Ciudad de México, 2 de septiembre (SinEmbargo).- Eran las 10:30 de la mañana cuando el contingente de estudiantes del Movimiento #YoSoy132 y organizaciones sociales, se preparaba para marchar desde el Monumento a la Revolución hacia el Palacio Legislativo de San Lázaro, en la capital del país, en medio de un fuerte operativo policiaco a cargo de decenas de granaderos.
Entonces llegaron ellos, los llamados “anarquistas”, los que se cubren el rostro con camisetas y pañoletas negras. Los que traen palos, botellas y mascarillas antigases.
Arribaron y se encaminaron hacia el frente del contigente.
Las porras de la Universidad Nacional Autónoma de México (UNAM) callaron y los jóvenes que iban adelante y que sostenían una pancarta gigantesca con la leyenda “Coordinación en Defensa de Pemex, la CFE y los Recursos Naturales”, hablaron con los anarquistas.
"Déjenos pasar primero, los sacamos hasta El Caballito y de ahí se van ustedes", le dijo uno de los encapuchados a los muchachos del contingente.
"No, hay que seguir la organización, así como estamos organizados los contingentes, por favor", contestaron.
"¿Quién es el dirigente?, llamen al organizador", dijo otro de los estudiantes de la UNAM.
Entonces el encapuchado contestó: “Aquí no hay líderes”.
Los anarquistas después de intentar convencer a los jóvenes que en un principio encabezarían la marcha, se colocaron al frente y caminaron unos 500 metros. Los granaderos cercaron a la hilera de manifestantes y los replegaron al frente.
Los jóvenes que al principio gritaban porras de la UNAM, se quedaron detenidos alrededor de 20 minutos, sin decidirse avanzar. Eran las 11:00 de la mañana cuando el contingente empezó a caminar y los encapuchados que en un principio dijeron que solo encabezarían la marcha hasta la torre de El Caballito y después se colocarían en la retaguardia del grupo, se quedaron adelante y entre gritos increparon a los fotógrafos.
"¡Quítense fotógrafos, no queremos fotos!, ¡háganse a un lado!", gritaron.
"¡Están haciendo su trabajo, déjenlos, por eso nosotros venimos tapados!", dijo una mujer con medio rostro cubierto por una pañoleta.
UNA MARCHA “TOMADA”
El contingente logró llegar sin mayores contratiempos al Eje 1 Norte. Hasta entonces, los eventos no habían pasado de empujones y griterío a los granaderos que intentaban contener la marcha cada 50 metros.
Caminaban despacio, amontonados y cercados. Hasta adelante los encapuchados y más atrás los estudiantes.
En la calle Venustiano Carranza el cerco de granaderos se rompió y se sumó un grupo más de encapuchados con palos y botellas al contingente y más adelante en la calle 16 de Septiembre, los anarquistas atacaron a los elementos de la policía del Distrito Federal.
Traían resorteras y con ellas lanzaron pedradas a los uniformados. Tiraron cohetones y bombas molotov y los policías repelieron con extintores. La agresión duró alrededor de 10 minutos, mientras el resto de los jóvenes del contingente gritaban “¡sin violencia!, ¡sin violencia!”.
Pero la violencia se apoderó de la marcha y entre la trifulca un fotógrafo resultó herido en la cabeza por un granadero y empezó a sangrar.
Cuando los granaderos lograron controlar la agresión, los manifestantes caminaron unas cuadras y a la altura de la calle José María Izazaga la marcha se detuvo alrededor de 20 minutos, pues los manifestantes decidían si marchar hacia San Lázaro por esa ruta o tomar Fray Servando Teresa de Mier. Unos continuaron y muchos otros se dispersaron.
Fueron los anarquistas y, todavía, algunos jóvenes del contingente original que salió del Monumento a la Revolución tomaron la segunda ruta y fue en Fray Servando donde el contingente se detuvo de nuevo por media hora.
Ahí, en los camellones de la calle, varios jóvenes universitarios se sentaron. Algunos de los anarquistas increparon a los granaderos porque los replegaron.
“¡Fuera Peña! ¡Fuera Peña!”, “¡Va a caer, va a caer, Peña Nieto va a caer!”, gritaron y la espera se alargó.
