Ciudad de México, 4 de ene (SinEmbargo).– Sucedió apenas el 28 de diciembre pasado. Enrique Peña Nieto ya era Presidente de México. Desde las primeras horas, las viudas y familiares de cuatro hombres asesinados se negaron a aceptar la versión difundida ampliamente por el Ejército mexicano y por el Gobierno de Veracruz: que eran sicarios, que estaban armados y que iban “en un taxi” a rescatar a un jefe de Los Zetas.
Los mismos taxistas se unieron de inmediato a la protesta. Y luego el pueblo.
Los familiares y las viudas sostienen que sus cuatro hombres fueron asesinados por militares en la ciudad de Córdoba, Veracruz, al ser confundidos por presuntos miembros de Los Zetas. Han marchado, han llorado, han clamado justicia. Y no parecen estar dispuestos a ceder.
De acuerdo con versiones oficiales, el pasado 28 de diciembre “cuatro presuntos delincuentes murieron en un enfrentamiento con fuerzas federales al tratar de llevarse el cadáver del jefe regional de Los Zetas, Ángel Enrique Uscanga Marín, alias ‘El Pokemón’”.
La Procuraduría General de Justicia del Estado de Veracruz dio la misma versión: señaló que fuerzas federales repelieron una agresión y mataron “a cuatro delincuentes” cuando intentaban robarse el cuerpo del sicario.
El lunes 31, las autoridades identificaron a los muertos como José Raúl Fernández Ortega, de 28 años, vecino de la comunidad Ocotitlanapa; Ángel Piña Teodoro, de 33; Luis Vargas Piña de 38 y Jesús Juárez Hernández, de 38 años: los tres de Ixhuatlán del Café.
Familiares y vecinos de Ixhuatlán del Café dicen que las víctimas no tuvieron nunca ningún nexo con la organización criminal. "Era gente tranquila y que no se metía con nadie", dijo una de las viudas.
El pasado miércoles, cerca de 500 parientes y amigos de los occisos marcharon en la localidad para exigir justicia.
“No merecían morir”, “no eran sicarios”, se leía en las pancartas que portaban.
Los vecinos mismos se han unido. Condenan el asesinato y todavía más: que se haya difamado a las víctimas, boletinándolas como presuntos delincuentes.
Fernández Ortega era chofer de taxi; Jesús Juárez Hernández y Luis Vargas eran mecánicos. De Ángel Piña Teodoro se dice que tenía aproximadamente un mes que había regresado de los Estados Unidos para pasar estas fechas con su familia.
Notiver dio a conocer que el día en que los cuatro acribillados, habían acudido a la ciudad hacer algunas compras de refacciones para el taller y la refaccionaria.
Sin embargo, aprovecharon para tomarse algunas copas. Y les tocó la mala suerte de, presuntamente, provocar un percance y al tratar de huir. Cayeron abatidos por los militares.
De acuerdo con versiones periodísticas, la noche del presunto enfrentamiento, el taxi en el que viajaban las cuatro víctima habría atropellado a un motociclista en la avenida 5 y calle 4, por lo que intentó escapar sobre la avenida sin percatarse que el sitio estaba acordonado por las fuerzas militares y los uniformados abrieron fuego contra los tripulantes del taxi.
En el asiento trasero del taxi fueron halladas latas de cerveza. Las autoridades informaron que en el automóvil decomisaron dos armas largas, una pistola tipo escuadra, cuatro cargadores, 50 cartuchos, cien bolsitas que contenían algún tipo de droga y una granada.
Eso, dijeron las autoridades, traían un taxista, dos mecánicos y un paisano.
Las familias, los vecinos y las viudas no creen una palabra. Y exigen justicia.
El lunes, por la tarde, fueron sepultados los cuatro ixhuatecos abatidos por las fuerzas armadas en Córdoba. Una multitud los acompañó: 600 personas, entre familiares y amigos. Los taxistas de Ixhuatlán del Café colocaron un moño negro en el cofre de sus unidades en señal de luto.
La procesión partió del salón social del pueblo. La corona floral que presidió el cortejo fúnebre resumió el sentir de los deudos:
“Pedimos justicia para el joven José Raúl Fernández Ortega, lo conocemos desde niño y era una persona responsable con su trabajo, lo único que hacía era ganarse la vida honestamente”.
Antes, a las 21:00 horas del domingo, en medio del duelo general de los ixhuatecos y con la presencia del Ejército en las calles de Ixhuatlán del Café, llegan discretamente los cuatro cuerpos, según una crónica de El Sol de Córdoba.
“En las actas de defunción entregadas por las autoridades se asentó que murieron por shock hipovolemico y traumatismo craneoencefálico. La causa: ‘enfrentamiento con los militares’. Los familiares las reciben pero no le creen a lo escrito ahí. Cargados al hombro por los varones, los féretros avanzan sobre la avenida principal de Ixhuatlán del Café. Todos saben quiénes eran. El grupo de Cruz Ámbar de esta localidad escolta a Jesús Juárez, uno de los fundadores de la agrupación”, señaló la crónica.
"Hoy son ellos, ¿mañana quien?" cuestionaba una de las pancartas.
“Un error para algunos es dolor y desgracia para familiares”, decía otra.