Ciudad de México, 1 de agosto (SinEmbargo).– Las horas pasaron y como en caída de cascada, las preguntas surgieron y se acumularon. ¿Es grave el padecimiento del Presidente Enrique Peña Nieto? ¿Será pronta su recuperación? ¿Por qué lo operan en este día? ¿Por qué esperó ocho meses? ¿En manos de quién queda el Ejecutivo cuando un Presidente convalece?
Ayer, a las 10:00 horas, el Presidente Enrique Peña Nieto ingresó al quirófano del Hospital Central Militar de la Secretaría de la Defensa Nacional para que le fuera extirpado un nódulo toroideo.
Su intervención, la tercera en la historia moderna de los primeros mandatarios mexicanos, dejó más dudas que certezas. Sobre todo porque desde que el 24 de julio la Presidencia de la República informó que tal operación ocurriría, los datos surgieron como gotas.
Y Alfonso Bouzas, del Instituto de Investigaciones Jurídicas de la Universidad Nacional Autónoma de México, piensa sobre tal actitud: “El priismo no ha cambiado. Es una cultura con una tradición que a veces oculta la información por sistema y sin necesidad. Y es innecesaria la oscuridad con la que se habló de una operación para extraer un quiste, un quiste del Presidente”.
Del Instituto de Investigaciones Sociales de la misma casa de estudios, Ernesto Villanueva, exclama en torno al hecho: “Una vez más, la sociedad, los gobernados, tiene derecho a saber. A saberlo todo. Con la precisión que implica el mandato presidencial que es el primero del país. México ha arribado a una etapa en la que es necesario hacer valer el derecho a la información”.
La organización internacional Artículo 19 fue más lejos. El Presidente, dijo, ¿tiene otras enfermedades que los mexicanos deben conocer? “¿Está sano el Presidente para ejercer sus funciones?”
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Pero el silencio se impuso. Nada parecía romperlo. Hasta ayer, cuando el jefe de la Presidencia de la República, Aurelio Nuño, ofreció una conferencia de prensa en el auditorio del Hospital Central Militar y anunció que la extirpación del nódulo había ocurrido con éxito. A la vez, descartó que hubiera vacío de poder. Todas las secretarías de Estado trabajan en forma normal, expuso. Ratificó que el Presidente despacharía, no obstante su convalecencia. Nuño dijo que Peña Nieto tendría reuniones privadas, sin especificar con quién ni por qué ni para qué. Al Presidente, en el trance operatorio, lo acompañó su esposa, Angélica Rivera; sus hijos y algunos de sus hermanos. Cuando despertó, Enrique Peña Nieto envió un tuit.
ANTES DE LA OPERACIÓN
Los días previos a su intervención quirúrgica, el Presidente apareció sin cesar. Día con día. Incluso, salió del Distrito Federal hacia Veracruz. En el Avión Presidencial, –en el estrecho espacio que resulta el avión presidencial para una conferencia de prensa– le dijo a los reporteros que su padecimiento no era grave, que no cabía la preocupación. Después, no hubo más palabras.
Si se juzgara su agenda, podría inferirse que así es, que ese nódulo en el cuello no le impedía hacer su trabajo, que se trataba de una dolencia que podía postergarse y que el Presidente podía trabajar con intensidad, tal como ocurrió:
El 24 de julio –día en que se anunció su operación– recibió a los niños con mejor promedio de Sexto Grado de Primaria del país; el 25 acudió a la graduación de los cadetes de la Heroica Escuela Naval Militar en Veracruz; el 26 se reunió con el equipo de futbol “Tijuana Xoloitzcuintles de Caliente”, campeones del Torneo de Apertura de la Liga MX en Los Pinos; el domingo 28 tuvo que reaccionar ante los asesinatos del Vicealmirante Carlos Miguel Salazar Ramonet, comandante de la octava zona naval con sede en Puerto Vallarta, Jalisco; así como del segundo maestre Francisco Ricardo Hernández; el 29 tomó el certificado de Nuevo Bien de Patrimonio Mundial Natural otorgado por la Unesco a la Reserva de la Biósfera El Pinacate y Gran Desierto de Altar, y el 30 -24 horas antes del quirófano- entregó 23 menciones honoríficas a unidades y elementos del Ejército, la Armada y la Fuerza Aérea de México en el edificio central de la Sedena.
