Ciudad de México, 9 de septiembre (SinEmbargo).- El diario estadounidense New York Times narra hoy, citando fuentes de la oficina de la Residencia Oficial de Los Pinos, que tras darse a conocer el informe del Grupo Interdisciplinario de Expertos Independientes de la Comisión Interamericana de los Derechos Humanos (GIEI-CIDH), que criticó la investigación del Gobierno mexicano sobre la desaparición de los 43 estudiantes normalistas, de inmediato se encendió el debate sobre cómo responder.
Por una lado estaban los que querían luchar y desafiar la fulminante crítica del informe, y por el otro, los que que abogaron por ser cautelosos y aceptar las conclusiones.
Un alto funcionario involucrado en las discusiones detalló al diario que un “campamento quería luchar y desafiar la crítica fulminante del informe al Gobierno”. Mientras, el otro campo en la oficina del Presidente abogó por un enfoque más cauteloso –precisó la fuente–: aceptar las conclusiones del grupo independiente nombrado por la CIDH, y reconocer que se podría hacer más en la investigación.
En un sorprendente giro de los acontecimientos, “especialmente para una administración marcada por una tendencia a girar, negar o permanecer al margen de crisis anteriores”, continúa NYT, el segundo grupo ganó.
Recuerda que tan sólo unas horas después de que el panel de expertos dio a conocer sus conclusiones, Peña Nieto envió un mensaje en su cuenta de Twitter en el que informó que había dado instrucciones a su Gabinete para estudiar los elementos de la investigación independiente.
Mientras tanto, la Procuradora General de la República, Arely Gómez González, anunció que se amplió la estancia del grupo especial en el país para que continuaran con la investigación.
Incluso, nada se dijo del hecho de que el Gobierno tenía la evidencia de sus propios expertos que apoyan sus conclusiones, agrega el diario.
“En cierto modo, la respuesta del Gobierno al informe era casi tan reveladora como el informe en sí, una señal de que la administración del señor Peña Nieto podría estar empezando a reconocer que el abismo entre el pueblo y su Presidente nunca ha sido mayor”, continúa.
De acuerdo con la fuente no autorizada para hablar sobre esas conversaciones, en una reunión del Gabinete llevada a cabo la semana pasada, Peña Nieto dijo a su círculo íntimo “tenemos que hacer las cosas diferentes”.
Pero si es éste es el comienzo de un esfuerzo por apuntalar la credibilidad del Gobierno, plagada de contratiempos, o si tal esfuerzo busca hacer una diferencia a mitad de mandato del Presidente, “aún está por verse”, dice New York Times.
Indica que el informe en sí, a pesar de la reacción pública del Gobierno hacia él, “parecía otro punto más abajo en el largo tobogán de credibilidad del Gobierno de México”.
Recuerda que los críticos del Ejecutivo federal han dicho que durante el último año, desde que los estudiantes desaparecieron “bajo una nube de corrupción e intriga, la respuesta estándar de la oficina del Presidente a la crisis ha sido centrarse en aspectos más de sustancia, promoviendo constantemente la imagen de México como un país en movimiento en lugar de bucear en los eternos problemas de inseguridad y de la falta de Estado de derecho”.
“El Gobierno no sólo se mostró incapaz de resolver los problemas, su instinto parecía hacerlos a un lado, dar explicaciones pro forma, y poner en marcha investigaciones viciadas”, dijo a NYT Michael Shifter, presidente de Diálogo Interamericano, un foro de política sobre los Asuntos del hemisferio occidental.
“Es difícil ver cómo Peña Nieto podrá recuperar un mayor grado de credibilidad para el resto de su mandato”, agregó Shafter.
Expertos han coincidido que, desde el inicio de su Presidencia en diciembre 2012, “el señor Peña Nieto ha tratado de cambiar el enfoque de los temas de seguridad y de economía, en los que la administración acertó algunos éxitos”.
Pero en el último año, en los talones de montaje de escándalos de corrupción, la violencia y de la impresionante fuga de la prisión del más notorio capo de la droga en el país, el Gobierno parecía estar escondido detrás de la negación, cita el medio estadounidense.
“Tal es el cinismo sobre la política en México que muchos ciudadanos han adoptado una perspectiva de humor negro hacia los errores y meteduras de pata de su gobierno”, agrega el medio.
Da cuenta además, de que ante la fuga del criminal más famoso de la nación por un túnel excavado debajo del suelo de su celda, la reacción del público mayoritariamente, era un desfile de chistes sarcásticos sobre la contratación del narcotraficante Joaquín Guzmán Loera, “El Chapo”, para supervisar la excavación del proyecto Metro de la Ciudad de México.
Respecto a la investigación sobre los “préstamos cuestionables” de la Primera Dama, Angélica Rivera, llevada a cabo por un “aliado” del Presidente, en la que no se encontró ninguna irregularidad. La respuesta de los mexicanos fue hacer circular una foto vieja del Presidente, de la señora Rivera y del ministro de Hacienda saltando de alegría juntos, resalta el rotativo.
Ahora, “algunos dentro del gobierno están empezando a ver las primeras ramitas de cambio. Ya sea que esos brotes crezcan o caigan presa de los esfuerzos inconsistentes, no está claro. La mayoría no está conteniendo la respiración para que los cambios surtan raíz. Y hay una razón para ello, reconocida en silencio por algunos en el gobierno: las elecciones intermedias”, agrega el diario.
El partido gobernante, el Partido Revolucionario Institucional (PRI), obtuvo la mayoría en las elecciones de junio pasado “a pesar de los horrores por la desaparición de los 43 estudiantes, que sacó a casi medio millón de personas a las calles, y el escándalo de la ‘casa blanca'”, destaca NYT.
“La estrategia de Ayotzinapa ha sido no hacer olas y dejar que la indignación popular siga su curso”, dijo al periódico, Rafael Fernández de Castro Medina, asesor de política exterior del ex Presidente Felipe Calderón y profesor de la Universidad de Syracuse.
“Lo hicieron bastante bien en las elecciones intermedias, con lo que refuerzan la idea”, agregó.
“Pero se está perdiendo la oportunidad de demostrar realmente que su Gobierno tiene la capacidad de resolver el delito más importante del siglo XXI en México”, sostuvo.
Esto refleja la mayor tragedia para los padres de los estudiantes que aún faltan: Ellos todavía no tienen idea de lo que realmente sucedió con sus hijos, sólo variaciones de lo que no se hizo, señala el diario.
Cuando el gobierno le dijo a Cristina Bustamante que su hijo había sido asesinado e incinerado en una enorme hoguera, y que él debería haber sido el último capítulo en la búsqueda de los otros 42 estudiantes, ella y los otros padres sintieron una mezcla de resignación, de traición y duda, como si la justicia estuviera siendo barrida debajo de la alfombra por un Gobierno más interesado en cerrar el archivo que encontrar la verdad.
“Pensamos, el país entero va a creer lo que acaba de decir, y nos quedaremos solos, nadie va a salir a las calles y protestar más”, dijo, refiriéndose al anuncio hecho por el entonces Procurador Jesús Murillo Karam. “Y eso fue lo que pasó”, agregó.
“Me paso los días pensando qué es lo que falta, y que en cualquier momento podrían venir y decirnos, los encontramos; aquí están”, dijo Ernestina Jacinto, la madre de Israel Jacinto.