Susan Crowley
"Hoy, los desechos devenidos en testigos, a veces incómodos y otras veces hermosos como en el caso de la obra de Jordi Hernández, son los únicos que nos pueden transmitir el valor de la existencia".
"Presencia pura, acto místico, la luz en la obra de Turrell brinda la oportunidad de mantenernos en un aquí y un ahora mientras dura la experiencia".
"Esos niños sí son el futuro posible: entusiastas, sensibles, llenos de vitalidad, de sueños, de consciencia del mundo en el que viven, a pesar de los riesgos".
"A treinta años de la caída del muro, en una Europa desbordada por las migraciones, por las culpas, por el consumismo, por los abusos del poder y la decadencia de su imposible unión, el arte permite un refugio en el que todo vuelve a adquirir sentido".
"Gabriel es un buscador de historias en los objetos, como un arqueólogo indaga en los desechos para otorgarles una voz, una identidad, la del arte".
Los mercados, nerviosos, acuden a las zonas no atendidas. Si la humanidad entera se vuelca por los temas verdes y el discurso de Greta, la encolerizada infante sueca, París responde con una instalación de Tony Oursler en la fundación Cartier y otra de Giusepe Penone, un árbol gigante partido en dos que deja ver un río de vida en su interior, en el Palacio de Iêna.
Por todos lados brinca el talento femenino: Hilma af Klint en el Guggenheim acompañada de R.H. Quytman, Dora Mar llorando sus penas por Picasso en el Pompidou, Ethel Adnan recién sacada de algún archivo olvidado, encabeza las exposición de Punta della Dogana, en el MAXXI de Roma la nueva diosa de las costuras artísticas, Maria Lai.
Hace poco un grupo de feministas enviaron una carta al Museo Metropolitano de Nueva York, pidiendo que se retirara de la colección el cuadro Thérèse Dreaming, del artista Balthus.
Viaja todo el tiempo atendiendo el tema de la injusticia que aqueja a tantas congéneres. A sus más de cincuenta sigue radiante. Apenas empiezan a notársele algunas arrugas y un poco de ojeras, seguramente atribuidas a las muchas horas dedicadas al trabajo. Por la vista cansada, usa unos lentes enormes de marcos negros, de esos que a nadie se le ven bien, aunque estén de moda; a ella se le ven espectaculares. Parece maestra sexi salida de una de esas películas porno.
¿En qué se parecen William Blake y Francisco Toledo? En estos días se han escrito todo tipo de reseñas y biografías del artista juchiteco. Constantemente aparece el nombre de William Blake como uno de los personajes significativos en la obra del mexicano. Para Toledo, Blake era un ser fascinante. Y no es de extrañar, no se puede echar un ojo a la obra del artista inglés sin quedar absolutamente arrobado con los vastos universos de arte, poesía y pensamiento que creó. Una retrospectiva de su trabajo se expone actualmente en la Tate Britain en Londres; un museo en el que además se pueden visitar los paisajes desbordantes, tumultuosos, llenos de violencia, pero también de luz de Turner y, en otra sala, a los prerrafaelitas, una banda de jóvenes artistas emergentes, rebeldes y llenos de vida, de sensualidad y de pasajes trágicos narrados en su obra, allá por los finales del siglo XIX.
Para los juchitecos como para él mismo, no es difícil transitar de la vida a la muerte y de la muerte a una máscara que se ríe de la vida.
Son muchas las preguntas que deben plantearse cada dos años. Desde que se incluyeron los premios y reconocimientos, la bienal ha permitido que artistas que aun no son exitosos entren de lleno a los primeros circuitos debido a la visibilidad que se les ofrece.
Años atrás, en 1973, Sarah Ann Ottens, estudiante de enfermería de la universidad de Iowa, como miles de mujeres en nuestro país, fue brutalmente violada y asesinada. Ana Mendieta (Cuba, 1948- Nueva York, 1985), llevó a cabo Rape Scene, un performance sin precedente: después de citar a un grupo de amigos en su habitación de la universidad, la artista se colocó desnuda y cubierta con sangre sobre una mesa emulando la escena vivida por Sarah.
En cada capítulo, Euphoria es capaz de hacernos vivir la juventud como un infierno tormentoso, sin salida.
Muchas veces pensamos que la expresión sonora es la más reciente disciplina agregada al arte contemporáneo, pero esto es un error. Quizá sea la más antigua de todas.
La generación del cambio que incluyó a un grupo de jóvenes artistas entre los que se encontraban Jan Tingely, Victor Vasarely, Yaacov Agam, Bridget Riley, Richard Anuszkiewicz, Julio Le Parc, François Morellet y por supuesto Jesús Soto y Cruz Diez tuvo su centro neurálgico en París.