Así, hasta la mañana de ayer, cuando en torno a su intervención, se formó un enjambre de reporteros nacionales e internacionales, cámaras y cables afuera del Hospital de la Sedena. Esa mañana empezó a traer respuestas. El portal de la Presidencia de la República había amanecido con un reporte sobre lo que es un nódulo tiroideo, explicación que había guardado durante una semana:
“Un nódulo tiroideo es el crecimiento de una parte de la glándula tiroides, se refiere a la presencia de una lesión focal que difiere de la estructura del tejido tiroideo. Se identifica por inspección o palpación de cuello y generalmente constituye un hallazgo incidental. Siempre se requiere de un protocolo de estudios paraclínicos. La mayoría de los nódulos tiroideos son asintomáticos”.
Y en la conferencia de prensa a la que citó Aurelio Nuño, estaban el director del hospital, general de Brigada médico cirujano Fernando Federico Arcaute y el general brigadier médico cirujano Juan Felipe Sánchez Marle, especialista en otorrinolaringología y cirugía de cabeza y cuello. Ambos, ratificaron lo exitoso de la operación y lo benigno del nódulo extirpado. No había por qué inquietarse. Ni siquiera porque la conferencia se retrasó media hora.
El padecimiento del Presidente se tornaba un poco más transparente. Lo opaco de los días previos parecía tornar a la claridad. Acaso el ejemplo más notorio de tal opacidad fue la negativa de la Presidencia de la República a través del Instituto Federal de Acceso a la Información y Protección de Datos (IFAI) para Darío Ramírez, director de Artículo 19. Pidió el estado de salud del primer mandatario y no obtuvo nada. Por ello, la organización promovió un amparo.
Pese a la solicitud, la organización invitó al jefe del Ejecutivo a que sin un procedimiento judicial de por medio divulgara su expediente clínico para que brindara seguridad y certeza de que se encuentra bien, que su vida no corre peligro y está en pleno uso de sus facultades para cumplir con el primer mandato del país: la Presidencia.
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El miércoles 24 de julio, la Presidencia de la República informó que el primer mandatario sería intervenido para retirarle un nódulo tiroideo. El comunicado fue breve.
“Se trata de una cirugía programada con duración aproximada de una hora y treinta minutos, misma que se le practicará en el Hospital Central Militar, dependiente de la Secretaría de la Defensa Nacional”.
Mientras el Presidente era operado, el Palacio Nacional, el recinto reformado como nueva sede del poder, perdió un poco su cariz. Como antes, en un día normal de julio, volvió a ser un museo que recorrían los turistas.
En esta hora, el Presidente se recupera en la residencia oficial de Los Pinos.
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La organización internacional Artículo 19 coincidió con los analistas. ¿Por qué ocultar su salud, si es un tema que interesa a los gobernados?, dijo. Pidió la información relativa por medio de los mecanismos de transparencia y... nada. Se le negó.
Ayer, luego de que se dieran algunos detalles de la intervención quirúrgica, Artículo 19 dijo:
“De acuerdo al propio Peña Nieto, se trata de un padecimiento de varios años, pero, ¿tiene otros? ¿Está sano el Presidente para ejercer sus funciones? Artículo 19 considera que se trata de información de interés público que debe darse a conocer y no informar a posteriori”.
La organización presentó un amparo en el mes de junio para obtener el expediente clínico de Peña Nieto. Presidencia contestó que consideraba esta información como confidencial.
“La información sobre el estado de salud del Enrique Peña Nieto como Presidente de la República Mexicana es de interés público y por lo tanto una excepción para la protección de datos personales (artículo 16 de la CPEUM). La LFTAIPG debe contemplar en su artículo 22, un supuesto de excepción a la confidencialidad de la información, cuando la privacidad de los datos afecte la seguridad nacional, la salud, seguridad y orden públicos o afecte los derechos de terceros”, protestó Artículo 19.
“La salud del Presidente es la salud de todos. Nuestro Presidente, es el máximo responsable de la seguridad nacional, de la seguridad, salud y orden públicos y todas sus decisiones afectan directa o indirectamente nuestra vida. Al elegir al Presidente contamos con que éste cuente con plena capacidad para decidir sobre lo mejor para la sociedad”, dijo.