Sao Paulo, 12 jun (dpa) – La ceremonia inaugural del Mundial de fútbol de Brasil 2014 ofreció hoy una patada inicial especial, a cargo de un parapléjico que gracias a un exoesqueleto robótico dio algunos pasos y pateó una pelota, pero casi nadie se dio cuenta de ello en el estadio Itaquerao.
La presentación, aguardada con ansiedad como el símbolo de un gran logro científico brasileño, fue rápida y discreta, realizada al margen de la cancha de la Arena Corinthians para no perjudicar el césped, y sin que hubiese anuncio de lo que ocurría a través de los altoparlantes del estadio.
Todos esperaban un gran espectáculo en torno a la presentación, considerada como el “patada inicial” de una nueva etapa de esperanza de paralíticos en todos los rincones del planeta.
Pero la mayoría del público de 60 mil personas que acudió al partido inaugural del Mundial entre Brasil y Croacia no vio nada.
La presentación debía ser el punto culminante de un proyecto iniciado en 2001 por el neurocientífico brasileño Miguel Nicolelis en el Centro de Neuroingenería de la universidad estadounidense de Duke, y que hoy involucra a un grupo de 156 personas de varios países del mundo, entre científicos y técnicos.
El proyecto, bautizado como “Walk Again” se basa en la construcción de un exoesqueleto robótico de 1.78 metros de altura y entre 60 y 70 kilos de peso, que es “vestido” por el paciente parapléjico, quien lo hace moverse por impulsos eléctricos cerebrales.
Para ello, sin embargo, el paciente debe tener alguna sensación táctil en los miembros paralizados, lo que ha sido logrado gracias a un equipo científico comandado por Gordon Cheng, de la Universidad de Múnich.
Cheng desarrolló una especie de piel artificial, conformada por placas flexibles de circuitos integrados, cada una de las cuales tiene sensores de presión, temperatura y velocidad y que es instalada en la planta de los pies de los pacientes.
Pese a que Nicolelis consideró la presentación de hoy como un éxito, lo que se vio en la Arena Sao Paulo fue muy distinto a lo esperado, que era que el voluntario se levantara de una silla de ruedas, caminara solo unos pasos y diera el patada inicial.
Pero lo que pasó fue que el voluntario -el ex atleta Juliano Pinto, de 29 años, quien se quedó parapléjico a raíz de un accidente sufrido en 2006- apareció ya parado y vestido con el traje robótico, dio unos pocos pasos acompañado por Nicolelis y por dos asesores y luego hizo moverse la pelota del Mundial, que fue recogida por un niño.
La estatal Financiadora de Estudios y Proyectos del Ministerio de Ciencia y Tecnología, que aportó unos 14 millones de dólares para la investigación de Nicolelis, había afirmado antes que el objetivo de la presentación era el de “acercar la ciencia a la población brasileña y de todo el mundo”.
Además, la entidad confiaba en que el gran despliegue televisivo en torno al espectáculo permitiría que un público estimado en miles de millones de personas siguiera en vivo y en directo “uno de los más grandes pasos” de la ciencia de Brasil. Pero el tono discreto del espectáculo no estuvo en esta ocasión al nivel del logro científico.