“Ellos son grupos de choque, son provocadores, ya todos los estudiantes se dispersaron”, dijo una joven sentada debajo de un árbol del camellón mientras comía unas papitas.
La muchacha traía el rostro descubierto, una botella de agua y comentaba con otro joven que aquellos de capuchas negras se habían sumado para dispersar la manifestación.
Entonces la jovencita descansó un poco más, se levantó y se fue. En ese momento la marcha original, la que salió del Monumento a la Revolución, se había diluido y solo quedaba el grupo de anarquistas, esperando ahora sumarse a los maestros de la Coordinadora Nacional de Trabajadores de la Educación (CNTE), quienes se acercaban por la calle que se convertiría en Fray Servando y que los llevaría hasta San Lázaro.
LA CNTE SE DESLINDA DE ANARQUISTAS
Cuando alrededor de cinco mil maestros de la CNTE llegaron a la intersección de Eje 1 Norte y Fray Servando se quedaron detenidos durante 10 minutos.
De nuevo, los anarquistas pretendían sumarse a los profesores, pero al frente del contingente.
En un intento por tratar de que los encapuchados se quedaran detrás del grupo de miles de maestros, intentaron tomar el Eje 1 y regresarse unas calles hacia el norte. Pero los granaderos los bloquearon, los cercaron y no hubo más remedio que irse por Fray Servando.
“¡No vamos a permitir que personas ajenas a nuestro movimiento, que personas pagadas por el Gobierno Federal vengan a provocar aquí!”, gritaban los profesares de la CNTE.
Entonces, llamaron a todos los maestros a hacer una cadena humana y a separarse de los anarquistas.
“¡No vamos a permitir que gente desconocida se incorpore a este movimiento!, ¡no lo permitamos compañeros!, ¡hagamos una valla al lado izquierdo para evitar una provocación!”, pidieron los profesores.
El contingente marchó por Fray Servando: los maestros a la izquierda en una valla humana y los anarquistas a la derecha.
Los primeros caminaron pacíficos gritando sus consignas. Los segundos empujaron a los granaderos una y otra vez. Les lanzaron botellas y uno que otro garrote salió volando de entre la muchedumbre.
Pasaron el Mercado Sonora y llegaron hasta la calle Congreso de la Unión. Ahí los esperaba una valla de cientos de granaderos para evitar el paso de los manifestantes hacia San Lázaro.
EL ENFRENTAMIENTO
La manifestación llegó casi al cruce de la calle Fray Servando con Congreso de la Unión, pero los granaderos les impidieron el paso.
Poco a poco se fueron sumando y congregando hacia adelante: del lado izquierdo los maestros y del derecho los anarquistas.
Un grupo de decenas de granaderos entró por uno de los callejones aledaños e intentó cercarlos por las laterales, pero la multitud congregado (entre manifestantes, colonos y clientes del Mercado Sonora) lo impidió.
Pero aun así el paso de los manifestantes era imposible. Había un cerco de granaderos, luego, a unos metros, la policía montada, después cientos de policías bloqueando la calle Congreso de la Unión y detrás de ellos, más policía montada y uniformados a pie hasta llegar a San Lázaro.
Los anarquistas sonaron cohetones y los maestros llamaron al movimiento pacífico.
“Les hacemos un llamado a los anarcos que se contengan, que esta marcha es pacífica, pero si ellos tratan de enfrentar esta represión, adelante, nosotros mantengamos nuestros cerco compañeros maestros”, dijo uno de los profesores por el altavoz.
Los profesores de la CNTE anunciaron que ellos llegarían hasta ahí y que se quedarían por tiempo indefinido en el lugar hasta decidir qué hacer.
Los minutos pasaron y los manifestantes empezaron a dispersarse. Luego de que los maestros de la CNTE informaron a sus contingentes que regresaban a su plantón en el Zócalo, los encapuchados se enfrentaron con policías de la Secretaría de Seguridad Pública. Se escucharon varias detonaciones y se reportaron dos heridos.
Según el reporte de la Secretaría de Seguridad Pública del Distrito Federal, la jornada dejó un saldo de 16 detenidos, sin embargo, los contingentes reportaron al menos 23 arrestos.
Los anarquistas no son reconocidos como parte de las movilizaciones del Movimiento #YoSoy132. Van embozados y llegaron expresamente, según los reportes, para confrontarse con la policía.