Greenpeace
03/04/2017 - 12:02 am
¿Se puede privatizar la información genética?
Por Miguel Rivas* Cuando Mark Zuckerberg creó un portal web para que sus compañeros de facultad se conocieran mejor, Facebook, quizás no imaginó que la red social pronto alcanzaría alrededor de 900 millones de usuarios alrededor del mundo y su compañía estaría avaluada en más de 300 mil millones de dólares. El valor de Facebook […]
Por Miguel Rivas*
Cuando Mark Zuckerberg creó un portal web para que sus compañeros de facultad se conocieran mejor, Facebook, quizás no imaginó que la red social pronto alcanzaría alrededor de 900 millones de usuarios alrededor del mundo y su compañía estaría avaluada en más de 300 mil millones de dólares. El valor de Facebook no está en cobrar por hacernos una cuenta, ni en comercializar productos, sino en el poder de la información.
La información vale y mucho. Cada vez que damos like y compartimos algo en nuestros muros de Facebook estamos dando información sobre nuestros gustos, intereses, preferencias políticas y morales, esos datos se utilizan después para que las empresas puedan dirigir anuncios personalizados con alta probabilidad de éxito.
En la naturaleza pasa lo mismo, la información está contenida en un código de cuatro letras AGCT (Adenina, Citosina, Guanina, Timina) que representan las moléculas base de la herencia, el material genético conocido como ADN (Ácido desoxirribonucleico). Por ejemplo, un espermatozoide -que es la célula más pequeña del cuerpo humano- posee alrededor de 40 megabytes de información. Ahora imaginemos la enorme cantidad de información contenida en plantas, animales y microorganismos en el mundo y el valor que deben tener para compañías farmacéuticas, cosmetológicas, agroindustriales, entre otras.
Actualmente esa información la poseen las comunidades y pueblos indígenas de manera tradicional. Según cifras del banco mundial el 80 por ciento de la biodiversidad del planeta está en tierras indígenas, pero lamentablemente ellos representan cerca del 10 por ciento de la población pobre del mundo; en México, el Centro de Investigaciones y Estudios Superiores en Antropología Social determinó que 7 de cada diez indígenas son pobres.
Ante este panorama, una preocupación razonable es que siendo los pueblos y comunidades indígenas los dueños de conocimiento de propiedades medicinales de plantas, por ejemplo, haya intereses detrás queriendo apropiarse de él y aprovecharse de su situación económica para comprar a precios bajos.
Este escenario que a todas luces se ve injusto podría ser legal si se aprueba como está ahora la iniciativa de Ley General de Biodiversidad que se discute en la Comisión de Medio Ambiente del Senado; esta propuesta contiene solo 20 artículos en los capítulos III, IV y V; en los que habla sobre el aprovechamiento genético, poniéndolo en charola de plata para que grandes empresas puedan adquirir conocimientos ancestrales para la bioprospección, es decir, la búsqueda para fines comerciales de nuevas fuentes de compuestos químicos, genes, proteínas, microorganismos y otros productos con valor económico actual o potencial, que forman parte de la biodiversidad.
Si esta ley llegara a ser aprobada como se encuentra ahora, no solo quedará fuera la prohibición a la captura de aves como las guacamayas o se derogaría la veda para el aprovechamiento de tortugas marinas, también serán los dueños del capital económico quienes fijen las condiciones para la bioprospección, poniendo en una situación desigual a las comunidades y pueblos indígenas, ya que si un recurso está en más de una comunidad puede que algunos quieran vender a una transnacional su conocimiento ancestral y otra no quiera hacerlo; o que una quiera obtener más mientras que la compañía en cuestión podría comprarla a quien la ofrezca más barata, sin que haya quien lo regule, pues la Secretaría de Medio Ambiente solo “procurará” que sea el trato más justo.
Otro gran problema de esta legislación es que será sometida a aprobación del Congreso sin siquiera haber consultado la opinión de los pueblos y comunidades indígenas. Lo cual no sólo es una falta grave a los acuerdos internacionales como el Convenio 169 de la Organización Internacional del Trabajo, o la recomendaciones de Naciones Unidas sobre pueblos indígenas, sino que también pasa por encima de la propia Constitución mexicana.
Desde Greenpeace nos oponemos a la iniciativa de Ley General de Biodiversidad tal como se encuentra ahora, y proponemos que se haga un marco legislativo aparte para el tema de recursos genéticos, pues los 20 artículos que se proponen actualmente son insuficientes para la realidad megadiversa y pluricultural de México; esa ley deberá consultarse mediante foros nacionales con expertos y académicos así como cumplir con consultar y analizar de manera amplia, democrática, plural y con el debido tiempo este tema, garantizando la participación efectiva de los comunidades y pueblos indígenas y campesinos, siguiendo lo establecido por varios tratados internacionales de los que México es signatario
Esperemos que los legisladores comprendan que estos recursos genéticos deben ser estratégicos para el desarrollo de la nación, tal como el agua o el petróleo, y que debe respetarse en todo momento los derechos humanos, indígenas y de la su propiedad sobre la biodiversidad y el conocimiento ancestral que facilitarán la biprospección como una herramienta de desarrollo democrático y no como un aprovechamiento desigual de privatización de los recursos genéticos y biopiratería de la industria sobre las comunidades y pueblos indígenas y campesinos de México.
*Miguel Rivas es campañista de Océanos en Greenpeace México.
Facebook: Greenpeace México
Twitter: @greenpeacex
Más información: http://actua.greenpeace.org.mx/ley-biodiversidad
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