por otra parte, este resultado no se repitió en los pacientes con otros trastornos cognitivos.
Esta prueba podría brindar una manera simple y directa para diagnosticar la enfermedad de Alzheimer y, al mismo tiempo, podría ser particularmente útil, por ejemplo, en clínicas rurales en donde no se dispone del equipo necesario para llevar a cabo pruebas más complejas relacionadas con esta enfermedad. No obstante, todo queda en manos de los profesionales y no convertirse en luz verde para que los hipocondriacos comiencen a oler compulsivamente frascos de mantequilla de maní.