Washington, 11 ene (EFE).- La fractura hidráulica o fracking en el Golfo de México está bajo la lupa de las organizaciones ecologistas de Estados Unidos, que esta semana denunciaron al gobierno por no informarles sobre las actividades que las empresas petroleras llevan a cabo en esta cuenca oceánica para extraer gas y petróleo.
El gobierno “mantiene a las comunidades locales en la oscuridad sobre dónde, cómo y cuándo” se utiliza la fractura hidráulica en el Golfo de México, afirmó el Centro para la Diversidad Biológica en su denuncia, a la que tuvo acceso Efe y que la organización interpuso ante un juzgado federal en Washington, D.C.
El Centro para la Diversidad Biológica acusó al Ejecutivo de no contestar a sus peticiones de información y, por tanto, de violar la Ley de Libertad de Información (FOIA, por sus siglas en inglés) por la que los ciudadanos tienen derecho a acceder a información federal.
Según los datos de la asociación, la Oficina de Administración de Energía Oceánica (BOEM) y la Oficina de Seguridad y Control Ambiental (BSEE), que dependen del Departamento de Interior, “han autorizado la construcción de, al menos 115 pozos en el Golfo de México en 2013, que constituían el 15 por ciento de los previstos para ese año”.
Según sus datos, las extracciones estarían produciéndose en el litoral así que los más afectados podrían ser las comunidades costeras del Golfo, a cuyas costas llegó en 2010 una inmensa marea negra tras la explosión de la plataforma Deepwater Horizon, operada por BP.
Además, en su escrito, el Centro para la Diversidad Biológica alerta de los riesgos de esta técnica que consiste en fracturar mediante agua a presión mezclada con arena y químicos las zonas rocosas del subsuelo en las que se encuentran recluidos el gas y el “oro negro”.
“En el golfo de México no hay transparencia y no sabemos qué está ocurriendo, qué químicos se mezclan con el agua para romper las rocas o si la fractura hidráulica está causando terremotos”, explicó a Efe la doctora en Ciencias Climáticas Shaye Wolf, que trabaja para la organización.
“La fractura hidráulica está relacionada con terremotos de baja magnitud”, afirmó la científica, que en un estudio sobre este fenómeno en California alerta de que, en algunas ocasiones, los microterremotos de baja magnitud que crea “intencionalmente” el “fracking” al perforar con agua el subsuelo pueden tener mayores consecuencias.
Precisamente, un equipo de la Universidad de Miami (Ohio) publicó esta semana un estudio en la revista Seismological Society of America (SSA) en el que contabilizan 77 terremotos “estrechamente relacionados espacial y temporalmente con las operaciones activas de fracking” que se estaban realizando a un kilómetro de distancia de la localidad de Poland Township (Ohio).
La magnitud de estos 77 terremotos oscila entre magnitudes pequeñas de un grado en la escala de Richter hasta 3, en lo que sería “un de los más grandes terremotos inducidos por la fractura hidráulica en Estados Unidos”, según el estudio consultado por Efe.
Los científicos coinciden en que todavía queda mucho por investigar, aunque lo cierto es que la controversia sobre los impactos medioambientales de la fractura hidráulica crecen en paralelo con su “boom” económico, que convirtió a Estados Unidos en 2014 en país exportador neto de petróleo, algo que no ocurría desde 1995.
Por eso, uno de los más importantes hombres de negocio dentro de la industria, Chris Faulkner, afirma en su libro “La verdad sobre el Fracking” que la fractura hidráulica es una de las mayores oportunidades que se le han presentado a Estados Unidos en los últimos años y considera que, incluso, podría ser la solución que el mundo busca para el cambio climático.
Habla de la “Edad del Petróleo” en comparación con la Edad de Piedra y defiende la “revolución del fracking” con la que el mundo tiene “una segunda oportunidad en seguridad, prosperidad y liderazgo internacional”.
Liderazgo y riesgo, en todo caso, la denuncia interpuesta por los ecologistas refleja la división de opiniones de un país, que se debate entre los beneficios de sus recursos naturales y los riesgos, conocidos o desconocidos, que podría conllevar su explotación. EFE