Susan Crowley
Tal vez el éxito en este nuevo esfuerzo sea la capacidad de saber distinguir cuáles serán nuestras nuevas actitudes y a dónde se dirigen los paradigmas: COVID-19, musa inspiradora de una época o el temido jinete apocalíptico, sepulcro de la creatividad.
Egon Schiele intuía ese irremediable apareamiento desde muy joven. En su obra La muerte y la doncella, él mismo se concibió como la muerte y al mismo tiempo la doncella.
Las muertes de George Floyd y Giovanni López, ambos asesinados a manos de la policía, han causado distintas reacciones y en conjunto una indignación que nos concierne a todos. No es la primera ni será la última vez que enfrentemos hechos violentos en contra de un ser humano. Lamentablemente, la urgencia de atender estos temas […]
El poder del artista suele ser desvelar una realidad más profunda y verdadera, el de Christo fue paradójicamente mostrar, cubriendo.
Músicos, bailarines, cantantes han tenido que ejercitar el músculo del talento aislados, sin poder ofrecer a nadie su razón de ser, su impulso vital.
A lo largo de los años estas válvulas han invertido en jóvenes promesas y en el costo que implica presentarlos al mundo, apoyarlos para que continúen su formación, participar en ferias internacionales, hacer exposiciones, catálogos y muchas horas y días en convencer a coleccionistas indecisos.
Una salida a este entrampamiento podría ser una mayor disposición de Frausto a replantear el diálogo perdido con el gremio y hablar de lo que está ocurriendo, transparentar lo que ha terminado por ser una lamentable falta de información.
Para ir a los conciertos mi madre y su hermana contaban con dos faldas y dos blusas intercambiables. O sea, podían hacer dos combinaciones, punto. Las faldas se confeccionaban con los pantalones usados de mi abuelo.
Los artistas italianos emergentes desarrollaron una original versión local de estas ideas. Con palos, piedras, materiales de desecho; no pretendían golpear a nadie ni generar pánico en las calles.
Los funcionarios sexenales deberían compensar el esfuerzo del artista admirándolo y exaltando su creatividad como un valor de todos, sin frustración o revanchismo por épocas pasadas, sin restregar el poder en la cara de quien se considera beneficiado. En suma, sin pedirle que se serene en medio de la tormenta. El arte es la más sublime de todas las expresiones y es la forma de superar una crisis como la que estamos viviendo.
Mientras las calles se vacían y la naturaleza intenta recuperar los espacios perdidos, el artista mira a través de su ventana. La ciudad en calma se asemeja al espacio en el que habita.
Lejos de África, en otro tiempo, el de Thomas Mann, un grupo de pacientes privilegiados decide vivir aislado. Es el ámbito pequeño burgués del Sanatorio Internacional Berghof.
Sus dos predilectos del catálogo de oraciones eran la Preciosísima Sangre de Cristo y el Señor del Consuelo. Este era un típico Cristo de la Contrarreforma; ensangrentado y doliente con una corona de enormes espinas, vestía ropajes morados seguramente confeccionados con poco talento que mi abuela reprochaba, “ay mijita, cómo lo fueron a vestir así”.
ay una resistencia a aceptar que una enfermedad mata. En estos tiempos la ciencia ha logrado vencer a todos los males. Pero la naturaleza se empeña en decir lo contrario a medida que la morgue se va colmando. Con cada deceso, la población siente una herida profunda, su orgullo se ve rebasado.
Los hombres y mujeres encararon nuevos roles con los que formaron la Europa de hoy.
“Soy humanista”, declaró en días pasados el Presidente de México. Hay dos definiciones para el término. La primera, un comportamiento o actitud que exalta al género humano. La segunda, acuñada en el Renacimiento, colocó al hombre como centro de todas las cosas; es pues una postura antropocéntrica. Ninguna de las dos parece abarcar la figura […]