Jorge Zepeda Patterson
03/07/2016 - 5:00 am
Cayó Aurelio, ¿sigue Osorio?
Tal como van las cosas, la única carta confiable que podría tener Peña Nieto de cara a la elección de 2018 para evitar un triunfo de Andrés Manuel López Obrador será Margarita Zavala
Tal como van las cosas, la única carta confiable que podría tener Peña Nieto de cara a la elección de 2018 para evitar un triunfo de Andrés Manuel López Obrador será Margarita Zavala. Suena extraño, considerando la filiación panista de la esposa del ex Presidente Felipe Calderón, pero bien mirado ella podría ser la única posibilidad para evitar dar con sus huesos en la cárcel.
Y es que el pulso contra los maestros de la CNTE está por llevarse entre las patas a las dos cartas más fuertes del Presidente para dejar a alguien de sus confianzas en Los Pinos: Aurelio Nuño y Miguel Ángel Osorio Chong.
La posible candidatura de Nuño en realidad sólo existió en la mente de Peña Nieto. Sólo él pudo ver material presidencial en el joven e impetuoso asesor político traído al gabinete por Luis Videgaray. Primero en la campaña y luego como jefe de la oficina de Los Pinos, Nuño se ganó el aprecio del mandatario con sus puntos de vista ágiles y contundentes, pero también simplistas. Propios de alguien acostumbrado a bregar en la política de pasillos y cuartos de guerra, pero no de la calle.
Por talante y por estrategia, Nuño decidió construir su candidatura ofreciéndose como la mano firme que requería el país para poner orden a la vida pública. Ya desde la oficina de Los Pinos aseguraba que no se tomarían acciones sólo para satisfacer a la tribuna o a los periodistas, en referencia a los cuestionamientos de la opinión pública referente a la corrupción.
Y justamente se eligió la Secretaría de Educación Pública para que desde allí construyera en la segunda mitad del sexenio una imagen de político valiente y decidido, capaz de meter en cintura al conflictivo movimiento magisterial. Las encuestas le mostraron que buena parte de la opinión pública veía con malos ojos el activismo político de los maestros disidentes y los excesos de los líderes magisteriales. Nuño decidió que esa sería su carta de presentación y su boleto para ingresar a Los Pinos.
No era un diagnóstico malo, pero la implementación fue desastrosa. Como ya ha sido descrito por expertos y analistas, el problema es que intentó aplicar su medicina sin tomar en cuenta al paciente. Una reforma educativa sin considerar los puntos de vista de los responsables de llevarla a cabo. Su estrategia para introducir la reforma educativa fue punitiva: despido a quien no cumpliera las nuevas normas, a quien no superara la evaluación. Poco o nulo espacio para la negociación con los maestros o los planes para buscar su adhesión por otras vías ; desconocimiento absoluto de los arraigos sociales del magisterio y el tejido de las comunidades en el sureste; escasa mano izquierda para reaccionar a los contratiempos de una negociación rasposa.
Nueve muertos más tarde y una respuesta política y social que ha puesto al borde de la insurrección a un amplio territorio, Aurelio Nuño es hoy un cadáver político de cara al 2018.
Para desgracia de Peña Nieto la crisis también podría liquidar a otro de sus entenados. Incapaz de sentarse en la mesa de negociación el titular del ministerio de Educación, ha tenido que entrar al quite el secretario de Gobernación, Miguel Ángel Osorio Chong. Con más oficio y mucha más sensibilidad, el ex Gobernador de Hidalgo ha querido establecer puentes para una salida negociada del conflicto, pero lo han mandado a la mesa de conversaciones con la mochila vacía. Aurelio Nuño ha dicho a diestra y siniestra que la autoridad no cedería un ápice en las exigencias que plantea la reforma educativa, con lo cual dejan a Osorio sin argumentos para negociar.
El ministro está atrapado. En medio de marchas y protestas, la CNTE y sus aliados han puesto tal cerco a en los caminos de Oaxaca que han terminado por poner en riesgo el abastecimiento de alimentos, medicinas y servicios para algunos sectores de la población. La presión de empresarios y parte de la opinión pública exige la intervención de la fuerza pública. Y a menos que alguien ceda sobre el tema de la reforma educativa, la única opción que le dejan a Osorio sus propios colegas es el uso de la fuerza. Una salida que podría tener un resultado dramático y dejar, entre otras cosas, convertido a Osorio en otro cadáver político.
Visto así, al Presidente tendrá que revisar de nuevo la composición de las filas priistas para promover en menos de dos años a un candidato para la contienda. Necesita a alguien en Los Pinos para que le cubra las espaldas a partir del 2018. Y si no lo consigue, tendrá que encomendarse a santa Margarita, esperando que ella le devuelva el favor y lo trate con algodones, como él lo hizo con su marido.
@jorgezepedap
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