The Conversation
En todo este universo de sentidos, suele haber uno al que dejamos de lado: el tacto. Bueno, el tacto y no solo el tacto, sino cualquier sensación ligada al tacto. Muy especialmente a los receptores de presión como los mecanorreceptores, a los de la temperatura o termorreceptores y a los del dolor o nocireceptores.
Durante la pandemia del coronavirus se ha puesto el foco en las mascarillas en la medida en que suponen un instrumento para impedir que los contagiados contaminen el aire situado a su alrededor (el conocido como “control de fuente”). Y las evidencias obtenidas en estudios de laboratorio recientes defienden esta teoría.
La mayor prevalencia de subnutrición está en África subsahariana, donde el 22 por ciento de las personas no pueden satisfacer sus necesidades alimentarias básicas.
La vacuna de Johnson & Johnson (Janssen) consiste en un adenovirus inofensivo que no se puede replicar, pero que nuestro sistema inmunitario reconoce como extraño.
Aunque sabemos cuáles suelen ser sus desencadenantes, se desconoce todavía cuál es la causa específica que provoca que padezcamos resaca. Tampoco sabemos cuáles son las razones que se esconden detrás de todos los efectos asociados a ella.
Se ha argumentado que quizás las vacunas administradas hasta ahora pudieran ser menos eficaces frente a la nueva variante Delta, que es mucho más transmisible y que se ha expandido por todo el mundo desde India. Sin embargo, parece que no es el caso y que la eficacia se mantiene en gran parte, al menos tras haber recibido las dos dosis.
Los productos cosméticos llevan compuestos que controlan esa contaminación. Pero lo hacen hasta que se cumple su fecha de caducidad. A partir de ese momento no se garantiza que sus propiedades y su calidad microbiológica se mantenga durante más tiempo.
¿Cómo se desenvuelven las máquinas en un entorno en el que las emociones son parte del ser humano e incluso, en muchas ocasiones, condicionan su actuación?
Además de su efecto analgésico, estos fármacos pueden provocar un alto grado de relajación y también de euforia, lo que puede fomentar que se consuman en exceso.
A primera vista, la respuesta a esta pregunta parece sencilla. Somos la única especie que se plantea estas cuestiones, por lo que nuestra capacidad cognitiva debe rebasar con creces la de los restantes animales, ¿verdad? Ahora bien, no deberíamos abordar el tema sin formular antes otra cuestión: ¿cómo podemos definir –y medir– la inteligencia? Según observó Homero en el libro octavo de la Odisea, “la inteligencia es un regalo de la gracia que no todos los hombres poseen”. Y aunque esta afirmación sigue siendo válida hoy día, la verdad es que no nos aclara el asunto.
La deriva dictatorial en la que ha desembocado el que ya era el régimen autoritario de Daniel Ortega en Nicaragua ha provocado que regrese al primer plano de la actualidad Sergio Ramírez.
No es raro confundir algunos de los signos de envejecimiento –sobre todo el despiste– con los primeros síntomas del desarrollo de la enfermedad de Alzheimer, una enfermedad neurodegenerativa progresiva que afecta a numerosas funciones, principalmente la memoria y el aprendizaje.
Es muy importante saber cómo ha actuado cada volcán en el pasado, ya que cada uno se comporta de forma diferente. Los científicos, llamados vulcanólogos, lo averiguan observando los materiales que han surgido de la erupción del volcán en el pasado.
Las zonas volcánicas activas, como las Islas Canarias, traen magma desde la profundidad hasta la superficie. Pero esto es sólo el final de la historia.
Las grandes civilizaciones se han basado en el consumo de algún tipo de cereal. Las indoeuropeas, en trigo, cebada y centeno. Las asiáticas, en arroz. Las suramericanas, en maíz.
El oxígeno atmosférico es un invento de los microorganismos. Por tanto, no sólo la vida en la Tierra ha sido y será fundamentalmente microbiana, sino que los seres más complejos, plantas y animales hemos evolucionado a partir de ancestros microbianos en una biosfera modificada y condicionada por su actividad.