Pero mientras los adultos en Alemania han reaccionado de manera diversa respecto a los refugiados, la escritora alemana Kirsten Boie quiere que al menos los niños se den cuenta de que un niño refugiado es igual a cualquier otro chico del mundo.
Por Lucy Martirosyan
Ciudad de México, 3 julio (SinEmbargo/GlobalVoices).- En este momento hay más de 65 millones de personas desplazadas por los conflictos en el mundo, alcanzando un nivel récord nunca antes registrado. La mitad de estos refugiados son niños.
Alemania ha recibido más de un millón de refugiados, mayormente procedentes de Siria e Iraq. A pesar de que en un principio las medidas de la Canciller Angela Merkel fueron bien recibidas, muchos alemanes han comenzado a expresar su preocupación sobre cuándo finalizará la aceptación de inmigrantes.
Pero mientras los adultos en Alemania han reaccionado de manera diversa respecto a los refugiados, la escritora alemana Kirsten Boie quiere que al menos los niños se den cuenta de que un niño refugiado es igual a cualquier otro chico del mundo.
En su libro infantil más reciente, Todo estará bien (Bestimmt wird alles gut en alemán), la autora cuenta la historia verdadera de una niña llamada Rahaf y su familia, quienes huyeron de Homs (Siria) debido a un bombardeo llevado a cabo por aviones de guerra. Esta familia cruza el mar Mediterráneo en un pequeño bote, y finalmente elige un pequeño pueblo cerca de Hamburgo, Alemania, para empezar sus nuevas vidas.
El libro fue publicado en alemán y árabe, y pretende ser leído tanto por nativos alemanes como por sus nuevos vecinos inmigrantes. También hay disponible una traducción en idioma inglés que puede leerse en línea aquí.
“Hay cientos de miles de personas que no sólo le dan la bienvenida a los refugiados, sino que además los apoyan fuertemente, dedican mucho de su tiempo en enseñarles el idioma, los acompañan al médico o a presentarse frente a autoridades, etcétera. Por otro lado, hay algunas personas que están totalmente en contra de los refugiados,” dice Boie. “Los niños están en algún lugar intermedio donde influye la información que reciben — bueno, algunos padres hablarán mal sobre los refugiados, otros dirán algo distinto. Por eso pensé que contar la historia de una familia genuina brindaría la oportunidad de que ellos aprendan cómo es la situación.”
Durante el último año, Boie ha estado en contacto con familias de refugiados, y dice al respecto que ella podría haber elegido contar una historia más “dramática” — una que hubiese incluido más pérdidas, violencia y dolor — pero decidió narrar una más bien “ordinaria”. Espera que esto posibilite que chicos alemanes puedan identificarse más fácilmente con niños refugiados.
Mientras Boie trabajaba en el libro se reunió con Rahaf y su hermano Hassan (los cuales no son sus verdaderos nombres), y también con la madre de ambos. En vez de hablar de manera directa sobre la guerra y violencia, los niños rememoraron su casa, amigos y primos que tuvieron que dejar atrás. Finalmente su mamá, hablándoles en árabe, los animó a contar las atrocidades de la guerra de las que fueron testigos, explica Boie.
Boie continúa en contacto con Rahaf y Hassan — incluso van al cine juntos — pero no tiene planeado trabajar en una secuela.
“Hice todo lo posible para que nadie pueda identificar a los niños. Incluso cambié sus nombres — de hecho, los cambiaron ellos mismos. Ellos fueron los que me dijeron cómo querían ser llamados en la historia.” cuenta Boie.
En lecturas llevadas a cabo por Boie, algunos jóvenes lectores se preocupan por el bienestar de Rahaf y Hassan. Los niños han comenzado incluso a empatizar con ellos.
“Pienso que los niños tienen la mente muy, muy abierta. Cuando escuchan lo que estos niños han tenido que pasar quieren saber ‘¿Podemos ayudarlos? ¿Cómo podemos hacerlo? ¿Cómo podemos hacer que su vida sea más fácil?'” dice Boie.
“Unos contrabandistas del Mediterráneo roban el equipaje de los dos niños sirios en un momento de esta historia. Dentro del equipaje se encontraba una muñeca de la niña, y ella se pone muy triste por haber perdido su muñeca de esa manera. Los chicos que escuchan la historia en este punto siempre comienzan a preguntar ‘¿Pudo recuperar su muñeca?’, pienso que la razón de esto es que pueden imaginar que algo así les ocurra; en cambio las bombas, combates y noches en el Mediterráneo… no pueden imaginar que les pase eso a ellos.”
Boie, quien ha escrito más de 60 libros para niños y adolescentes, cree que las historias ayudan a la gente joven a entender qué está sucediendo en el mundo.
“Pienso que las historias hacen que los niños entiendan con más facilidad las cosas, en comparación al conocimiento teórico. Para mí esta es la chance que tenemos,” dice Boie.