Ciudad de México, 1 de agosto (SinEmbargo). La carne de caballo que se utiliza para alimentación en México no es apta para el consumo humano. Así explica la organización Human Society Internacional México (HSI), que advierte que los caballos cuya carne es consumida en el país y exportada a otros no son criados para este fin, por lo que se les suministran sustancias que pueden provocar daños a la salud de los seres humanos.
“Un 87 por ciento de los caballos que se matan en rastros de México provienen de Estados Unidos y el resto son mexicanos, pero ni en EU ni aquí se crían para ser consumidos y eso supone riesgos a la salud pública puesto que reciben a lo largo de su vida una serie de sustancias (medicinas veterinarias) que están expresamente prohibidas en las regulaciones de toxicidad de la Secretaría de Agricultura, Ganadería, Desarrollo Rural, Pesca y Alimentación (Sagarpa), explica a SinEmbargo Antón Aguilar, director ejecutivo de HSI México.
Dosis no aptas para consumo humano de sustancias como Acriflavine, Altronogest, Amoxicillin, Ivermectin, entre otras son las que terminan siendo ingeridas y provocan, entre otros, problemas sanguíneos, oculares o gastrointesntinales severos e inclusive son capaces de producir complicaciones a mujeres en etapa de embarazo.
Esto sucede aún cuando el año pasado, la Sagarpa dio a conocer un acuerdo por medio del cual se establecieron criterios para determinar los límites máximos de residuos tóxicos y contaminantes en carnes de producción conforme a los requerimientos internacionales y también a pesar de que los principales rastros de caballos, ubicados en Zacatecas, Aguascalientes y Coahuila están sujetos a inspección federal.
De acuerdo con datos de la Organización de las Naciones Unidas para la Alimentación y la Agricultura (FAO, por sus siglas en inglés) México es el segundo productor más importante de carne de caballo en el mundo, sólo superado por la República China, y según estimaciones de la Secretaría de Economía el volumen de dichas exportaciones, tan sólo en 2014, ascendió a 12 millones de kilogramos anuales, con un valor calculado en más de 47 millones de dólares.
No obstante la importancia económica que esta actividad pueda representar, en México la supervisión de la calidad de carne de caballo para consumo es pobre dado que existe una carencia de trazabilidad eficiente. De acuerdo con la FAO por trazabilidad nos referimos a la identificación del producto alimentario, desde el productor hasta el consumidor. “La trazabilidad o rastreo del producto se refiere a la metodología que permite conocer la evolución histórica de la situación y trayectoria que ha seguido un producto o lote de productos a lo largo de la cadena alimentaria”.
“Lamentablemente –explica Antón Aguilar– en México hay un problema de trazabilidad que no permite saber qué sustancias recibieron los caballos en Estados Unidos (y realmente tampoco en México). De este modo, los caballos escapan a cualquier regulación sanitaria: no hay registros médicos de por vida de los animales, por lo que su carne puede contener residuos de substancias prohibidas para el consumo humano”.
Ésta problemática en la trazabilidad llevó a la Unión Europea (UE) -que tiene los principales países importadores de carne de caballo en el mundo- a suspender en el año 2014 la importación de carne de caballo desde México, puesto que el país no cumplía con el requisito de que los caballos sacrificados para consumo humanos fueran aquellos con un historial médico vitalicio y obligatorio.
Recientemente, Suiza decidió replicar la acción.
Antón Aguilar explica que este problema de trazabilidad parte de que “los compradores de caballos para sacrificar expiden un nuevo registro médico que no registra todas las sustancias que recibió el animal durante su crianza y de este modo son ingresados a México [por cierto] en condiciones terribles”.
Por otro lado, el miembro de HSI México también explica que recientemente autoridades sanitarias a nivel estatal han recomendado consumir carne de caballo en el país aun cuando conlleva riesgos para la salud: “nos parece particularmente curioso que justo a raíz de la suspensión de importaciones de carne de caballo por parte de la UE y de Suiza las autoridades sanitarias comiencen a estimular la demanda interna de carne de caballo en México. Esta es una cuestión preocupante”.
HSI México ya ha expresado su preocupación a las autoridades, pero éstas no han dado respuesta. “Nuestra preocupación central es que las autoridades y consumidores estén informados”, expresa Aguilar que indica además la necesidad de “establecer medidas precautorias y una supervisión más rigurosa; cuidar de forma enfática los registros médicos, mismos que deben ser representativos de las sustancias que los animales reciban a lo largo de su vida. Estas acciones, se tienen que llevar a cabo de la mano con EU, nuestro principal importador de caballos para sacrificio”.
Finalmente, debe tomarse en cuenta que el consumo de carne de caballo no sólo supone un riesgo para la salud, sino también una forma de maltrato animal, pues los caballos son transportados en distancias extremadamente largas (con rumbo a ser asesinados en rastros), amontonados en camiones, sin darles descanso, con niveles de estrés altos y en muchos casos sin alimentación y/o hidratación.
“Algunos caen en el camino y son pisoteados. Unos llegan muertos o fracturados”, explica Aguilar.