Microhistorias: Entre óperas y valses, la música en el porfiriato

09/01/2016 - 12:01 am

El porfiriato es considerado uno de los periodos más fructíferos para la música y el arte mexicanos. A pesar de la desigualdad social imperante, la estabilidad política y económica, así como la influencia francesa en la cultura, permitieron el desarrollo de las artes, durante el largo periodo que comprendió de 1876 a 1911.

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Ciudad de México, 9 de enero (SinEmbargo/WikiMéxico).- Don Porfirio Díaz era reconocido como “el protector del arte en México”, según lo nombra la revista El arte musical, en su número 9, publicado en 1905: “Y he aquí que el duro campeón del progreso en México […], entrega al pueblo la luz de las nuevas escuelas y prepara el camino de la Belleza y de la Ciencia”.

El piano era el instrumento preferido en los hogares porfirianos, un objeto imprescindible para la música de salón -nombre con el que se conocía a la música más consumida en las casas de la alta sociedad de finales del siglo XIX-. Las habaneras de Felipe Villanueva y las mazurcas (bailes de salón de la corte real y la nobleza polaca) de Chopin eran algunas de las piezas más populares interpretadas por las pianistas de casa.

En un texto escrito para El Nacional, en 1896, Amado Nervo describía las tres clases de señoritas pianistas que existían en el país: “las boxeadoras del piano […], de las que aturden a los vecinos con trocillos de zarzuela”; “las que tocan algo el pertinaz tejemaneje merced al cual se logra leer una mazurca de Chopin” y un raro grupo de artistas “capaces de dar a la música ese colorido sin el cual se convierte en el más fastidioso de los ruidos”.

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Fueron muchos los géneros de baile que estaban de moda, casi todos importados de los salones europeos particularmente parisinos y vieneses, además del vals y la mazurca, se apreciaban el chotís, la polka, la polonesa, la escocesa, la varsoviana, el galop, la contradanza y la camelina (de los pocos estilos de factura local).

Se puede decir que casi todas las actividades de entretenimiento de la época tenían que ver con la música. Por un lado los bailes y la música de salón y por el otro la ópera, la opereta, la zarzuela, el cancan y el ballet, eran los espectáculos más populares durante el porfiriato.

Los compositores más reconocidos de la época dedicaban la mayor parte de su inspiración a los valses. “Sobre la olas” de Juventino Rosas, quien sólo escribió música de baile, es el vals más conocido del país. El mismo Juventino, compuso en 1893 el vals “Carmen”, que obsequió a Doña Carmen Romero Rubio de Díaz, esposa del presidente.

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