Alejandro Páez Varela
04/07/2016 - 12:05 am
Videgaray, Osorio y Nuño
La derrota de Manlio Fabio en las pasadas elecciones, que no fue exclusivamente de él, sí llevó al viejo zorro a dejar el PRI. Me llama la atención que, en cambio, el Jefe del Ejecutivo federal no le ha pedido la renuncia al Secretario de Hacienda y al de Gobernación, y todavía más: que Videgaray u Osorio –o el mismo Aurelio Nuño, titular de la SEP– no hayan presentado su renuncia. Ya saben, por un tema de dignidad.
Escucho de nueva cuenta el discurso de Manlio Fabio Beltrones –no ha subido el texto a su página web–; el último como dirigente nacional del PRI, el del pasado 20 de junio. Intento entender muchas cosas, aquellas que no explican a Manlio, necesariamente, sino al Gobierno del Presidente Enrique Peña Nieto y a su partido.
Hay temas, acepto, que no comprendo claramente. Por ejemplo: ¿Cómo es que el fracaso de la economía no ha enviado a Luis Videgaray a la banca, como habría sucedido casi en cualquier sistema democrático del mundo? O, ¿cómo es que las derrotas de Miguel Ángel Osorio Chong en seguridad y en política interna (sus dos encargos primordiales desde el día cero de la administración) no son suficientes para urgir un reemplazo?
La derrota de Manlio Fabio en las pasadas elecciones, que no fue exclusivamente de él, sí llevó al viejo zorro a dejar el PRI. Me llama la atención que, en cambio, el Jefe del Ejecutivo federal no le ha pedido la renuncia al Secretario de Hacienda y al de Gobernación, y todavía más: que Videgaray u Osorio –o el mismo Aurelio Nuño, titular de la SEP– no hayan presentado su renuncia. Ya saben, por un tema de dignidad.
Hace unas dos semanas, un amigo que conoce de estas cosas me preguntaba: “¿Y qué hace el Presidente sin Videgaray o sin Osorio Chong? ¿Te lo imaginas, buscando desesperado las llaves de esas dos oficinas y preguntándose qué hacer con ellas?”
Así se explicaba, él, que ambos siguieran en el gabinete o, más bien, a la cabeza del Gabinete Legal y Ampliado. Algo hay de eso: Peña Nieto debe sentirse muy vulnerable y sin ellos, casi imposibilitado. Pero debe haber más de fondo, me dije.
Creo que casi cualquier Presidente anterior habría evaluado con la cabeza fría a Videgaray, Osorio y Nuño. Y estarían fuera. ¿Por qué? Por inútiles, básicamente. Por generadores de problemas. Pero siguen allí y apuesto –y perder, en este caso, sería un triunfo para los mexicanos– que estarán hasta el final del sexenio.
Escucho el discurso del zorro. Minuto 4:35 del video Posicionamiento en la IV Sesión Ordinaria de la Comisión Política Permanente del PRI (el de su renuncia, pues): “Después de la jornada comicial del domingo 5 de junio, y considerando resultados de elecciones previas, el PRI gobernará 15 estados que concentran al 45 por ciento de la población nacional. Ganamos con nuestros aliados 262 ayuntamientos, es decir, el 48 por ciento de los 541 que se eligieron, contra 190 que suman nuestros principales competidores que son el PAN y el PRD. Con los resultados obtenidos, y sin reducir un ápice la importancia de lo ocurrido, debemos sentirnos orgullosos de ser el único partido altamente competitivo en los 12 estados en que se eligió Gobernador”.
Manlio hace una defensa plena de las candidaturas, que él negoció; dice que fueron “los mejores hombres”. Obvio. La carga contra los partidos de izquierda y derecha que, señala, son básicamente una porquería. Obvio. Le pega al PAN, al PRD y, sobre todo a Morena, que claramente menosprecia. Obvio. Mucho rollo, mucho rollo, y apenas algo de autocrítica.
Pero deja ver, porque insiste en ello, que es necesario que la Presidencia de la República vaya contra los corruptos, los impunes y los inútiles.
Los corruptos y los impunes. Mmmh. Es retórica, pienso; el viejo zorro es mañoso, se sabe, como se sabe que de eso (corruptos e impunes) está LLENO el PRI, y desgraciadamente también los otros partidos.
“Es imprescindible, es necesario que reforcemos la rendición de cuentas de los servidores públicos; de los legisladores y gobernantes que emanan de las filas del PRI. Que oigamos y atendamos las demandas de castigo a la corrupción y a la impunidad”, insiste Manlio. Mucho rollo, mucho rollo.
Y luego cita a Luis Donaldo Colosio: “Lo que los gobiernos hacen, sus partidos lo resienten”.
Allí está la esencia del discurso de Manlio. Sabe que jamás, este gobierno, irá contra la corrupción. Sabe que la impunidad es un pastel del que comen todos los políticos mexicanos. Pero también sabe, el viejo zorro, que los inútiles en el gobierno generan malestar; y que ese malestar no deja ganar elecciones.
Minuto 7:39: “No tengo duda: estamos obligados como nunca antes a escuchar la voz y reclamos de los ciudadanos; de todos ellos, votantes priistas o de otros partidos que exigen mejores resultados en sus gobiernos y combate a la corrupción e impunidad. Donde quiera que esta se encuentre. Quieren que la modernidad se refleje en los bolsillos de las familias mexicanas, que su trabajo sea mejor remunerado; servicios de salud de calidad y calidez; vivienda digna; seguridad para sus hogares y sus ciudades. No están satisfechos con solamente enterarse que ‘vamos bien’, sino que quieren ‘sentirse bien’”.
Habla, aquí, de los inútiles en el Gobierno federal. Manlio jamás dice la palabra “gobernadores”. Habla de “legisladores”, de “servidores públicos” e incluso de “gobernantes”. Habla de inútiles que no responden a la expectativa de los ciudadanos. Nunca, pudiendo hablar de ellos, menciona a los gobernadores (que son, como los inútiles federales, artífices de la derrota de su partido). Manlio sabe, o eso saco de su discurso, que si se pelea con los gobernadores y los ex gobernadores entonces se pone un balazo en un pie. Literal. Él es ex Gobernador y sabe, como pocos, que si fue posible retomar el control de Los Pinos fue por ellos, mientras que todos los inútiles que estaban en el Gobierno federal, en las pasadas administraciones priistas, terminaron, comieron y se fueron.
Sabe que, si 2018 no es de ellos, son los gobernadores y los ex gobernadores los que pueden rescatar al PRI en 2026. Ellos fueron la clave para volver en 2012, y serán la clave para retomar el poder.
Pero busco en su discurso las cosas que no explican a Manlio o al PRI que dirigió, sino al Gobierno federal. Y frente a la debacle, frente al fracaso de esta administración, me pregunto y me pregunto: ¿Por qué Peña Nieto no pide las renuncias de Videgaray, Osorio y Nuño? ¿De verdad no sabría qué hacer sin ellos o es que ellos tres esconden los verdaderos secretos de su sexenio?
¿Qué tanto les debe Peña Nieto (sobre todo a los dos primeros) como para permitir que su administración se mantenga y cierre seis años consecutivos en el descrédito? ¿Qué evita que les pida la renuncia? ¿Son deudas insalvables, las que tiene con Osorio y Videgaray? ¿Es una complicidad tan bien razonada que incluso asume la derrota de un sexenio? ¿No podría, el Presidente, dar un golpe de timón y despejarse de esos tres compadres (incluyo a Nuño), los tres compadres inútiles que sutilmente menciona Manlio (sin mencionarlos) en su discurso?
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