Dana Estrada, periodista y autora de esta publicación, conocía a Lesvy Berlín Osorio, por eso le enojó, como a miles de personas en la Ciudad de México, que en la Procuraduría, en cuestión de horas, estigmatizara su muerte, su vida y su pasado.
Este es un perfil de quién era realmente Lesvy, universitaria, dedicada a la música, a sus amigos y a su familia, siempre sonriente y a quien muchos llamaban de cariño "Berry".
Por Dana Estrada*
Ciudad de México, 5 de mayo (SinEmbargo).- Lesvy Berlín Osorio, tenía 22 años, y no era lo que se dijo en la prensa. Era una mujer joven, con una familia, una pareja, amigas y muchos sueños.
Su pérdida dejó enormes vacíos en sus seres queridos. Sin embargo, también dejó en claro la incompetencia y falta de ética de las autoridades capitalinas al destrozar la reputación de una joven que fue víctima de las circunstancias menos favorables.
Lesvy era universitaria. En el 2010 entró a la Preparatoria Número 2 "Erasmo Castellanos Quinto", lo que valió una matrícula en la máxima casa de estudios del país. En ese mismo año, encontró la convocatoria para formar parte de la Estudiantina Femenil de la UNAM. Y sin imaginarlo, en ese grupo musical encontró a quienes, por casi siete años, serían sus mejores amigas.
“Ella era mi mejor amiga, mi hermana. Quien me aceptaba como soy, me apoyaba, me quería, me aconsejaba. Siempre tenía ideas divertidas y creativas, no le daba pena. Ella simplemente era auténtica y feliz”, declaró una de las integrantes de la Tuna, y quien ha preferido no dar su nombre.
Todas la conocían como Berlín, “Berri” de cariño. Desde su primer acercamiento al grupo comenzó a asistir a los ensayos cada sábado en un edificio del Sindicato de Trabajadores (STUNAM), ubicado en la delegación Benito Juárez. En el grupo aprendió a cantar y tocar la mandolina.
Junto a aquella Tuna femenil, la cual está conformada por chicas que estudian en las diferentes preparatorias, CCHs, facultades e institutos unamitas, se preparó para participar en conciertos estudiantiles, giras por algunas universidades del país y eventos públicos realizados en museos, espacios culturales, auditorios estudiantiles y hasta en las propias islas de Ciudad Universitaria.
En aquel momento, Berlín tenía una vida ocupada entre sus estudios, los ensayos, familia y amigos.
Berlín, al igual que sus compañeras, tenía la capa de su uniforme llena de recuerdos: listones, botones, medallas, cada adorno significaba un triunfo, un concierto y un momento feliz, el cual repitió durante muchos años.
En las fotos siempre se mostró sonriente y llena de amigas. Dejaba mensajes de texto con bromas, palabras de cariño, y hasta próximos encuentros.
Pero ninguna estrofa y acorde aprendido ni su esfuerzo por llevar una vida feliz, le valió para que las autoridades de la Procuraduría General de Justicia de la Ciudad de México (PGJ-CDMX) y medios de comunicación encasillaran su muerte y agrandaran la tragedia que en este momento viven sus seres queridos.
“Su nombre es LESVY, no Lesby, hasta en eso se equivocaron”, sentenció una de las integrantes.
La mañana del jueves 4 de mayo, el grupo de chicas comenzó a movilizarse en secreto, preguntando si alguien sabía sobre el paradero de su amiga, quien había desaparecido la madrugada del día anterior.
Todas temían que se tratara de la mujer que encontraron sin vida en CU, pues las características que la prensa dio a conocer coincidían a la perfección.
Intentaron mantener comunicación con la familia de ella, con su novio y hasta con demás conocidos, pero fue casi imposible porque no había certeza de nada. Para todas fueron las peores horas que habían vivido como grupo.
Tampoco sabían cómo es que había desaparecido, lo único con lo que contaban era que la familia y el novio de su amiga, pasaron muchas horas declarando e intentando ver el cuerpo que las autoridades se llevaron el miércoles al Semefo ubicado en Niños Héroes.
No se movilizó a ninguna persona por medio de redes sociales. Nadie escribió panfletos con su rostro para comenzar con su búsqueda. Nadie lo hizo porque la familia pidió extrema discreción en algo tan doloroso.
Más tarde, cuando los medios revelaron la identidad de la joven a la que habían encontrado, comprobaron sus sospechas, y el dolor las embargó, porque perdieron a una amiga, a una compañera de música y de viajes.
“En este momento no me importa lo que hablen de ella, cada quien que diga y crea lo que quiera. Ella era mi hermana, la amo y siempre la voy a necesitar. Su corazón sano siempre brillará”, sentenció una de las chicas más cercanas a Lesvy Berlín.
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*Dana Estrada, reportera de Ciudad y ex Tuna de la UNAM.