El "capitalismo afectivo", es un rasgo que distingue a Facebook de las otras redes sociales, según el filósofo,Vicente Serrano. Esta red social nos convertimos en turistas de nuestra vida, con un afán exhibicionista de dejar plasmado todo lo que hacemos.
Por Manuel Fuentes
Valparaíso, Chile, 12 noviembre (EFE).- "¿Es un descaro que una máquina nos pregunte qué estamos pensando?". Ésta es la reflexión que plantea el filósofo y ensayista español Vicente Serrano, autor del libro Facebook, lo que la red social hace con nuestras vidas y quien participa este fin de semana en el festival cultural Puerto de Ideas.
Serrano, doctor en Filosofía por la Universidad Complutense de Madrid y autor de ensayos como "Nihilismo y modernidad" o "La herida de Spinoza", ha acuñado el término "Fraudebook" para referirse al fenómeno del "capitalismo afectivo" de una red social que en sus doce años de vida suma ya mil 800 millones de usuarios.
Hasta ahora, los reproches a la red creada por Mark Zuckerberg en 2004 para poner en contacto a los estudiantes de Harvard se centraban en la idea del Gran Hermano que, como en la novela de George Orwell, controla las vidas de los individuos.
Y es verdad que en ocasiones Facebook ha aportado datos que han servido para el control político y ha hecho un uso no muy ético de la información aportada por sus usuarios para investigar, por ejemplo, el llamado contagio emocional.
Pero no son esas críticas las que le interesan al director del Instituto de Filosofía de la Universidad Austral de Chile. Serrano pone el acento en lo que él denomina el "capitalismo afectivo", un rasgo que distingue a Facebook de las otras redes sociales.
"Mi objetivo es reflexionar sobre el lado más oscuro de este banco de la intimidad" en el que las personas abren una cuenta para depositar sensaciones, emociones y afectos, explica.
La conferencia de Serrano este sábado atrajo a la audiencia más joven de Puerto de Ideas, el festival chileno de ciencia y pensamiento que este fin de semana despliega medio centenar de actividades en la ciudad portuaria chilena de Valparaíso.
El filósofo admite que Facebook ha transformado los medios de comunicación de masas e incluso las expresiones políticas, como quedó de manifiesto con el Movimiento de los Indignados en España, las movilizaciones estudiantiles en Chile o la llamada Primavera Árabe.
"Si se hubiera seguido con atención lo que estaba pasando en las redes sociales no habría sido una sorpresa la elección de Donald Trump", asegura.
Pero ello no quita para que, en su opinión, detrás de Facebook se esconda un fraude.
"Hay una estafa. No en el sentido jurídico, pero sí en el de que no nos da cosas que promete y nos proporciona otras que no buscamos".
Serrano relata su propia experiencia, cuando años atrás, a sugerencia de una colega chilena, abrió una cuenta en Facebook por motivos profesionales.
"Durante unos meses estuve expuesto a la ansiedad constante y un cierto exhibicionismo. Resultó una experiencia bastante cargante", confiesa el filósofo español, quien se propuso ahondar en sus reflexiones sobre la red social como una catarsis "para purgar aquellos demonios".
El autor de "La mirada estética y el laberinto moderno" identifica en Facebook "tres fraudes, falsedades o sucedáneos".
El primero de ellos es la amistad como elemento definitorio.
"La mayoría somos conscientes de que nuestros amigos de Facebook son otra cosa y lo asumimos como algo inocuo", cuando lo cierto es que la amistad es un bien escaso y desinteresado que exige cierto esfuerzo.
"Lo de Facebook no es verdadera amistad, es una categoría que incluye amigos, colegas, clientes, usuarios de plataformas y hasta enemigos", afirma.
El segundo fraude es la biografía. "Facebook objetiva acontecimientos de nuestra existencia de manera indiscriminada. Nos convertimos en turistas de nuestra vida, con un afán exhibicionista de dejar plasmado todo lo que hacemos".
Llegado a este punto, Serrano sostiene que "la intimidad se revela como una inmensa fuente de riqueza", porque la publicidad llega a un ámbito que es tan íntimo como el de los afectos. Facebook capta eso y lo pone al servicio de los anunciantes".
Y para respaldar su afirmación, el filósofo echa mano de los datos financieros.
De julio a septiembre, la red social de Zuckerberg ganó 7 mil millones de dólares en publicidad, "mucho más que el presupuesto anual de 40 países".
"El tercer fraude es el menos visible, el que más tiempo ha permanecido oculto", asegura Serrano, para quien "Facebook está modificando su condición de red social para convertirse en otra cosa".
"La gran mentira es que el servicio es gratuito y que siempre lo será", como dice en el contrato.
"¿Realmente recibimos un servicio a cambio de nada? No, nosotros lo hacemos aportando una información muy valiosa: nuestros estados de ánimo", sostiene.
"Es un descaro que una máquina me pregunte '¿qué estás pensando?'", señala el filósofo español.
"Nosotros estamos produciendo para Facebook (concretamente, doce dólares al año por usuario), pero no lo hacemos a la manera clásica, mediante un trabajo y un salario, sino a cambio de estar interactuando constantemente para generar una mercancía que hasta ahora había permanecido fuera del alcance del capitalismo: los sentimientos, la vida afectiva".
Este tipo de realidades han dado lugar a diferentes interpretaciones. Una es optimista, la llamada economía colaborativa de redes sociales como AirBnB, Uber o BlaBlaCar que han impulsado el concepto de "prosumidor", o consumidor productor, y que a juicio de algunos autores suponen el eclipse del capitalismo tradicional.
Pero hay otra que llama la atención sobre el impacto que esto tiene en la libertad, entendida como la capacidad de establecer un orden en la vida afectiva de las personas.
"Al abrir la cuenta en Facebook, el depósito inicial que hacemos es nuestra vida afectiva. No se acumula dinero, sino 'amigos', 'me gustas', 'acontecimientos'. Facebook sabe que cuanto más tiempo nos retenga, más plata ganará", reflexiona Serrano.
Y este fenómeno ha creado un nuevo tipo de proletariado, que aporta su vida emocional y sus afectos.
"La ironía del dispositivo, decía el filósofo francés Michel Foucault, es que nos domina haciéndonos pensar que somos más libres", concluye Serrano.