Investigadores observaron que los chimpancé, como los humanos, extienden los brazos cuando envejecen para ver mejor lo que hacen. Este hallazgo en los bonobos sugiere que la vista cansada no es consecuencia de la vida moderna en la que se pasa mucho tiempo leyendo o con la vista fija en una pantalla. Por el contrario, se trataría de un proceso natural de envejecimiento fuertemente arraigado en nuestro pasado.
Madrid, 7 noviembre (EFE).- Los bonobos son una de las especies de primates más cercanas al hombre y los parecidos pueden llegar a ser sorprendentes, pues un grupo de expertos ha observado que estos monos también sufren de vista cansada a medida que envejecen.
En el caso de los monos no se trata de leer un periódico o enhebrar una aguja, sino que la pérdida de visión de cerca se manifiesta en una de sus actividades favoritas, acicalar y desparasitar a sus compañeros, según un estudio que publica hoy Current Biology.
Así, los bonobos de mayor edad extienden más los brazos alejándolos del cuerpo cuando realizan esa tarea, de manera similar a como las personas con presbicia estiran los brazos para distanciar un libro y poder leerlo.
Los bonobos salvajes muestran síntomas de vista cansada a partir de los 40 años, explicó el investigador de la Universidad de Tokio Heungjin Ryu, quien, como el resto de equipo, se mostró sorprendido al observar que el patrón encontrado en esos monos "es sorprendentemente similar al de los humanos modernos".
Además, esta característica "sugiere que la senectud de los ojos no ha cambiado demasiado desde el Pan-Homo, el antecesor común (de ambos), a pesar de que la longevidad de los humanos modernos es mucho mayor que la de chimpancés y bonobos", señaló en un comunicado de la Universidad de Tokio.
Ryu explicó que un día estaba con otro investigador observando a un macho anciano, Ten, mientras acicalaba a otro mono. "Ten tuvo que alargar sus brazos para acicalar a Jeudi y solo cuando encontró algo sobre su cuerpo se acercó a él para quitárselo del pelo usando la boca. Fue muy divertido ver cómo se las apañó".
El deterioro de la visión, causado por la pérdida del poder refractivo del cristalino debido a la edad, puede tener serias consecuencias para la supervivencia y la vida social de los animales de mayor edad.
Para conocer más de esta dolencia, los investigadores usaron fotografías digitales para medir la distancia a la que 14 monos se situaban para realizar el aseo de sus compañeros dependiendo de su edad, entre once y 45 años.
Los datos mostraron que la distancia aumenta de manera exponencial con la edad y gracias a una grabación antigua de un bonobo se pudo comprobar que su vista había empeorado con el tiempo.
"Esos resultados fueron sorprendentes incluso para nosotros", indicó Ryu, quien recordó que cuando empezó a recabar datos "no esperaba que la edad pudiera ser un indicador tan importante de la vista cansada".
En cuanto a los humanos, este hallazgo en los bonobos sugiere que la vista cansada no es consecuencia de la vida moderna en la que se pasa mucho tiempo leyendo o con la vista fija en una pantalla. Por el contrario, se trataría de un proceso natural de envejecimiento fuertemente arraigado en nuestro pasado.