El cambio climático, enfermedades propias de la uva, así como las ondas de calor y la sequía son algunos de los problemas que afectan una de las zonas más prolíficas económica y turísticamente del país. Expertos hablan sobre los estudios ambientales que se están llevando a cabo.
Por Karla Navarro
Ciudad de México, 6 de octubre (SinEmbargo/AgenciaConacyt).– El Valle de Guadalupe es una zona vitivinícola de Baja California que, por su relevancia económica, ha atraído la atención de científicos que desarrollan estudios ambientales con el propósito de aportar datos que abonen al crecimiento sostenible de sus vocaciones.
Baja California concentra 87 por ciento de las 207 empresas vitivinícolas del país y únicamente en el Valle de Guadalupe se producen anualmente 1.2 millones de botellas de vino, lo que ha potencializado la actividad enoturística.
Especialistas del Centro de Investigación Científica y de Educación Superior de Ensenada (CICESE) estudian diversos aspectos del valle, desde su climatología y su disponibilidad de agua, hasta hongos patógenos que representan una amenaza para las plantas de vid.
EL NIÑA, LA NIÑA Y LA LLUVIA
El doctor Edgar Pavía López, investigador del Departamento de Oceanografía Física del CICESE, realiza estudios climatológicos en la zona que abarca el suroeste de California y el noroeste de Baja California, donde se ubica el Valle de Guadalupe.
Como parte de sus investigaciones, analiza la relación entre los fenómenos de El Niño y La Niña y la lluvia, de lo que ha concluido que en épocas de sequía como la que atraviesa la región actualmente, la relación entre El Niño y la lluvia se debilita.
El investigador expuso que en el pasado se conocía que El Niño generalmente implicaba lluvias abundantes, mientras que La Niña —por lo general— representaba sequía; sin embargo, en los últimos años las precipitaciones se han presentado por debajo de lo normal y esta relación se atenúa.
“La temporada anterior de lluvias, que fue un fenómeno de El Niño, del que se esperaban lluvias muy fuertes, no llovió. Durante el último invierno, tuvimos un fenómeno de La Niña y, paradójicamente, fue muy lluvioso”, refirió.
TEMPERATURA Y ONDAS DE CALOR
Además de estos fenómenos climatológicos, el doctor Edgar Pavía investiga las variaciones en la temperatura promedio del Valle de Guadalupe y en el número de ondas de calor que recibe y su duración.
“Hay una reconstrucción de la temperatura regional por un grupo de investigadores en Berkeley y básicamente vemos cómo ha ido subiendo la temperatura media de un promedio de 16 a 17.5 grados, es decir, grado y medio en 150 años o un grado por siglo”, apuntó.
El investigador mencionó que no solamente ha aumentado la temperatura en el Valle de Guadalupe, sino también las ondas de calor, su tiempo y variabilidad.
Indicó que una proyección al año 2100, elaborada por un estudiante de doctorado del CICESE, a través de un modelo numérico, coincide con los resultados hechos con diversos modelos y muestra una tendencia a incrementar el número de ondas de calor por año.
“Los productores de vino tendrán que buscar variedades de uva que aguanten más las ondas de calor, o una nueva metodología; en otros lugares lo que hacen es irrigar más fuertemente y para eso necesitas agua, es un problema que requiere que lo pensemos”, sostuvo.
EL VINO Y LA ESCASEZ DE AGUA
Rogelio Vázquez González, investigador del Departamento de Geofísica Aplicada del CICESE, mantiene el monitoreo de los niveles de agua en el Valle de Guadalupe, por medio de la instalación de sensores en pozos.
El doctor Rogelio Vázquez puntualizó que en algunas condiciones observan la recarga del acuífero que abastece al Valle de Guadalupe como consecuencia de eventos de lluvia pero, en general, hay escasez de agua.
“Una manera de tener en cuenta en qué condición está el almacén de agua que tenemos en el valle, que es el acuífero, es llevando a cabo mediciones en el sitio, en los pozos; medimos el nivel del agua y lo medimos de una manera sistemática, con eso tenemos una versión del comportamiento del sistema, con lo cual tendríamos la base para hacer un programa de gestión del acuífero hacia una condición sustentable”, comentó.
Dijo que para ello se instalan instrumentos en los pozos y periódicamente se recopila la información, actividad que se lleva a cabo en conjunto con el Comité Técnico de Aguas Subterráneas (Cotas) del Valle de Guadalupe, entidad considerada en la Ley de Aguas Nacionales.
Para el doctor Rogelio Vázquez, los desafíos ambientales en el valle se encuentran en la reducción de la sobreexplotación del acuífero, captar mayor agua de lluvia, dar atención prioritaria y mitigar las afectaciones en la cuenca y mantener campañas de medición en los pozos de agua.
LAS ENFERMEDADES DE LA VID
Rufina Hernández Martínez, investigadora del Departamento de Microbiología del CICESE, estudia las enfermedades de la madera en la vid, que son causadas por hongos filamentosos que producen una alta cantidad de esporas e infectan las plantas.
“Lo principal que hace es ocasionar daños, plantas raquíticas, quemaduras que pueden ser exaltadas cuando una planta está en condición de estrés por sales, se confunden incluso con condiciones de salinidad, se nota una reducción en el crecimiento, plantas que no tienen producción ni hojas y eventualmente causa la muerte de las plantas”, comentó.
Precisó que las podas son una de las causas por las que el hongo prolifera en la vid, ya que usualmente se realizan entre los meses de diciembre y enero, temporada de humedad que facilita las condiciones para que las esporas del hongo se diseminen fácilmente.
Factores de estrés como altos niveles de salinidad en el agua o la escasez de este recurso, así como las altas temperaturas, propician también la dispersión de hongos patógenos en la vid.
Rufina Hernández señaló que a pesar de que en el Valle de Guadalupe hay condiciones climatológicas que pueden provocar estrés en las vides, también hay estrategias de mitigación que se pueden aplicar.
“Buscar estrategias para colectar mayor cantidad de agua, utilizar organismos que permitan que la planta tenga cierta tolerancia a las condiciones adversas; se han utilizado hongos que se conocen como micorrizas, que lo que hacen es aumentar la masa radicular de la planta, haciendo que esta tenga mayor espacio de búsqueda de agua”, ejemplificó.
ADAPTACIÓN AL CAMBIO CLIMÁTICO
A pesar de lo diversos que son los estudios de los especialistas del CICESE, coinciden en que el Valle de Guadalupe se está enfrentando a cambios y para los productores vitivinícolas será necesario implementar medidas de adaptación.
Edgar Pavía subrayó que la evidencia que proyecta un aumento en las temperaturas de la región es contundente, como también la incertidumbre en la disponibilidad de agua que llega por precipitaciones.
“Esta es una zona de precipitaciones muy bajas, históricamente llueve poco y si bien ha habido un gran desarrollo de los vinos bajacalifornianos, eso es muy bueno, pero representa una presión en todos sentidos”, enfatizó.
Para Rogelio Vázquez, son claras las limitaciones que impone la escasez de agua a la producción vitivinícola, lo que genera condiciones adversas asociadas a un cambio climático global que se ve acentuado por el manejo del recurso que se hace a nivel regional.
Por su parte, Rufina Hernández concluyó que frente a los cambios ambientales y sus consecuencias para todos los organismos, incluyendo las plantas de vid, será necesario adaptarse y concientizar la dependencia que existe entre las condiciones climáticas y la calidad del vino que se produce en el Valle de Guadalupe.