SANTIAGO, 15 de agosto (Notimex).- Camila Vallejo, la carismática dirigente del movimiento estudiantil que remece a Chile, es hoy por hoy la mujer más deseada por el proletariado internacional y por miles de pequeñoburgueses que le expresan su amor en las redes sociales.
Ella conjuga a la perfección la virtud revolucionaria de ser una comprometida militante del Partido Comunista (PC) chileno y la cualidad materialista-dialéctica de ser bella mucho más allá de sus grandes ojos verdes y de su rostro enigmático de deidad helénica.
‘Todos estamos enamorados de ella’, dijo el pasado jueves el vicepresidente de Bolivia, Alvaro García Linera, al elogiar la belleza de Camila y su capacidad para conducir la ‘gran revuelta’ estudiantil que agita por estos días a Chile.
Su cuenta en la red social Twitter (@camila_vallejo) ya rebasó los 136 mil seguidores; la búsqueda ‘camila vallejo rica’ (rica por buena, por cachonda) es una de las más reiteradas en Google, y el blog ‘camilapresidenta’ tiene miles de visitantes cada día.
Camila Vallejo Dowling comenzó a cobrar notoriedad nacional en noviembre pasado, cuando la pasante de Geografía de 23 años de edad ganó la presidencia de la Federación de Estudiantes de la Universidad de Chile (Fech), la más emblemática universidad estatal.
Su belleza, carisma, capacidad oratoria y su característico piercing en la nariz llamaron de inmediato la atención de la prensa y cuando estalló el masivo movimiento estudiantil, en junio pasado, ella se convirtió en la dirigente más visible y requerida por los medios.
Con claridad y elocuencia, Camila ha contribuido a que las principales demandas de los estudiantes “mayor financiamiento estatal a la educación y el fin del lucro en el sistema”se instalen como temas prioritarios en la agenda política y social del país.
En entrevista con Notimex, la dirigente señaló que el problema de fondo de la educación chilena es que durante la dictadura militar de Augusto Pinochet (1973-1990) ‘el Estado trasladó al mercado la responsabilidad de educar’ a los jóvenes chilenos.
‘En Chile se instauró el modelo neoliberal en la educación y el Estado redujo sus aportes. Hoy el costo de la educación superior descansa en las familias, que tienen que endeudarse para educar a sus hijos. Lo que buscamos es recuperar la educación pública’, indicó.
Camila habla con una reposada vehemencia que la aleja del cliché de dirigente estudiantil incendiario. Ella incluso denota una leve timidez que la caracteriza desde el Colegio Raimapu, un centro alternativo de enseñanza media que promueve el ‘pensamiento crítico’.
El director del colegio, Juan Colil, la recuerda como una alumna reflexiva, aguda y muy responsable. Entonces tenía una inclinación al teatro y pensó estudiar Diseño Teatral, pero se decidió por Geografía y hoy sólo le falta presentar su tesis para titularse.
‘Elegí Geografía después de leer la malla curricular (plan de estudios). Vinculaba dos áreas, físicas y humanas, que me parecían interesantes. El territorio es un libro abierto a través del cual se puede hacer una lectura de los acontecimientos’, dijo.
Los papás de Camila, Reinaldo Vallejo y Mariela Dowling, son dos antiguos militantes del PC que manejan una pequeña empresa de aire acondicionado. El estudió teatro e ingeniería mecánica y llegó a participar en teleseries en los años 80. Ella cursó cartografía.
Además de comunistas, ambos son bien parecidos, lo que deja claro que Camila tiene pedigree revolucionario y una predisposición genética a la belleza. Ser una mujer hermosa lo tiene bien asumido pero le molesta que esa característica prevalezca sobre su personalidad.
‘Dar explicaciones sobre mi propia apariencia es absurdo. Me han preguntado incluso si yo gané (la presidencia de la Fech) por el voto hormonal. Eso no se lo preguntan a un hombre. Detrás de esa pregunta hay razones que pueden llegar a ser muy vulgares’, señaló.
Camila juega un rol moderador en el movimiento estudiantil, donde otros dirigentes están en la izquierda radical, lo que recuerda el papel centrista del PC en el gobierno de Salvador Allende (1970-1973), cuya ala radical provenía de su propio partido, el Socialista.
Ella logró ubicarse en el imaginario colectivo de Chile, donde su gran popularidad irrita a la derecha radical, que la amenaza y la insulta en las redes sociales. Una funcionaria del Ministerio de Cultura twiteó ‘Muerta la perra, se acaba la leva’ y fue sancionada.
Es el rostro más visible de un poderoso movimiento social que aspira a devolver al Estado la responsabilidad principal de educar a los jóvenes en un país donde las colegiaturas en las universidades públicas superan los 400 dólares mensuales.