Ciudad de México, 15 de julio (Sin embargo).- Un grupo de jóvenes se juntan en el patio de una casa con jardín amplio. En la mesa hay botana, cervezas, proyector y una computadora. A La hora precisa, con un cielo nublado amenazante, en la pared blanca de fondo, se ve la imagen que Internet concede a los muchachos mientras rezan que la señal se vea bien. "Este es el link que encontré el otro día, y me sirvió", dice quien controla el cursor. Unas muchachas vestidas de verde salen a una cancha rusa provocando el alarido de amigos y familiares de esas jugadoras que disputan la Universiada Mundial de Kazán 2013. La señal se congela, todos maldicen el Internet.
En suelo de Europa del Este, miles de jóvenes provocan el alarido de asistentes y reporteros que ven cómo estudiantes se adecúan al ritmo de competencia tipo Juegos Olímpicos. México llevó a 166 atletas pero a ni una de las televisoras se le hizo interesante desde el punto de vista económico, por eso hay que recurrir a links con narraciones en otro idioma, con imágenes de muy baja calidad. Dentro del panorama positivo de logros conseguidos, hay un equipo que ha logrado acaparar la atención de aquellos que le han dedicado tiempo a seguir la aventura de estos atletas.
La selección mexicana femenil de futbol llegó a la final de la justa jugando y gustando. Mientras la escuadra mayor, esa de futbolistas millonarios que acapara todo el mercado, se pasea en Estados Unidos con una lluvia de críticas, un equipo de jovencitas con una media de 23 años jugará por la medalla de oro.
Sin el seguimiento mediático de por medio, un equipo ha ganado cinco partidos consecutivos mostrando una garra desde el hambre patriótica de estar representando a México sin nada más en la mente que una medalla simbólica que les proporcione el regalo de tanto esfuerzo, de un camino largo que las hizo llegar ahí.
Desde territorio nacional, la competencia por un lugar en este equipo representativo implicó triunfar en un torneo disputado por instituciones educativas a lo largo del país. Un pre selectivo de 70 jugadoras en un principio, llegó hasta 24 muchachas estudiantes que viajarían a Europa. El honor de representar al país lo llevan como bandera por medio de una sonrisa en cada foto que circula en redes sociales o en alguna página web. El equipo nacional emuló a la selección a olímpica, y disputará a Inglaterra la medalla dorada.
En semifinales quedó Sudáfrica, jugadoras fuertes y rápidas que no pudieron con la destreza de un seleccionado que lidera en ataque Charlyn Corral. Una jugadora que fue llamada a la selección femenil mayor cuando tenía 13 años. Desde esa edad ha cargado con la responsabilidad de ser la sucesora de Maribel Domínguez, sin duda la mejor jugadora mexicana de la historia. Corral, estudiante de mercadotecnia del Instituto Tecnológico de Estudios Superiores de Monterrey, carga en su espalda a México. Sus nueve goles en este torneo han sido vitales para completar el buen trabajo defensivo realizado. Sin duda, las mexicanas son ampliamente favoritas para llevarse el oro de la Universiada.
Enfrente estará Inglaterra, un país que está brillando en futbol tanto varonil como femenil. Las inglesas dejaron en semifinales a las siempre favoritas brasileñas. Desde Gran Bretaña, se espera dar una nueva sorpresa ante un rival que se ha comido a todo aquel que se le pone enfrente.
México que llegó sin ruido, hoy alimenta las portadas de rotativos con el mensaje positivo de deporte y juventud. Estudiantes de distintas carreras, se pondrán por última vez el uniforme nacional para un último compromiso de un grupo que lleva meses concentrado en ese peldaño del primer lugar.
En pleno lunes, día maldito para tantos, once mexicanas jugarán por lo menos 90 minutos con la ilusión de sentirse las mejores. En 2011, se fueron de suelo chino en octavos de final gracias a unas brasileñas que tuvieron más fortuna en los penales. Dos años después, en una justa que televisan más de 100 países, los mexicanos tienen que adecuarse a la red disponible vía una computadora porque las televisoras mexicanas no se unieron a la fiesta universitaria. El pueblo, que arma fiesta después de la quinta persona que arriba a la reunión, tendrá botana lista para seguir rezando porque la señal no falle, y que las compatriotas tampoco.