Donald Trump mostró una nueva cara la madrugada del miércoles, cuando salió a dar su primer discurso como Presidente electo de Estados Unidos. El tono de voz fue liviano y habló de gobernar para todos. En las líneas que leyó no se colaron las palabras muro, México o migrantes, a diferencia de la mayoría de sus discursos de campaña.
Quizá ese sea el inicio de un Presidente Trump más moderado y conciliador, pero eso se verá a nivel política, porque una realidad es que en la sociedad estadounidense, la que le dio el triunfo, está el riesgo de haber despertado realmente el odio hacia los extranjeros, lo que podría desatar una ola de violencia por parte de personas que aspiran a ser como su nuevo presidente, consideró el doctor Javier Urbano. Ante ello, dijo, el Gobierno mexicano tendrá que fijar una postura clara.
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Ciudad de México, 11 de noviembre (SinEmbargo).- Cada potencia receptora de migrantes tiene sus gendarmes: la Unión Europea tiene a Turquía, a Marruecos y en su momento a Siria. Esas regiones son los policías que no permiten a las personas llegar a la frontera. México, gendarme de Estados Unidos, que contiene a su propia población y además a la centro y latinoamericana, tendrá que fijar una postura clara luego de la victoria de Donald Trump, ya que tendrá que arropar de manera real a sus connacionales, frente a una oleada de odio y racismo que se pueda desatar allá.
Esto, de acuerdo con el doctor Javier Urbano Reyes, Coordinador del Programa de Asuntos Migratorios (Prami) de la Universidad Iberoamericana, afectará tanto a los extranjeros y más en específico mexicanos, que residan allá, independientemente de si estén de manera legal o no.
“México debe pasar a una política pública que abarque también a la población en Estados Unidos, porque siempre han sido considerados una población de segunda clase, ya que no son sujetos que puedan recibir derechos integrales como los recibe cualquier ciudadano en México. Aquí aún se sigue debatiendo si los migrantes deben tener representación política, jurídica. Apenas se está viendo el tema de sus credenciales de elector. Son temas torpes, básicos, cuando lo que hay que debatir es cómo hacer sinergia para que ellos se protejan, promuevan la imagen de México, se puedan compartir en nuestros interlocutores”, comentó en entrevista con SinEmbargo.
De acuerdo con información de la agencia de noticias EFE, en Estados Unidos, la incertidumbre cala en los huesos de los inmigrantes indocumentados y refleja un problema crónico fruto de la falta de nuevas leyes migratorias que podrían proteger a quienes salen de sus países de origen en busca del “sueño americano” y huyendo, en muchos casos, de la violencia y la falta de oportunidades.
El número de trabajadores autorizados para trabajar en Estados Unidos ha aumentado en los últimos años, pero la cifra de inmigrantes sin autorización que trabajan en el país se ha mantenido igual.
Un reporte del Pew Research Center, con sede en Washington, señala que desde el final oficial de la recesión, en 2009, el número de extranjeros sin autorización se mantiene en ocho millones —tres cuartos de ellos hispanos-, que se concentran en el sector agrícola y de construcción.
La suma de personas nacidas en Estados Unidos empleadas en 2009 era de 130 millones, cifra que se elevó a casi 133 en 2014.
En ese mismo plazo, el número de inmigrantes con autorización para trabajar en el país aumentó un millón, pasando de 18 millones en 2009 a 19 en 2014.
“Hay que poner atención en términos de lo que Trump puede significar y lo que significa la propia situación migratoria, independientemente de que hubiera llegado o no este señor a la presidencia. México sigue sin alterar esa política de profunda corrupción, ineptitud e impunidad y que esto no cambiará o posiblemente se radicalizará a partir del discurso de Donald Trump, todo por quedar bien”, comentó al respecto Urbano Reyes.
El escenario es complicado, pero con la victoria Trump, lo que se espera es que se radicalicen algunas medidas, ya que el muro y las deportaciones son desde hace años una realidad.
“Lo que preocupa es el rencor social de este discurso y que esto pueda afectar a miles de mexicanos ya regulares y que pudieran ser víctimas de racismo de aquellos seguidores que ven en Trump un modelo a seguir”, agregó el investigador, que además considera que el replanteamiento de la agenda migratoria pondrá en entredicho el actuar de México, que no necesitó de “algún Trump” para ser hoy un vergüenza internacional en materia, con todos los migrantes centroamericanos asesinados, secuestrados, mutilados y desaparecidos.
“Sin que haya un Trump de por medio, llevamos años en que se les martiriza a los centroamericanos en México. No requerimos de Trumps para que el gobierno Mexicano por omisión esté generando una situación de terror a tantas poblaciones”, agregó.
LA NUEVA ERA DEL PRESIDENTE
Javier Urbano prevé un giro en el discurso del ahora Presidente Trump, gracias a sus asesores que empezarán a girar el discurso sólo hacia los migrantes sin documentos y no contra los mexicanos asentados, regulares y que ya son ciudadanos en Estados Unidos. La narrativa que se intentará construir girará en torno del migrante sin documentos, porque de seguir en la misma línea de campaña terminará por abrir una herida social que podría derivar en acciones violentas en ese país. En ese sentido, agregó, sería una torpeza monumental que Trump siguiera en la misma narrativa.
“El problema de Trump ya no será la migración en sí, sino la seguridad fronteriza y su santo grial será la contención en frontera a partir del fortalecimiento de los muros y quizá un aumento en el número de las deportaciones, pero ambas cosas ya están y entonces Trump llegará a radicalizar lo que ya está en funcionamiento”, comentó.
En ese sentido, la atención, reiteró, debe estar en el rencor social que el propio Trump ha construido en la ciudadanía de origen blanco y anglosajona, en contra de los inmigrantes.
Aquí se deberá tener en cuenta que el nivel de tensión que el propio Donald Trump le imprimirá a sus políticas de orden excluyente y antimigratorio, se toparán con una serie de resistencias de otros actores que van contra los propios intereses de Donald Trump y podrían aumentar su activismo.
Trump juega a un riesgo, a activar estos movimientos que estaban dormidos y que empezaron a movilizarse desde su candidatura. Si siguiera con eso, habría que ver si en su evaluación está el riesgo de que se activen una buena cantidad de movimientos que en vez de ayudarle, pudieran terminar sacando gente a protestar por sus políticas.
“Hay un riesgo en su discurso populista, mucho de perfil mesiánico, se va a topar con resistencias y esto puede ser el caldo de cultivo para el nacimiento o fortalecimiento de movimientos de luchas por los derechos de los migrantes. Estados Unidos medirá hasta qué nivel es posible establecer una política migratoria, de forma tal que no tengan que enfrentar a poderes fácticos, que son los grandes productores agrícolas, que en gran medida dependen de la mano de obra indocumentada. Seguramente esa tensión será reclamada en el momento que afecte los propios intereses y de esos sectores específicos que emplean masivamente la mano de obra inmigrada”, agregó Urbano Reyes.